
El prestamista Esteban Rojas Almada parece estar rodeado. En pocos días se conocerá el veredicto del juicio en el que lo acusan de matar a su novia, Ferni Ayala Palacios, y por el que el Ministerio Público Fiscal pidió este miércoles que se lo condene a prisión perpetua. Apenas algunas horas después, durante la noche, hubo allanamientos en el barrio Zavaleta de Barracas, por una causa paralela que investiga sus maniobras financieras. Sospechan que era el encargado de lavar dinero de las bandas narco de la zona.
Rojas Almada se sentó ante el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 17 para escuchar los alegatos de la fiscal de juicio, María Luz Castany, quien solicitó la pena máxima por “femicidio doblemente agravado por el vínculo y por haber mediado violencia de género” y “portación ilegal de arma de guerra agravada”.
Más allá de los cargos, hizo hincapié en el control que ejercía el acusado sobre Ferni Ayala, y citó como ejemplos que “le revisaba su celular para ver con quién hablaba”, la empujó “a borrarse dos tatuajes”, y la hizo “alejarse de su propio hijo y de su familia”, según se desprende de la investigación.
“El contexto de violencia de género se evidenciaba en la excesiva posesividad que ejercía Rojas Almada, en el constante asedio y en la vigilancia que hacía de los movimientos de Ferni”, indicó la fiscal Castany en los alegatos, donde también destacó que “la enorme asimetría de poder entre ambos se vio acentuada por el despliegue de poder que tenía el hombre en la comunidad donde vivía”.
Es que a través del los préstamos este presunto femicida había ganado un peso importante dentro del barrio. El negocio lo manejaba él, pero le delegaba tareas a familiares y personas de máxima confianza. Luego del crimen de Ferni Ayala, el financista se escapó a Paraguay y empezó a desmoronarse la estructura que había armado en los años previos.

Con su caída comenzaron a investigarlo también por su actividad económica. El Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial N° 16 ordenó en las últimas horas una serie de allanamientos que se concretaron anoche dentro del barrio Zavaleta, en domicilios que pertenecerían a familiares del financista.
Las fuerzas federales que participaron del operativo habrían detenido a tres personas, presuntos partícipes de las maniobras de lavado de activos. También se habrían incautado drogas y documentos relevantes para la causa.
El juicio por el femicidio de Ferni Ayala continuará el miércoles 4 de diciembre. Restan los alegatos de la defensa, que argumentará que el prestamista no gatilló el arma que mató a la víctima. La explicación que dio el acusado es que ella le apuntó con la pistola -que desapareció de la escena del crimen y hasta ahora no fue hallada- luego de una discusión que habían tenido esa noche, y recién entonces él se abalanzó para sacársela.
“No sé en qué momento se disparó, yo no toqué el arma”, explicó Rojas Almada durante el juicio. Para la fiscalía esa coartada no es compatible con la mecánica del disparo, ya que no fue “a quemarropa”, sino que los dos balazos ocurrieron con el revólver apoyado sobre el cuerpo de la víctima.

La reconstrucción del femicidio
El 18 de febrero de 2023 Rojas y Ayala habían ido al boliche “La Sirenita”, ubicado en el barrio porteño de Constitución. Fueron con dos hermanas de la víctima y otros amigos que se sumaron a la salida. Uno de ellos le hizo un comentario a Ferni sobre su estado emocional: “Vos sufriste mucho, espero que ahora estés bien”, le habría dicho.
La fiscalía cree que esa insinuación enfureció al prestamista, que se peleó primero con el hombre y luego con su novia. La última vez que vieron con vida a Ferni Ayala fue a la salida del club nocturno, mientras lloraba al lado del presunto femicida.
En su declaración, el acusado contó que ambos volvieron al departamento borrachos y discutiendo: “Me rasguñó la cara y el cuello, me agarró el volante del auto y casi chocamos”. Y describió: “Tuve que parar cinco minutos porque ella estaba muy violenta”.
Según la versión de Rojas Almada, al llegar a su casa del barrio Zavaleta se dejaron de hablar por algunos minutos. Él fue al baño y, cuando salió, Ferni Ayala estaba empuñando un arma que él escondía en su ropero, una pistola calibre 9 milímetros. “Me dijo que me iba a matar y después se iba a suicidar”, aseguró. Ahí se le abalanzó, forcejearon y ocurrió el desenlace fatal. La fiscalía y la querella no creen que eso haya pasado, y están convencidos de que él tomó la decisión de matarla.
El prestamista continuó hablando sobre lo que pasó después de la muerte de Ayala. Cuando vio que no había nada para hacer, se lavó la sangre del cuerpo y fue a la casa de su madre, siempre de acuerdo a su relato. Le contó lo que había pasado y reconoció que en ese momento tenía decidido suicidarse. “Pensá en tu hija”, lo consoló la mamá.
Más tarde fue a visitar al cementerio la tumba de su padre y luego cruzó la avenida General Paz para ver a otro familiar: “Le quería dar un último abrazo”, indicó. “Yo no quería estar preso, ya sabía que la cárcel es un infierno”, argumentó Rojas Almada ante el tribunal. Seguía con la idea de quitarse la vida, pero en esa última parada lo convencieron de no hacerlo. Finalmente, se escapó en Uber a Paraguay, según precisó.
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