
La microbiota intestinal es la comunidad de microorganismos vivos —principalmente bacterias, virus, hongos y arqueas— que reside en el tubo digestivo y desempeña funciones esenciales en la salud humana. Entre ellas, se destacan la preservación del sistema inmunológico, la prevención de enfermedades como diabetes y obesidad; la mejora del estado de ánimo y el impacto positivo en el envejecimiento saludable.
El estilo de vida del siglo XXI contribuye a la pérdida de biodiversidad bacteriana en la microbiota, y a la reducción de sus colonias en el organismo, por el consumo frecuente de alimentos industrializados, el sedentarismo, ciertas enfermedades crónicas; y el arco de trastornos del sueño.
Se estima que en América Latina, 1 de cada 5 personas presenta síntomas digestivos disfuncionales. Entre ellos, el Síndrome de Intestino Irritable afecta al 10-20% de los adultos y se relaciona con altos niveles de estrés. El 60% de los pacientes con este síndrome experimenta impacto emocional, lo que refuerza la conexión entre el intestino y el cerebro.
El eje intestino-cerebro

El médico y microbiólogo Gianfranco Grompone, investigador científico especializado en el estudio de las interacciones entre bacterias y células humanas, explicó a Infobae: “Un metaanálisis publicado en Frontiers in Gastroenterology respalda que el consumo sostenido de determinados probióticos incide de manera favorable en el bienestar emocional y en la disminución del estrés intestinal, efectos atribuidos a la interacción con el eje intestino-cerebro“.
“La evidencia clínica apunta a que la cepa Lactobacillus reuteri Protectis incrementa la regularidad intestinal en el 93% de los casos y reduce la incomodidad abdominal hasta en un 72%“, precisó Grompone, director científico del laboratorio de origen sueco BioGaia - en alianza en la Argentina con Abbott- que se especializa en la investigación y el desarrollo de productos probióticos basados en la cepa Lactobacillus reuteri.
Probióticos: nuevo enfoque, cepas precisas
El intestino contiene más de 100 millones de neuronas en comunicación constante con el sistema nervioso central, lo que ha convertido al tracto digestivo en un verdadero “segundo cerebro”.
Según informan los expertos de Mayo Clinic, los probióticos pueden favorecer el equilibrio intestinal y mejorar procesos fundamentales como el sueño, la concentración y la inmunidad.

Un nuevo enfoque científico adquiere protagonismo: la importancia de distinguir las cepas específicas de los probióticos para determinar en qué tipo o perfil de paciente será más efectivo. Comprender el papel que cumple cada cepa resulta esencial al momento de evaluar su eficacia y definir los beneficios que pueden ofrecer.
Como se mencionó, la evidencia clínica apunta a que la cepa Lactobacillus reuteri Protectis incrementa la regularidad intestinal en el 9 de cada 10 personas y reduce la incomodidad abdominal hasta en un 72%.
Romper con la alteración del equilibrio intestinal

La cepa Lactobacillus reuteri cuenta con más de 250 estudios clínicos que respaldan su eficacia, mostrando mejoras de hasta un 50% en síntomas de intestino irritable, reducción del dolor abdominal y mayor regularidad intestinal en menos de un mes.
Cada cepa probiótica tiene efectos específicos, y Lactobacillus reuteri Protectis es una de las más estudiadas y seguras, presente también en la leche materna.
Para Gabriel Micali, director médico de Abbott Argentina (MN:96101): “El intestino, además de ser el lugar donde se digieren los alimentos, es también considerado -en la actualidad- como el centro de nuestra salud física y puede influir en lo emocional también. Cuidar su equilibrio es cuidar el bienestar en su sentido más amplio”.
Las cepas de probióticos más comunes incluyen las de los géneros Lactobacillus (como L. acidophilus, L. rhamnosus y L. plantarum) y Bifidobacterium (como B. longum y B. breve), además de Saccharomyces boulardii.
La eficacia de los probióticos depende no sólo de la cepa específica, sino también de la dosis.
Los probióticos reestablecen el equilibrio de la microbiota

El estilo de vida actual altera la composición de la microbiota intestinal, reduciendo la diversidad bacteriana que durante milenios formó parte del cuerpo humano.
“Cuando ese equilibrio se altera, las consecuencias no se limitan al sistema digestivo: puede aparecer fatiga, ansiedad, irritabilidad y sensación de malestar general. Por eso, cada vez más estudios destacan el rol de los probióticos (microorganismos vivos que ayudan a restaurar y restablecer el equilibrio natural de la microbiota intestinal) como aliados de una salud integral”, agregó el experto Grompone.
“Los probióticos de nueva generación nos invitan a pensar la salud de manera más integral. No solo ayudan a digerir mejor: influyen en cómo nos sentimos, dormimos y enfrentamos el día”, agregó el doctor Micali. Para que los probióticos sean efectivos, las bacterias beneficiosas deben estar activas.
La médica clínica Ana Carolina Garrafa (MN 185.493), del área de Gastroenterología del Hospital de Clínicas y miembro del equipo de Transplante de Microbiota Fecal, destaca la importancia de determinadas bacterias. Entre ellas, Faecalibacterium, que produce butirato, un compuesto antiinflamatorio.

“Las personas con insomnio suelen presentar menor cantidad de Faecalibacterium, lo que crea un entorno más inflamatorio y se asocia con una peor calidad del descanso”, explica Garrafa.
Los probióticos incluyen cepas como Lactobacillus y Bifidobacterium, que según Garrafa, “pueden modular la microbiota y mejorar la respuesta al estrés y la percepción de la calidad del sueño, según estudios experimentales”.
Probióticos y Alzheimer
El uso de probióticos y prebióticos -actúan como “fertilizantes” para la microbiota intestina- han mostrado efectos positivos en el sistema nervioso central, contribuyendo a la reducción o control de la depresión, la ansiedad, el autismo, la esquizofrenia y la enfermedad de Alzheimer, según un estudio citado en 2023 por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH).

Investigaciones recientes han identificado que estos compuestos pueden mejorar la función cerebral y tener un papel relevante en la prevención y tratamiento de trastornos mentales.
El análisis de las interacciones entre la microbiota, el intestino y el cerebro ha permitido comprender mejor los mecanismos de acción de los probióticos y prebióticos, de acuerdo con el trabajo.
A pesar de estos avances, el estudio citado advierte que se requieren más estudios, especialmente ensayos clínicos en humanos, para confirmar de manera concluyente los beneficios terapéuticos de estos compuestos y respaldar su uso en el ámbito médico.
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