
En los últimos años, la terapia con luz infrarroja ganó popularidad como un tratamiento no invasivo para mejorar la salud física y mental.
Desde aliviar el dolor crónico hasta estimular la regeneración celular, pasando por su uso en saunas y clases de ejercicio, esta tecnología captó la atención de médicos, terapeutas y entusiastas del bienestar.
Sin embargo, a pesar de sus múltiples aplicaciones y de ciertos beneficios comprobados, existen debates sobre su eficacia en algunos casos y la falta de regulaciones claras en su implementación.
Qué es el calor infrarrojo

El calor infrarrojo es un tipo de radiación electromagnética que se encuentra en el espectro de la luz, justo más allá de la luz visible. Se caracteriza por emitir ondas de calor que pueden penetrar en los tejidos del cuerpo sin necesidad de calentar el aire circundante, a diferencia de los sistemas de calefacción convencionales.
Existen tres tipos de luz infrarroja según su longitud de onda:
- Infrarrojo cercano (NIR, por sus siglas en inglés): es el más penetrante y se utiliza en aplicaciones médicas, ya que puede llegar hasta células profundas sin generar calor excesivo.
- Infrarrojo medio (MIR): tiene menor penetración, pero genera un efecto térmico más notable.
- Infrarrojo lejano (FIR): se usa comúnmente en saunas y clases de ejercicio con calefacción por infrarrojos, ya que penetra hasta casi 4 cm en la piel.
Este tipo de calor se diferencia del convencional porque calienta directamente los tejidos del cuerpo, en lugar del ambiente, lo que permite una experiencia de temperatura más eficiente y controlada.
Qué y cómo es la terapia con luz infrarroja

La terapia con luz infrarroja, también llamada terapia de fotobiomodulación o terapia con láser de bajo nivel (LLLT), consiste en la aplicación de luz infrarroja sobre la piel para estimular diversos procesos celulares, según advierte un estudio científico publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
Su mecanismo de acción se basa en la absorción de los fotones por parte de las mitocondrias, los orgánulos celulares responsables de la producción de energía en forma de ATP (adenosín trifosfato).
Cuando la luz infrarroja estimula las mitocondrias, se desencadenan procesos que favorecen la regeneración celular, la reducción de la inflamación y la producción de colágeno.
Las principales formas en las que se aplica esta terapia incluyen:
- Dispositivos LED y láser de baja intensidad: usados en dermatología y fisioterapia para tratar afecciones de la piel y musculares.
- Saunas infrarrojas: exponen el cuerpo al calor infrarrojo para estimular la circulación y la relajación muscular.
- Clases de ejercicio con calefacción por infrarrojos: combinan movimientos de bajo impacto, como Pilates o yoga, con la exposición al calor infrarrojo.
- Dispositivos portátiles para uso doméstico: algunas lámparas y máscaras de luz roja afirman ofrecer beneficios similares a los tratamientos clínicos, aunque la potencia y la efectividad pueden variar.
Los efectos para la salud de la terapia con luz infrarroja

El interés en la terapia con luz infrarroja creció debido a los beneficios observados en diversos estudios clínicos. Algunas de sus aplicaciones más respaldadas incluyen:
- Regeneración de la piel y cicatrización. La luz infrarroja demostró ser efectiva, de acuerdo a un trabajo publicado en la Biblioteca Nacional de Salud de Estados Unidos, en la regeneración de heridas, quemaduras e incluso úlceras diabéticas. También se comprobó que estimula la producción de colágeno, reduciendo arrugas y mejorando la textura de la piel.
- Reducción de la inflamación y alivio del dolor. Se usó en tratamientos para la artritis, el túnel carpiano y la tendinitis, ayudando a reducir la inflamación y mejorar la movilidad articular, afirman algunas investigaciones. En la fibromialgia, algunos pacientes reportaron mejoras en la calidad de vida tras sesiones de sauna infrarroja.
- Estimulación del crecimiento capilar. Existen estudios que respaldan el uso de la luz infrarroja en el tratamiento de la alopecia androgenética, ya que parece estimular los folículos pilosos y aumentar la densidad del cabello.
- Efectos en la salud mental. Algunos ensayos mostraron que la terapia con luz roja e infrarroja puede ayudar a reducir los síntomas de la depresión cuando se combina con terapia cognitivo-conductual. Se cree que su acción sobre la temperatura corporal y la circulación sanguínea podría jugar un papel en este efecto.
- Posibles beneficios cardiovasculares. El calor infrarrojo puede favorecer la dilatación de los vasos sanguíneos, mejorando la circulación y reduciendo la presión arterial, asegura un trabajo publicado en la Biblioteca Nacional de Salud de Estados Unidos. Sin embargo, aún se requieren más estudios para validar su impacto en enfermedades cardiovasculares a largo plazo.
Cómo ayuda la luz infrarroja a los músculos del cuerpo

El calor infrarrojo tiene un efecto profundo en los músculos y el sistema musculoesquelético. Según algunos estudios, sus beneficios incluyen:
- Aumento del flujo sanguíneo: mejora la entrega de oxígeno y nutrientes a los tejidos musculares, favoreciendo la recuperación tras el ejercicio o lesiones.
- Reducción de la fatiga muscular: se observó que la exposición al calor infrarrojo antes y después de entrenamientos intensos ayuda a disminuir el dolor muscular de aparición tardía.
- Aceleración de la reparación celular: al estimular la producción de ATP, la luz infrarroja puede ayudar a reparar microlesiones musculares más rápidamente.
- Relajación y disminución de la tensión: su uso en saunas y clases de ejercicio demostró reducir la rigidez muscular, lo que resulta útil para personas con movilidad reducida.
Quiénes no deberían hacer terapia con luz infrarroja

A pesar de sus beneficios, la terapia con luz infrarroja no es adecuada para todas las personas. Se recomienda evitarla o consultar a un médico en los siguientes casos:
- Mujeres embarazadas: aunque no hay estudios concluyentes sobre sus efectos en el embarazo, se aconseja precaución.
- Personas con enfermedades cardiovasculares graves: la vasodilatación inducida por el calor puede afectar la presión arterial y el ritmo cardíaco.
- Pacientes con enfermedades autoinmunes o cáncer: aunque algunas investigaciones sugieren beneficios potenciales, aún no hay suficiente evidencia sobre su seguridad en estas condiciones.
- Personas con fotosensibilidad: algunos medicamentos y condiciones médicas pueden aumentar la sensibilidad a la luz, provocando reacciones adversas.
- Personas propensas a la deshidratación: la exposición prolongada al calor infrarrojo, como en saunas, puede causar una pérdida excesiva de líquidos.

La terapia con luz infrarroja evolucionó desde su uso en la exploración espacial hasta convertirse en una herramienta prometedora en medicina, dermatología y bienestar.
Si bien muchos de sus beneficios fueron respaldados por estudios científicos, aún existen aplicaciones que requieren más investigación.
Su uso adecuado, bajo supervisión médica o con dispositivos de calidad, puede ofrecer mejoras significativas en la salud muscular, articular y dermatológica. Sin embargo, es fundamental evitar caer en promesas sin evidencia y siempre considerar las contraindicaciones antes de someterse a este tipo de terapia. Es por eso que se recomienda la consulta y el acompañamiento de un profesional de la salud.
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