
Aunque hace algún tiempo no había que pedirle permiso a nadie para llamarlo, con el tiempo, esta normalidad cambió para una generación específica de la población. Los jóvenes nacidos entre las décadas del 90 y el 2000 crecieron con los chats y las conversaciones premeditadas, algo que les generó pavor a las llamadas telefónicas.
Según un informe realizada por Uswitch en el Reino Unido, el 56% de los jóvenes de la Generación Z asocian las llamadas telefónicas con malas noticias y un 23% admite que nunca responde al teléfono, sin importar el motivo.
Este fenómeno, conocido como telefobia, refleja una transformación en las preferencias comunicativas de los más jóvenes, quienes priorizan los mensajes escritos y las plataformas digitales sobre las interacciones verbales en tiempo real.

La telefobia no se limita a una simple aversión a las llamadas, sino que está vinculada a la ansiedad que genera la falta de control sobre una conversación inmediata. La doctora Silvia Ongini, psiquiatra infanto-juvenil del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires, explicó que este temor puede estar relacionado con sentimientos de inseguridad y ansiedad ante la interacción verbal directa.
Las conversaciones planificadas
La preferencia de la Generación Z por los mensajes escritos, como los enviados a través de aplicaciones como WhatsApp, responde a la posibilidad de planificar, editar y controlar el contenido antes de enviarlo. Según la antropóloga social Zoia Tarasova, este comportamiento refleja una resistencia a la urgencia y la inmediatez que caracterizan las llamadas telefónicas. En un mundo donde el spam telefónico, los fraudes y las interrupciones innecesarias son frecuentes, los jóvenes optan por evitar estas experiencias.
En medio de esta tendencia, algunos gobiernos han tomado medidas para reducir el impacto de las llamadas no deseadas. Algunas iniciativas buscan utilizar prefijos específicos para identificar llamadas comerciales, una medida que podría disminuir las interrupciones y ofrecer mayor transparencia a los usuarios.

El origen del miedo: llamadas asociadas a malas noticias
El informe también señala que la asociación entre las llamadas telefónicas y las malas noticias es un factor clave en la telefobia de la Generación Z. Durante años, las llamadas han sido el medio principal para transmitir información urgente, como emergencias médicas, accidentes o fallecimientos. Este historial ha contribuido a que muchos jóvenes prefieran evitar las llamadas y opten por mensajes de texto o audios, donde pueden decidir cuándo y cómo responder.
Además, la falta de herramientas para pausar o retroceder en una conversación telefónica en tiempo real aumenta la incomodidad de los jóvenes, quienes valoran la posibilidad de reflexionar antes de responder.
El desafío de la telefobia en el ámbito laboral
El rechazo a las llamadas telefónicas no solo afecta las interacciones personales, sino que también plantea retos en el ámbito laboral. Muchas empresas enfrentan dificultades para contactar a candidatos jóvenes, quienes a menudo no responden a las llamadas para concertar entrevistas o coordinar tareas.

Casey Halloran, CEO de una agencia de viajes online, explicó que su equipo ha implementado programas de formación, incentivos y apoyo psicológico para ayudar a los empleados más jóvenes a superar esta fobia. Sin embargo, después de dos años de esfuerzos, la empresa está considerando abandonar las llamadas telefónicas como medio de comunicación interno y optar exclusivamente por mensajes de texto y chats en línea.
“Si el 23% de los empleados ni siquiera contesta el teléfono en casa, ¿cómo esperar que lo hagan en el trabajo?”, plantea Halloran.
Los expertos señalan que este comportamiento refleja una adaptación a las herramientas y dinámicas de su tiempo. Así como generaciones anteriores adoptaron el teléfono como una innovación clave, los jóvenes de hoy priorizan los mensajes digitales como su principal medio de comunicación.

En ese sentido, el rechazo de la Generación Z hacia las llamadas telefónicas no debe interpretarse únicamente como un problema, sino como una señal de cómo las generaciones se adaptan a los avances tecnológicos y las nuevas formas de interacción. Desde las cartas hasta los mensajes instantáneos, cada época ha transformado las herramientas de comunicación según sus necesidades y preferencias.
“Desde que surgió el teléfono, las modalidades de comunicación han cambiado, y las generaciones más jóvenes, como la Z, se han adaptado a nuevas formas de contacto”, concluye Ongini.
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