
Que nos espíen el celular es algo posible por muchos motivos, que suelen apuntar al robo de información personal y financiera. Para saber que estamos viviendo este ataque, una de las alertas es el aumento de consumo de batería.
Una señal sutil que puede generar que el celular se descargue más rápido y en general la carga tenga un rendimiento fuera de lo común, por lo que es clave conocer esta alerta para identificar amenazas.
Por qué la batería revela un riesgo de espionaje
En la actualidad, los dispositivos móviles almacenan gran parte de la vida personal y profesional de los usuarios. Acceso a datos bancarios, conversaciones, recuerdos multimedia y ubicación, toda esta información circula a través del mismo equipo. El avance del software espía o stalkerware ha convertido a la batería del celular en un discreto detector de amenazas.
El desgaste inusual de la batería puede ser uno de los primeros síntomas de que la privacidad está en peligro. Según reportes de ESET y Kaspersky, empresas de ciberseguridad, un descenso acelerado de la carga de la batería, aun cuando el uso diario no haya cambiado, puede sugerir la presencia de aplicaciones espía operando en el sistema de manera furtiva.

Este software malicioso se instala con la intención de registrar movimientos, conversaciones, ubicaciones y en ocasiones hasta controlar la cámara y el micrófono. Suele funcionar en segundo plano, lo que se traduce en un aumento significativo del consumo energético.
El problema se amplifica porque logra camuflarse bajo nombres genéricos como “System Service”, “Device Health” o “Sys Tools”, lo que dificulta que el usuario lo descubra a simple vista.
Por qué el consumo de batería es una alerta clave
El funcionamiento de cualquier aplicación implica un consumo de energía, pero las apps legítimas muestran patrones de gasto predecibles y acordes a su actividad. Al contrario, las apps espías provocan un consumo constante, elevado y muchas veces injustificable.
Quienes tienen hábitos estables de uso notan rápidamente estos cambios: si una jornada habitual, donde se navega por redes sociales, se envían mensajes y se hacen algunas llamadas, solía dejar la batería al 50% al finalizar el día, pero repentinamente el equipo queda exhausto antes del mediodía, hay razones para sospechar.

Otro indicio surge al ingresar al menú de ajustes de batería, donde los sistemas Android y iOS permiten observar el gasto individual de cada aplicación. Si figuras con elevada demanda energética aparecen bajo nombres sospechosos o de “sistema”, puede tratarse de stalkerware.
Las verdaderas apps del sistema no pueden eliminarse; si la aplicación cuestionada ofrece la opción de desinstalarla, se trata de software externo y posiblemente dañino.
Cuál es el malware que más consume batería
Lejos de ser una amenaza abstracta, el stalkerware representa un problema creciente. Informes recientes de Kaspersky señalan que en 2023 alrededor de 31.031 personas fueron víctimas de estas herramientas en todo el mundo, lo que muestra un aumento respecto a años anteriores.
Según el mismo informe, el 40% de los afectados tenía conocimiento de estas prácticas, y una proporción relevante había sufrido la instalación de este tipo de aplicaciones por personas cercanas.

Este software busca acceso total a la información del usuario, desde GPS, mensajes y llamadas hasta fotografías, historial de navegación o accesos bancarios. Para funcionar, requiere procesar datos de manera frecuente y muchas veces transmitirlos a servidores remotos, lo que incrementa de manera notable tanto el consumo de batería como el de datos móviles.
Según datos de ESET Research, las aplicaciones stalkerware no solo aumentan el consumo de batería, sino que evidencian picos anómalos en conexiones de datos, y disfraces bajo permisos y accesos sospechosos.
El sobrecalentamiento y la lentitud: otras pistas del espionaje
El consumo intenso de energía que genera el stalkerware suele provocar un aumento en la temperatura del dispositivo. Si un teléfono permanece caliente durante extensos periodos sin que el usuario realice actividades que lo justifiquen, como juegos, uso intensivo de la cámara o reproducción multimedia, puede haber procesos maliciosos en segundo plano.
Los bloqueos frecuentes, fallos, reinicios esporádicos o la lentitud para apagarse y encenderse pueden ser consecuencia del esfuerzo extra que el procesador realiza debido a tareas ocultas. En este sentido, revisar si la batería y el sistema experimentan comportamientos fuera de lo normal resulta fundamental.
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