
La casa del country de Moreno, donde vive Macarena Mendizábal, no es solo un hogar. Es un hospital, un refugio, un centro de terapias y, sobre todo, el epicentro de un amor inquebrantable. A 10 años de aquel 5 de abril de 2015, día en que un accidente de tránsito le arrebató la conciencia y la dejó en un estado vegetativo, el diagnóstico sigue siendo el mismo: no ve, no escucha y no puede conectarse con su entorno.
Mientras el mundo siguió girando, ella quedó atrapada en un tiempo inmóvil. En la última década, su familia creció, cambió, sufrió pérdidas, vivió momentos inolvidables. Y Maca no estuvo presente en ninguno de ellos.
Hoy, a los 32 años, es tía de tres sobrinos. Dos hijos de su hermana mayor (Francisca, de 4 años y Salvador, de 6) y otro de su hermano (Malena, de 5). “Cuando los chicos vienen a casa, lo primero que hacen es ir a su habitación. Se acuestan con ella, la abrazan, le cantan, le hacen dibujitos”, relató a Infobae Adriana Arauj, mamá de la joven, sobre la estrecha relación que los pequeños sobrinos tienen con su tía.

Pero hay preguntas que siempre resultan difíciles de responder. “Qué lástima que la tía Maca no nos pudo conocer”, repiten cada vez que visitan la casa de su abuela. “A pesar de su corta edad, los nenes comprenden la historia de Macarena y la incluyen en su vida de una manera natural y afectuosa”, aseguró Adriana.
El casamiento de su prima y el nacimiento de su hijo Teo, las reuniones de Navidad y Año Nuevo, y los cumpleaños de cada familiar siempre la encontraron en la misma habitación. Incluso, la celebración de sus 30 años, que su mamá le organizó el 29 de septiembre de 2022. “Fue una reunión íntima y también estuvieron los amigos de siempre que siguen visitándola. Tratamos de mantener el ritual, pero no es lo mismo”, señaló José Luis Mendizábal, su papá, con tristeza.
Hace dos años, Adriana perdió a su padre. “Cuando volví a casa después del velorio, vi a Maca en su cama y pensé en todo lo que ella no supo. Lamenté que no pudiera despedirse de él”, aseguró.

Otro de los acontecimientos de los que la joven nunca se enteró fue que Santiago Silvoso, el ex corredor de autos que manejaba alcoholizado y la chocó tras cruzar un semáforo en rojo, fue condenado 3 años de cárcel por lesiones culposas gravísimas.
Para lograr ese fallo, la familia tuvo que batallar duramente en la justicia y revertir dos apelaciones que había hecho Silvoso. “Fue uno de los primeros casos de condena efectiva por un accidente de tránsito en Argentina. Su historia llegó hasta el Congreso, donde su nombre figura en el debate por el endurecimiento de penas para quienes causan siniestros viales con consecuencias fatales o discapacitantes”, recordaron sus padres.“La justicia hizo lo máximo que podía hacer con las leyes actuales. Por eso hay que cambiarlas”, agregaron.
Luego de que Maca pasara los primeros 3 años internada en el Fleni, un centro de rehabilitación neurológica, su mamá eligió que continuara en internación domiciliaria. “Desde hace 7 años estamos acá, en un country de Moreno”, contó la mujer, quien decidió convertir cada rincón de la vivienda en un espacio de atención y cuidado similar al de un hospital para tenerla cerca.

A pesar de que hay días en los que parece que Maca la puede mirar a los ojos o sentir una caricia, los médicos insisten en que se trata de movimientos involuntarios. Pero la familia prefiere creer otra cosa. “Cuando le damos un beso o le agarramos la mano, sentimos que hay una respuesta. Puede que sea subjetivo, pero preferimos quedarnos con eso”, admitieron Adriana y José Luis.
Actualmente, un equipo de cinco enfermeras rotativas acompaña a la joven las 24 horas. “Cuatro kinesiólogas motoras trabajan con los músculos de Maca, evitando que el cuerpo se atrofie. También hay kinesiólogos respiratorios, porque sus pulmones son su punto más débil”, precisó su mamá.
La rutina está meticulosamente armada: Maca se levanta de la cama, es trasladada a su silla de ruedas, recibe masajes, ejercicios y cuidados médicos. La casa tiene una galería convertida en un centro de rehabilitación, equipada con un bipedestador, un camastro y todo lo necesario para su terapia.
“Los costos son abrumadores. La prepaga cubre algunas cosas, pero hay otras que recaen directamente sobre la familia: pañales, sueldos de enfermeras, insumos médicos”, precisó Adriana, que para solventar los gastos decidió iniciar un juicio civil contra la compañía de seguros de Silvoso.

