
La fibromialgia y el síndrome de sensibilización central, que reúne a patologías como la migraña y cefalea tensional, el síndrome de intestino irritable, y el síndrome de fatiga crónica, entre otros; son condiciones que, aunque relacionadas, presentan diferencias y similitudes significativas. Es importante abordar estos trastornos de manera integral y adaptada a las necesidades de cada paciente.
La fibromialgia es una enfermedad crónica que se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado, fatiga, trastornos del sueño y rigidez en las articulaciones, se trata de una enfermedad frecuente que padece entre el 2% y el 3% de la población, siendo que 9 de cada 10 casos ocurren en mujeres.
En tanto, el síndrome de fatiga crónica es una enfermedad grave y de larga duración que afecta a muchos sistemas del cuerpo, según indican desde los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), de Estados Unidos. Esta patología también es denominada como encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica.
Por su parte, el síndrome de sensibilización central, es un término más amplio, que engloba diversos trastornos en los que el sistema nervioso central se vuelve hipersensible al dolor. Ambos comparten características como la amplificación de la percepción del dolor y la presencia de factores desencadenantes comunes. Aquí un repaso por los aspectos más importantes de estas patologías.

Cuáles son los síntomas de la fibromialgia
Según los NIH, los síntomas comunes de la fibromialgia incluyen:
- Dolor y rigidez en todo el cuerpo
- Fatiga y cansancio
- Problemas con el pensamiento, memoria y concentración (conocido como niebla mental o “lagunas”)
- Depresión y ansiedad
- Dolores de cabeza, incluyendo migrañas
- Síndrome del intestino irritable
- Adormecimiento u hormigueo en manos y pies
- Dolor en el rostro o mandíbula, incluyendo una afección conocida como trastorno de la articulación temporomandibular
- Problemas para dormir

Cuáles son los síntomas del síndrome de fatiga crónica
Por su parte, los síntomas del síndrome de fatiga crónica pueden incluir:
- Fatiga severa que no mejora con el descanso
- Problemas para dormir
- Malestar o fatiga post-esfuerzo, donde sus síntomas empeoran después de cualquier actividad física o mental
- Problemas con pensar y concentrarse
- Dolor
- Mareos

Cuáles son las causas de la fibromialgia y la fatiga crónica
En lo que se refiere al síndrome de fatiga crónica, se desconoce la causa y se estima que podría ser más de una, incluso puede contar con dos o más desencadenantes trabajen juntos para causar la enfermedad.
De igual manera, no se conoce la causa exacta de la fibromialgia, pero también pueden ser más de un factor los que impulsan el desarrollo de la enfermedad. Algunos de estos pueden ser: eventos traumáticos (como accidentes de tránsito), lesiones frecuentes o enfermedades como infecciones virales. Pero, además, puede generarse por sí sola o aparecer en familias, ya que también los genes pueden ser “instigadores” de la dolencia.

A quiénes puede afectar el síndrome de fatiga crónica y la fibromialgia
Cualquier persona puede ser diagnosticada con el síndrome de fatiga crónica, aunque es más común en quienes tienen entre 40 y 60 años, según resaltan los NIH. Quienes lo desarrollan con mayor frecuencia son las mujeres adultas. Lo cierto es que este síndrome puede ser catalogado como impredecible, ya que sus síntomas pueden aparecer y desaparecer; o, incluso, cambiar de ubicación, mejorar o empeorar.
De igual manera, cuando se trata de fibromialgia, pese a que puede ser diagnosticada en cualquier persona, es más común en mujeres (presentan hasta el doble de riesgo de padecerla), personas de edad mediana, pacientes de enfermedades como lupus, artritis reumatoide y espondilitis anquilosante; y aquellos que ya cuentan con un familiar con esta patología,

Cómo se diagnostica la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica
Para llegar al diagnóstico de la fibromialgia, en muchas ocasiones, los pacientes deben recurrir a varios profesionales de la salud, es por eso que se la califica como “difícil de diagnosticar”. La razón radica en que no existe un estudio específico para esta patología y sus principales síntomas pueden confundirse con otras dolencias. Es por este motivo que, primero, deben descartarse otras enfermedades para alcanzar un denominado “diagnóstico diferencial”.
Según los NIH, para lograr el diagnóstico de fibromialgia, el profesional de la salud debe analizar su historia clínica (con preguntas detalladas sobre los síntomas), realizar un examen físico, evaluar radiografías o análisis de sangre para descartar otras afecciones. En tanto, el experto tendrá en cuenta si el dolor cuenta con más de tres meses de duración, si entre los signos reportados por el paciente se encuentran la fatiga, despertar cansado y problemas cognitivos (de la memoria o pensamiento) y en cuántas partes del cuerpo se presentó dolor en la última semana
Al igual que en la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica se identifica tras obtener un “diagnóstico diferencial”. En la consulta médica, el profesional le realizará preguntas sobre su historia clínica y la de su familia, sus síntomas (condición actual, con qué frecuencia aparecen, qué tan serios son, cuánto tiempo han durado y cómo afectan su vida); además de evaluar pruebas de orina y sangre, entre otras; y realizar un examen completo de estado físico y mental

Cuáles son los tratamientos para el síndrome de fatiga crónica y la fibromialgia
Para el síndrome de fatiga crónica no existe cura o tratamiento aprobado, según aclaran desde los NIH. Aunque advierten que se pueden tratar o controlar algunos de sus síntomas, el método y forma depende de cada paciente y los signos que presente. Asimismo, recuerde que el síndrome puede generar dificultades para que realice sus actividades normales, por lo que puede resultar, en algunos casos, incapacitante.
La fibromialgia se trata con una combinación de terapias, las que pueden incluir medicamentos, cambios de estilo de vida, terapia conversacional y tratamientos complementarios. En resumidas cuentas, el enfoque de tratamiento debe ser multidisciplinario e integral. El ejercicio terapéutico es fundamental para mejorar la fuerza muscular, la flexibilidad y la resistencia, lo que puede contribuir a aliviar el dolor y la fatiga.
Asimismo, en el caso de la fibromialgia, la terapia manual, como la manipulación osteopática y la movilización articular, puede ayudar a mejorar la movilidad y la función, reduciendo el dolor y la rigidez. Las de relajación, como la meditación, el yoga y la respiración profunda, pueden ser de gran ayuda para disminuir el estrés y mejorar la calidad del sueño. Y la hidroterapia, que implica el uso de agua caliente o fría, puede aliviar el dolor y la inflamación en las articulaciones y los músculos.
Además, la terapia cognitivo-conductual puede ser útil para abordar los factores psicológicos que pueden contribuir a la percepción del dolor y al manejo de las emociones relacionadas con la enfermedad. La acupuntura es otra opción que resulta beneficiosa para algunos pacientes porque alivia el dolor y mejora el equilibrio energético.
Es esencial seguir una dieta equilibrada y antiinflamatoria que ayude a reducir la inflamación y mejorar la función del sistema inmunológico. Cada paciente es único y puede responder de manera diferente a los tratamientos naturales, por lo que es crucial trabajar con un profesional de la salud experimentado que evalúe y adapte el enfoque terapéutico a las necesidades individuales. Le recuerdo que, antes de comenzar algún tratamiento nuevo, es de suma importancia dialogar con el especialista tratante.
* Licenciado Javier Furman, kinesiólogo y fisioterapeuta
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