Un equipo de investigación integrado por genetistas del Hospital General de Massachusetts, la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard y la Universidad de Duke logró identificar casi 300 trastornos genéticos que pueden tratarse durante el embarazo o en la primera semana de vida.
Esta nueva “lista de hallazgos fetales tratables” representa un avance con el potencial de transformar la atención prenatal, expandir las opciones terapéuticas disponibles y permitir intervenciones que podrían alterar el curso natural de enfermedades graves.
Los resultados del estudio, publicados en el American Journal of Human Genetics, consolidan años de trabajo en genética médica y ofrecen una herramienta concreta para mejorar el pronóstico de cientos de afecciones que, hasta hace poco, escapaban a cualquier posibilidad de tratamiento en etapas tempranas.

“Vimos una brecha crítica en la atención prenatal y una oportunidad para definir los trastornos genéticos que son tratables durante este período”, afirmó la doctora Nina Gold, directora de Genética Médica Prenatal del Hospital General de Massachusetts y profesora adjunta de pediatría en Harvard.
La especialista señaló también que “estas condiciones son procesables, lo que significa que, con información diagnóstica, podemos intervenir tempranamente y mejorar los resultados”.
La tecnología de secuenciación genómica, que en la última década ha evolucionado rápidamente, se presenta como una herramienta clave en este proceso. Combinada con los antecedentes familiares, esta técnica permite identificar genes responsables de anomalías detectadas por ecografía y, además, revela hallazgos incidentales que podrían predisponer al feto a desarrollar enfermedades graves, aunque tratables.
En palabras simples, si los médicos conocen la existencia de una cardiopatía congénita o un trastorno metabólico antes del nacimiento, pueden actuar con rapidez apenas el bebé nace, e incluso en algunos casos intervenir durante la gestación.

“El uso de la secuenciación genómica (GS) para el diagnóstico prenatal de fetos con anomalías ecográficas ha crecido enormemente en la última década. La GS fetal también ofrece la oportunidad de identificar variantes genómicas incidentales que no están relacionadas con el fenotipo fetal, pero que pueden ser relevantes para la salud fetal y neonatal”, precisaron los expertos en el estudio científico.
Asimismo, los investigadores aclararon que actualmente no existen directrices para informar hallazgos incidentales de la GS fetal.
“En Estados Unidos, se recomienda que la GS para adultos y niños incluya una lista de genes de ‘hallazgos secundarios’ que se asocian con trastornos para los cuales la vigilancia o el tratamiento pueden reducir la morbilidad y la mortalidad. Estos causan trastornos de inicio en la edad adulta. Es importante destacar que muchos trastornos genéticos de inicio fetal e infantil también son tratables. Una solución propuesta es crear una lista de hallazgos fetales tratables, que se puede ofrecer a las personas embarazadas que se someten a GS fetal o, eventualmente, como una prueba de detección de ADN fetal libre independiente”, precisaron.
Una lista con implicancias clínicas y éticas

La construcción de esta lista no solo consistió en un ejercicio teórico. Los investigadores realizaron una extensa revisión de literatura médica para identificar 296 condiciones genéticas con evidencia de respuesta positiva a tratamientos tempranos. Algunas de ellas se encuentran en los márgenes de la medicina fetal, con terapias emergentes que aún requieren desarrollo clínico. Otras ya disponen de intervenciones posnatales estandarizadas que, aplicadas a tiempo, pueden evitar daños irreversibles.
“Uno de nuestros objetivos es ampliar las opciones que tiene una familia durante el embarazo”, señaló Jennifer Cohen, genetista médica del Hospital Universitario de Duke y autora principal del estudio. “Estas listas de genes pretenden ofrecer la posibilidad de una intervención temprana, que en algunos casos puede cambiar la historia natural de la enfermedad”, una afirmación que resume con claridad el espíritu del trabajo: no solo detectar, sino ofrecer alternativas.
Por ejemplo, algunos de los trastornos incluidos en la lista pueden abordarse con medicación neonatal o con terapias de soporte específicas, como la administración controlada de líquidos y electrolitos en casos de desórdenes gastrointestinales. Otros contemplan cirugías correctivas o protocolos de seguimiento intensivo que mejoran significativamente la calidad de vida del recién nacido. En situaciones más excepcionales, la medicina fetal incluso permite tratamientos intrauterinos que hoy se exploran en centros especializados.

