
Solemos pensar en el “perfeccionista” como una persona “perfecta” o que cree serlo. Sin embargo, el perfeccionismo es un rasgo presente en muchas personas, el cual implica presionarnos para alcanzar metas extremadamente elevadas, tan altas que son casi imposibles de conseguir. Esta autoexigencia va a determinar lo que pensamos de nosotros mismos, por lo que se podría afirmar que este rasgo tiene un impacto directo en nuestra autoestima.
“Varios estudios muestran que algunos componentes del perfeccionismo son útiles, debido a que a muchas personas esta autoexigencia las empuja a alcanzar sus objetivos. Es decir, que el perfeccionismo en sí no es un rasgo negativo. Sin embargo, se sabe que el perfeccionismo se vuelve desadaptativo cuando deja de ser una búsqueda sana de la excelencia, y el intento por alcanzar estas normas tan elevadas se convierte en una búsqueda sin fin que trae consecuencias negativas”, explicó la licenciada Julieta Del Negro, psicóloga y miembro del Departamento de Psicoterapia Cognitiva de INECO.
Según afirma la profesional, esto nos vuelve vulnerables a la sensación de fracaso y frustración, nos puede hacer sentir deprimidos, obsesionarnos con los más mínimos detalles, tener trastornos alimenticios, no terminar las tareas a tiempo, procrastinar o abandonar proyectos y metas, etcétera. Por ese motivo, por ejemplo, los trastornos de ansiedad, son muy comunes en las personas perfeccionistas.

Existen diferentes maneras a través de las cuales se puede detectar si una persona tiene rasgos perfeccionistas. Aquellos que los presentan suelen, entre otras cosas, tener estándares extremadamente altos sobre cómo deberían ser tanto ellos o los demás, son sensibles a las críticas, y suelen no estar conformes con los resultados que alcanzan, ni disfrutar de sus logros por estar pensando en próximas metas a cumplir. Suelen tener miedo al fracaso, entonces aparece la necesidad de controlar lo incierto y maneras estructuradas para hacer las cosas.
Asimismo, en general suelen enojarse y frustrarse rápidamente cuando cometen un error, o no se dan crédito cuando las cosas salen bien dado que consideran que siempre hay algo que podrían haber hecho mejor.
También, les cuesta tomar decisiones y delegar tareas en los demás, por el contrario, consultan absolutamente todo para sentirse más seguros y frecuentemente pasan demasiado tiempo repasando conversaciones, cómo fue su rendimiento en el pasado, o chequeando que todo esté perfecto, ya sea un mail bien escrito, la casa ordenada, la ropa que eligieron para ir a trabajar, etcétera.
Recomendaciones para cuando el perfeccionismo se vuelve contraproducente:









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