La inteligencia artificial ya vale más que un título universitario, según un nuevo informe

Hasta hace poco, el diploma universitario era la llave de entrada al mundo laboral, hoy esa premisa comienza a tambalearse. Un nuevo informe publicado por la consultora PwC, titulado ‘AI Jobs Barometer 2025′, reveló que lo más valorado por las empresas ya no es un título colgado en la pared, sino lo que una persona sea capaz de hacer con herramientas de inteligencia artificial.

Joe Atkinson, director global de Inteligencia Artificial en PwC, advierte que adaptarse al uso de nuevas tecnologías es esencial para no quedar rezagado en el mercado laboral.

Su postura refleja una idea extendida en el sector, la educación universitaria sigue siendo valiosa, pero ya no es suficiente por sí sola para responder a las exigencias del entorno profesional actual.

Lo que buscan hoy los empleadores es capacidad de adaptación, aprendizaje autodidacta y manejo fluido de herramientas como ChatGPT, Claude, Google Gemini o DeepSeek. Habilidades que no siempre se enseñan en el aula, pero que son cada vez más determinantes para acceder a empleos bien remunerados.

La transformación que vive el mercado laboral es profunda y acelerada. Las compañías están priorizando habilidades prácticas relacionadas con IA por encima de credenciales académicas.

Según PwC, en los sectores con mayor exposición a la inteligencia artificial como el financiero, el marketing o el desarrollo de software; los requisitos laborales cambian un 66% más rápido que hace un año.

La autoformación se convierte en el nuevo estándar mínimo. Dominar Word o Excel ya no basta; ahora se espera que los candidatos sepan automatizar procesos, generar contenido con IA, analizar datos o interactuar con modelos de lenguaje natural. Todo esto puede aprenderse fuera del sistema educativo formal, muchas veces de manera gratuita o con recursos accesibles a través de internet.

El propio informe de PwC destaca que esta tendencia puede democratizar el acceso al mercado laboral. Al centrarse en lo que una persona puede hacer, se abren oportunidades para quienes no tienen un título universitario, pero sí habilidades prácticas.

En palabras del estudio: “Un mayor énfasis en las habilidades por encima de los títulos en la contratación puede ayudar a democratizar las oportunidades, abriendo puertas a quienes carecen del tiempo o los recursos para obtener títulos formales”.

Frente a esta nueva lógica, surge la pregunta respecto a si quedará obsoleta la educación superior. La respuesta es: no del todo.

Según los expertos, la universidad conserva su relevancia, aunque con un enfoque distinto al tradicional. En lugar de centrarse únicamente en la transmisión de conocimientos técnicos, se valora como un espacio donde se fomenta el pensamiento crítico, la capacidad de análisis y las habilidades para interactuar y formular preguntas clave en contextos complejos.

Esas habilidades humanas como empatía, creatividad y capacidad de análisis; serán difíciles de replicar por algoritmos, y seguirán siendo relevantes en un entorno cada vez más automatizado.

La clave estará en combinar formación académica con competencias digitales activas. Un modelo híbrido que una lo mejor de ambos mundos: profundidad conceptual y agilidad técnica.

El avance de la inteligencia artificial continúa a un ritmo acelerado, con modelos en constante evolución y herramientas que cambian casi a diario. Este escenario puede resultar abrumador para muchos trabajadores. Sin embargo, Joe Atkinson interpreta esa sensación de incomodidad como una respuesta natural ante un entorno que exige aprendizaje continuo y atención constante a los cambios tecnológicos.

Este nuevo panorama exige aprender a aprender. Y hacerlo de forma permanente. Plataformas como Microsoft Copilot, Google Gemini o DeepSeek ya están al alcance de cualquier persona con conexión a internet. Con ellas, es posible entrenar habilidades que antes requerían años de estudio formal.

La tecnología está cambiando las reglas del juego laboral, y quienes comprendan esto a tiempo podrán ocupar un lugar privilegiado en los próximos años.