“Ese tema está a punto de resolverse, pero la cifra acordada es irrisoria. Son 80.000 dólares, apenas un cuarto de lo que gastamos en esta década”, ejemplificó Adriana.
Uno de los mayores logros en su evolución clínica ocurrió en 2023, cuando los médicos lograron retirarle el respirador que utilizaba diariamente. Según relató su madre, ella pasaba entre 12 y 14 horas al día con el respirador, lo que limitaba aún más su movilidad y requería una atención todavía más estricta.
“El año pasado, unos médicos innovadores del Hospital Italiano nos propusieron probar a sacárselo”, contó Adriana con orgullo. El proceso fue paulatino: primero se redujo el tiempo de uso del respirador, permitiendo que Maca respirara por sí sola durante periodos cada vez más largos. Después de varias semanas de seguimiento, los médicos decidieron retirarlo por completo. “Para nosotros fue un logro enorme, algo que nunca imaginamos que iba a pasar”, expresó.

Este avance mejoró su calidad de vida, reduciendo el riesgo de infecciones pulmonares y permitiendo una mayor movilidad dentro de su hogar. “A pesar de que su estado neurológico no cambió, este tipo de mejoras clínicas nos dan fuerzas para seguir adelante”, enfatizó.
Sin embargo, la mujer admitió que pasaron por varias situaciones críticas donde los médicos les plantearon desconectarla y la respuesta siempre fue negativa. “Nos han dicho: ’Hasta acá llegaron, para qué más sufrimiento’. Pero nosotros no vamos a tomar esa decisión”, sostiene.
Para la familia, Macarena sigue estando presente, aunque su cuerpo no pueda expresarlo. “Si tiene que irse, que sea cuando su cuerpo lo decida, no porque nosotros lo decidamos“, afirmó.

Si bien los primeros meses después del accidente, las amigas de Maca iban seguido a verla, con el tiempo esas visitas se fueron diluyendo. “Si hubiese sido al revés, Maca nunca les habría soltado la mano”, se sinceró Adriana, aunque después entendió que verla en ese estado también era muy difícil para ellas.
“Muchas no lo soportaron. Era demasiado doloroso. Preferían recordarla como era antes, alegre, divertida, llena de vida”, explicó. “La que más estuvo fue su mejor amiga, pero ahora se fue del país”, contó Adriana. “El resto, de vez en cuando, llama, pregunta cómo está, pero ya no viene”, agregó.

El único que nunca le soltó la mano fue Javier, el nene de 2 años al que Maca cuidaba antes del accidente. “Hace 15 días estuvo en casa, se quedó una semana entera. La ama, no deja de preguntar y preocuparse por ella”, contó Adriana al recordar que mientras cursaba el cuarto año de psicología y practicaba patín, su hija se desempeñaba como voluntaria en un hogar infantil.
“Con el tiempo, Maca se convirtió en una figura materna para él y, tras el accidente, nuestra familia siguió manteniendo un hermoso vínculo a pesar de que el nene tuvo que atravesar momento muy difíciles”, recordó la mujer, ya que 20 días después de la tragedia, la directora del hogar fue hasta su casa para pedirle que recibieran a Javier nuevamente porque él extrañaba a Maca.
A pesar de que Javier se revinculó con su madre biológica y volvió vivir con ella, la conexión con la familia Mendizábal nunca se perdió. “Al principio pensé que ya no lo veríamos más, pero su mamá nos dio su teléfono y después de unos meses me animé a escribirle. Desde entonces, siempre mantenemos el contacto”, explicó Adriana.

Para la familia, el aniversario del accidente trae consigo una mezcla de emociones: “Pasaron diez años, pero para nosotros el tiempo se congeló. Macarena sigue igual, mientras el resto del mundo sigue adelante”.
El dolor de verla en ese estado convive con la esperanza de que, de algún modo, siga presente. “No sabemos qué nos depara el futuro, pero mientras Maca esté con nosotros, vamos a seguir cuidándola y dándole el amor que merece”, afirmó su madre, quien tuvo que aprender a la fuerza a vivir con una realidad difícil, pero sin perder la determinación de seguir adelante.
El 5 de abril, en la intimidad de su hogar, la familia recordará el día que marcó sus vidas para siempre, pero también celebrará la resistencia de Macarena y la fortaleza de quienes nunca dejaron de acompañarla.
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