Neuralink tiene un nuevo competidor que no necesita implantar chips en el cerebro

Esta tecnología, diseñada para captar e interpretar señales cerebrales asociadas a la intención de movimiento, ya se ha probado en una decena de voluntarios

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La empresa neoyorquina Synchron ha
La empresa neoyorquina Synchron ha desarrollado el dispositivo Stentrode, que se introduce por vía endovascular en los vasos sanguíneos cercanos a la corteza motora. (Foto: Synchron)

La carrera por desarrollar interfaces cerebro-computadora (BCI) funcionales para personas con discapacidades presenta un nuevo enfoque que desafía el paradigma de los implantes cerebrales invasivos. Mientras compañías como Neuralink, propiedad de Elon Musk, promueven chips implantados directamente en el tejido cerebral, una alternativa emergente se distingue por su enfoque menos agresivo: sistemas que acceden al cerebro a través del torrente sanguíneo. Estos minimizan los riesgos asociados a la cirugía tradicional y abren la puerta a aplicaciones más seguras y accesibles.

La empresa neoyorquina Synchron ha innovado en el campo de las BCI con un dispositivo denominado Stentrode, que se introduce por vía endovascular en los vasos sanguíneos cercanos a la corteza motora. Así, no es necesario abrir el cráneo ni implantar electrodos en contacto directo con el tejido cerebral. Esta tecnología, diseñada para captar e interpretar señales cerebrales asociadas a la intención de movimiento, ya se ha probado en una decena de voluntarios en Estados Unidos y Australia dentro de estudios de viabilidad clínica.

¿Cómo funciona Stentrode?

El procedimiento requiere insertar, mediante cateterismo, un pequeño tubo de malla metálica hasta su destino final junto al cerebro. Una vez implantado, el sistema descifra los impulsos nerviosos sin necesidad de someter al paciente a una craneotomía. Además, un dispositivo implantado bajo la clavícula procesa estas señales y las transmite de forma inalámbrica o por infrarrojos a una unidad externa, responsable de la conversión a comandos digitales. El objetivo es devolver autonomía a personas con movilidad perdida; así, los usuarios manejan dispositivos electrónicos, se comunican y gestionan tareas cotidianas solo con el pensamiento.

La propuesta de Synchron es
La propuesta de Synchron es que en el futuro los pacientes no estén físicamente conectados al sistema. (Foto: Synchron)

Aunque la calidad de la señal resulta inferior a la que ofrecen miles de microelectrodos incrustados en el tejido cerebral, como ocurre con Neuralink, las últimas pruebas prueban que esta limitación no impide realizar acciones funcionales. Las tareas básicas, como mover un cursor, escribir mensajes o navegar por aplicaciones, ya se logran con el Stentrode, que destaca por su menor riesgo quirúrgico y la posibilidad de una expansión rápida. Además, el procedimiento podría estar a cargo de cardiólogos acostumbrados a implantar stents; esto facilita el acceso respecto a dispositivos que exigen intervención neuroquirúrgica altamente especializada.

La visión de Synchron prioriza la recuperación de la independencia diaria perdida por enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), accidentes cerebrovasculares u otros daños neuromusculares. A diferencia de otras interfaces, la tecnología de Synchron se integra con dispositivos de consumo populares. Así, los usuarios controlan aplicaciones en iPhone, iPad o incluso el casco de realidad mixta Apple Vision Pro mediante pensamientos, sin depender de movimientos físicos. La compañía también desarrolló integraciones con asistentes virtuales y protocolos Bluetooth para asegurar compatibilidad y ofrecer una mejor experiencia de usuario.

La obtención de registros mediante stents presenta menor resolución frente a los sistemas invasivos; no obstante, cubrir una mayor superficie craneal con múltiples stentrodes podría dar lugar a capacidades más naturales y complejas en el futuro. El sistema, impulsado por inteligencia artificial, adquiere la capacidad de reconocer patrones neuronales específicos relacionados con intentos de mover ciertas partes del cuerpo, lo que le permite interpretar la intención aunque el paciente ya no pueda mover esos músculos.

La experiencia de un paciente

Jackson y una ingeniera de
Jackson y una ingeniera de Synchron. (Stephanie Strasburg/Wired)

El caso de Mark Jackson, narrada en Wired, ofrece una perspectiva directa sobre el alcance y las limitaciones actuales de esta tecnología. Diagnosticado con ELA, Jackson recibió el Stentrode a través de un procedimiento mínimamente invasivo. Después de un proceso de adaptación y calibración, logró interactuar con videojuegos, enviar mensajes, navegar por internet y utilizar dispositivos de realidad virtual únicamente a través de su actividad cerebral, sin movimientos musculares ni voz. Aunque la autonomía recuperada depende todavía de dispositivos externos y asistencia técnica, Jackson destaca la libertad de comunicarse y realizar ciertas tareas sin necesitar ayuda física.

Para Jackson y el otro participante que todavía lo usa, el reto principal es la necesidad de conectar el sistema manualmente para que funcione, una situación que podría resolverse con próximas versiones inalámbricas ya planeadas por la compañía. Mientras la voz continúa siendo el método preferido para muchas actividades, la BCI representa la única opción viable para quienes han perdido el habla o requieren transmitir información privada en espacios compartidos.

El sector de las BCI enfrenta diversos desafíos al avanzar hacia ensayos de mayor escala: validar los resultados clínicos, asegurar la seguridad a largo plazo del implante, lograr financiación de aseguradoras y responder a la regulación institucional. El desarrollo de sistemas no invasivos o mínimamente invasivos para la interfaz cerebro-máquina habilita una vía relevante para miles de pacientes que no cumplirían los requisitos ni aceptarían una cirugía craneal de gran alcance.

La tecnología de Synchron muestra que la conectividad mental con el mundo digital ahora resulta accesible para muchas más personas. De este modo, aplicaciones antes reservadas a contextos científicos o de rehabilitación muy especializados pueden entrar en la vida cotidiana de un público más amplio.