Sin embargo, esta revolución diagnóstica no llega sin advertencias. La posibilidad de contar con información genética detallada antes del nacimiento genera también dilemas éticos y desafíos en el ámbito clínico.
Los investigadores subrayan la necesidad de contar con equipos interdisciplinarios que incluyan genetistas médicos, obstetras, neonatólogos y especialistas en bioética. Solo así, afirman, se podrá gestionar de forma adecuada el volumen de información y las decisiones clínicas que esta puede desencadenar.
En palabras de la doctora Gold: “Nuestro objetivo al crear esta lista específica de hallazgos fetales tratables es mejorar la atención médica, pero somos conscientes de los desafíos que enfrentan los médicos, los asesores genéticos y los pacientes al abordar nueva información de salud durante el embarazo o inmediatamente después del nacimiento. Por eso es tan importante trabajar en equipo para empoderar a nuestros pacientes y brindarles la información más clara posible”.
Un punto de partida con futuro

La publicación de esta lista abre un camino que apenas comienza a recorrerse. Su implementación podría extenderse a programas de cribado genético durante el embarazo, ofreciendo a las familias la posibilidad de acceder a diagnósticos más precisos y actuar con anticipación. Pero su valor no reside solo en la detección, sino en su aplicabilidad clínica inmediata.
Las condiciones incluidas en el listado cumplen con un criterio esencial: pueden tratarse. No se trata de información abstracta ni de hallazgos con valor meramente predictivo, sino de datos que permiten salvar vidas, prevenir discapacidades y mejorar el pronóstico de enfermedades complejas.
Este abordaje también plantea nuevas perspectivas para la medicina fetal, un campo que ha evolucionado a gran velocidad gracias a los avances en imagenología, cirugía intrauterina y terapias dirigidas. La posibilidad de conocer la carga genética de un feto y actuar antes de que nazca representa una de las promesas más potentes de la medicina personalizada. Si bien aún existen obstáculos tecnológicos y debates éticos por resolver, la tendencia parece clara: la genética será un pilar fundamental de la atención prenatal del futuro.

Los investigadores reconocen que no todas las condiciones incluidas en la lista cuentan hoy con terapias plenamente desarrolladas. Algunas pertenecen a la frontera de la investigación clínica y requieren más estudios. Otras, en cambio, tienen un abordaje bien establecido, como ciertas enfermedades metabólicas que, si se diagnostican a tiempo, pueden tratarse con dietas específicas desde el nacimiento. La ventaja de agrupar estos trastornos bajo un mismo criterio de “tratabilidad” es que facilita su incorporación en protocolos clínicos y mejora el asesoramiento a los padres.
Este tipo de avances también pone en primer plano el papel de la educación genética en la formación de médicos y profesionales de la salud. A medida que esta especialidad se integra en la práctica clínica diaria, se vuelve imprescindible contar con profesionales preparados para interpretar secuencias genómicas, evaluar riesgos y acompañar emocionalmente a las familias en contextos altamente sensibles.
En definitiva, lo que hasta hace poco parecía inalcanzable ahora se perfila como un estándar emergente. La combinación de tecnología genética, medicina fetal y atención integral al paciente ha hecho posible un cambio de paradigma. Es por ello que intervenir antes del nacimiento, cuando todavía hay tiempo para modificar el curso de una enfermedad, no solo mejora el pronóstico; sino que también redefine lo que significa cuidar la salud desde el primer instante de la vida.
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