
El asma es una enfermedad respiratoria crónica que puede afectar a personas de todas las edades y que se manifiesta por la inflamación y el estrechamiento de las vías respiratorias pequeñas de los pulmones.
La inflamación dificulta la respiración y puede generar síntomas como tos, silbidos en el pecho (sibilancias), sensación de opresión torácica y dificultad para respirar, tanto en reposo como en movimiento. Los síntomas pueden limitar desde la práctica de deportes hasta actividades cotidianas como caminar o bañarse.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que “el asma es una enfermedad no transmisible (ENT) importante que afecta tanto a niños como a adultos y es la enfermedad crónica más común entre los niños”.
En el marco del Día Mundial del Asma, que se conmemora el primer martes de mayo, la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC) impulsa la campaña internacional promovida por la Global Initiative for Asthma (GINA), bajo el lema “Hacer que el tratamiento inhalado sea accesible para todos”.

En Argentina, aproximadamente 4 millones de personas padecen asma, lo que representa un porcentaje cercano al 10% de la población, según la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR).
Estos datos se alinean con las estimaciones internacionales que indican que la enfermedad respiratoria afecta al 9% de niños, 11% de adolescentes y 6,6% de adultos en todo el mundo.
Una de las grandes dificultades para el tratamiento del asma es condición subdiagnosticada: solo 1 de cada 2 personas afectadas tiene diagnóstico médico confirmado.
“El asma es una de las enfermedades respiratorias más comunes, pero también una de las más subdiagnosticadas”, expresó el doctor Sebastián Ferreiro (MN 89674), co-coordinador de la sección Inmunología y Enfermedades Obstructivas de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR).

Más de 15.000 hospitalizaciones por crisis asmáticas se registran cada año en Argentina y unas 400 personas mueren a causa de la enfermedad, a pesar de que existen tratamientos eficaces, señalan desde la AAMR.
El doctor Manuel Ibarrola (MN 126.554), co-coordinador de la sección Inmunología y Enfermedades Obstructivas de la AAMR señaló: “Tener el asma bajo control significa no presentar síntomas, no limitarse en las actividades diarias, usar poco o nada la medicación de rescate y mantener una función respiratoria normal. La educación, ya sea a través de programas específicos o en la consulta médica cotidiana, mejora la adherencia al tratamiento y, por ende, el control del asma”.
Tal como advierte la OMS, las personas con asma que no reciben el tratamiento adecuado pueden sufrir, además de complicaciones del sistema respiratorio, trastornos del sueño, cansancio diurno y falta de concentración.
Los síntomas, causas y factores de riesgo del asma
Los síntomas del asma varían según el paciente, pueden fluctuar con el tiempo y empeorar en contextos específicos, como la noche o durante el ejercicio físico.

Los más frecuentes son la tos persistente, especialmente por la noche; sibilancias al exhalar y, a veces, al inhalar; dificultad para respirar o falta de aire incluso en reposo; y opresión en el pecho, lo que dificulta respirar profundamente.
Los desencadenantes pueden incluir desde infecciones virales respiratorias, el aire frío o el ejercicio físico hasta alérgenos como el polvo, el polen, el moho, los pelos de animales o determinados químicos presentes en productos de limpieza o en ambientes laborales.
En cuanto a las causas, si bien no existe un único origen, sí se reconocen múltiples factores de riesgo. La herencia genética y la presencia de otras enfermedades alérgicas (como la rinitis o el eccema), aumentan la probabilidad de desarrollar asma. También existe una mayor prevalencia en personas con sobrepeso u obesidad.
Además de los desencadenantes ya mencionados, existen otros factores frecuentes que pueden precipitar una crisis asmática, entre ellos los irritantes químicos como perfumes fuertes, aerosoles o sprays, el humo del cigarrillo, y la contaminación ambiental.
También pueden influir los factores emocionales, como el estrés, la risa o el llanto, así como los cambios bruscos de temperatura o la exposición al aire frío. Estos elementos amplían el espectro de cuidados que las personas asmáticas deben tener en cuenta en su vida cotidiana.
Desigualdad en el acceso al tratamiento

“El asma es una enfermedad crónica de las vías respiratorias que dificulta el paso del aire por los bronquios. Esta obstrucción se produce por inflamación, exceso de moco y contracción de los músculos que rodean los bronquios en respuesta a diversos estímulos. Aunque la obstrucción es reversible con tratamiento, el asma no tiene cura. Por eso, el control y la prevención son fundamentales“, explicó la doctora Viviana Catarutti, médica clínica de OSPEDYC.
A pesar de que el asma es una enfermedad controlable con los recursos terapéuticos adecuados, en muchas regiones del mundo esos recursos no están disponibles, son inaccesibles por su costo o se utilizan de forma incorrecta por falta de información y de acompañamiento profesional.
El principal obstáculo, según la AAAeIC, es “la desigualdad en el acceso al tratamiento”. Esto se evidencia especialmente en las terapias inhaladas, uno de los pilares fundamentales en el manejo efectivo del asma.
La OMS refuerza esta problemática al señalar que “en 2021, los broncodilatadores estaban disponibles en los centros públicos de atención primaria de salud en la mitad de los países de ingresos bajos y medianos-bajos, y los inhaladores de esteroides en un tercio”.
Esa disparidad genera consecuencias directas en la calidad de vida de los pacientes. La falta de acceso no solo incrementa el riesgo de crisis asmáticas severas, hospitalizaciones e incluso muertes, sino que perpetúa la carga económica y social de la enfermedad en comunidades vulnerables.
“El asma no tiene cura, pero con el diagnóstico correcto, el tratamiento adecuado y el compromiso de los pacientes y sus familias, es posible llevar una vida activa y sin limitaciones. En este día, reforzamos la importancia de la información, el acceso al tratamiento y la conciencia para mejorar la calidad de vida de millones de personas”, expresó Cantarutti.
¿Por qué es fundamental el tratamiento inhalado?

El tratamiento inhalado es considerado la forma más efectiva de administrar medicación para el asma, ya que actúa directamente sobre las vías respiratorias.
La AAAeIC destaca que “su efectividad depende no solo de su disponibilidad, sino también de un diagnóstico preciso, el entrenamiento en la técnica de uso y el seguimiento clínico adecuado”.
Existen dos tipos principales de inhaladores: los broncodilatadores, que alivian los síntomas abriendo las vías respiratorias, y los corticosteroides, que reducen la inflamación y previenen crisis graves. Ambos pueden ser administrados mediante dispositivos que, en algunos casos, requieren espaciadores para mejorar su eficacia, especialmente en niños o en situaciones de urgencia.
“Como se trata de una enfermedad inflamatoria, los fármacos de primera línea son los inhaladores con corticosteroides, seguros y eficaces, que pueden utilizarse solos o combinados con broncodilatadores”, indican desde la AAMR.
El correcto uso del inhalador es tan importante como el dispositivo en sí. Muchos pacientes no reciben orientación suficiente sobre cómo usarlo, lo que reduce la eficacia del tratamiento y puede agravar la enfermedad. Por eso, además del componente farmacológico, se vuelve imprescindible fortalecer la educación médica y comunitaria.
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