Florencia Peña abrió las puertas de su refugio en Salta: “Mis días norteños, patria y familia”

En el marco del cumpleaños de Felipe, su hijo menor, la actriz mostró su descanso en medio de un paisaje soñado

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Florencia Peña en Salta (Video: Instagram)

El aire es distinto en Salta. Más limpio, más real. En medio de ese monte agreste y bajo el cielo nítido, Florencia Peña compartió en sus redes el paisaje desde la galería de su casa en Salta, un refugio familiar que recibió a toda la familia para celebrar los 8 años de Felipe, el menor de sus hijos. No hubo estruendo, solo la transparencia de las cosas simples: mesas rústicas, sillones, el rumor del monte.

Florencia Peña disfruta de unos
Florencia Peña disfruta de unos días de descanso en Salta

Alejada del ruido y la velocidad de la ciudad, la casona de Florencia Peña y Ramiro Ponce de León reluce con su propio aire. Los muebles de madera —escogidos con calma— y las plantas que asoman en cada rincón componen la postal: “Nuestro paraíso”, escribió la actriz tiempo atrás, como quien revela un secreto sin necesidad de palabras grandilocuentes. Ese universo es un pacto con Salta: madera, verde, colinas, y el calor de las cosas bien elegidas.

Florencia Peña y Ramiro Ponce
Florencia Peña y Ramiro Ponce en los días de relax en Salta

La galería, con su suelo de madera y luz filtrada, invita a detenerse. En una de las imágenes, Florencia Peña se deja ver sentada, lejos de lo escénico, cerca de lo cotidiano. “Mis días norteños. Patria y familia”, destacó.

En una de las imágenes, la actriz se sienta en la galería de su casa, de espaldas al interior y mirando hacia el horizonte de Salta. La escena es serena: el banco blanco y sencillo, la estructura rústica de madera, un techo compuesto de cañas y lámparas colgantes de mimbre que proyectan sombras suaves sobre el piso de madera clara; el paisaje se estira más allá de la baranda, verde y profundo, vegetación agreste bajo el cielo despejado. Al costado, cortinas enrolladas dejan pasar la luz y el aire de la sierra.

Florencia junto con su hermana
Florencia junto con su hermana María Belén, quien es parte de los festejos de los últmos días

En otra de las instantáneas, Flor y Ramiro Ponce de León se retratan a solas, piel con piel bajo el sol de Salta. Ella apoya la cabeza sobre él, sonríe con los dientes al descubierto y el brillo en la mirada. Su brazo izquierdo, tatuado, envuelve la nuca de su pareja, que luce gafas oscuras y el torso desnudo. La imagen es una confesión sin palabras.

Estos días, el motivo fue enorme para los suyos: Felipe, a quien llaman Pipe, festejó sus 8 años en plena naturaleza, rodeado de su familia. Las fotografías lo confirman: los brazos de Ramiro, la sonrisa amplia de Flor, la complicidad de un niño que crece entre dos mundos, el del espectáculo y este, el de las montañas calladas. Además, la presencia siempre de la hermana de Flor, Belén. Delante, una torta sencilla donde el número ocho se alza como bandera de infancia. ¿Puede haber algo más directo, más luminoso?

Elencuentro famliar en Salta tuvo
Elencuentro famliar en Salta tuvo como corolario el festejo de cumpleaños de Felipe

El furor no tardó en llegar. Las imágenes, mínimas pero desbordadas de vida, despertaron a sus seguidores, testigos de ese rincón que Flor no muestra siempre, pero al que regresa cada vez que puede. Lo había adelantado meses atrás, con la franqueza de quien extraña: “Hace mucho que no venía a mi casita de Salta, qué hermosa que está. Además, el día está precioso; hace frío, pero está hermosísimo”, relató. El clima se siente distinto cuando el corazón late en casa.

La actriz arma así, frente a los ojos de todos, un refugio hecho de instantes y de raíces. Cada publicación es un anuncio de amor por aquella provincia en la que encontró, sin artificio, una manera de desconectarse y sumergirse en el verde. El “#SaltalaLinda” es mucho más que un eslogan: es testimonio de una elección.

Florencia Peña en Salta
Florencia Peña en Salta

Nada sobra, nada falta. Solo la familia, el cumpleaños de un hijo, el rumor de la tierra en Salta. ¿Qué sentido tiene buscar lejos aquello que, entre colinas y pastos resecos, ya nos pertenece?