
En el Día Internacional de la Higiene Menstrual, que se conmemora el 28 de mayo, organizaciones de todo el mundo realizan acciones de concientización para que la menstruación no sea un factor más de desigualdad. Por eso, desde instituciones de todo el país están trabajan para romper con el estigma que hay alrededor de un hecho natural, pero que aún es un tema tabú.
Si bien la mayoría de las personas sabe qué es la menstruación, hay poca circulación de información científica y conocimiento real sobre la temática, sobre todo acerca de su impacto. La información hace a la educación, y además es un derecho que el Estado debe garantizar a la sociedad. Pero resulta difícil pensar en garantizar los derechos de las personas menstruantes si el Estado no tiene un rol activo en la generación, producción y difusión de información relevante, como así tampoco en la contención y entrega de recursos para quienes lo necesiten.
Por eso, es necesario hablar de menstruación y la gestión menstrual como un derecho. Esto incluye también: las consecuencias que puede tener en la salud el uso prolongado en el tiempo de elementos de contención como las toallitas higiénicas y los tampones, el impacto en el medioambiente por la tala de árboles para la fabricación de estos productos y las barreras socio-culturales que impactan directamente en la vida de las mujeres y personas menstruantes. “Crecí en una cultura donde la menstruación es tabú y las niñas y las mujeres son vistas como ‘impuras’, se reían de mi si no podía unirme a la clase de natación de mi escuela debido a mi menstruación”, asegura Loretta Wong, directora global adjunta de Incidencia de AHF (AIDS Healthcare Foundation), la mayor organización mundial de lucha contra el sida.

“Al hablar de gestión menstrual, nos referimos a todo aquello que necesita la persona menstruante: desde elementos de contención del sangrado como toallitas higiénicas y tampones, agua limpia e instalaciones sanitarias adecuadas, hasta el acceso a información para promover el saber. Lamentablemente en nuestro país, y en todo el mundo, muchas personas menstruantes carecen de los saberes y recursos para manejar la menstruación, y esto genera desigualdad y pone a muchas personas menstruantes en situaciones de peligro”, aclara Natalia Haag, directora de testeo y prevención de VIH de AHF Argentina.
Además, hay otro factor que resulta determinante: el acceso a dispositivos de contención de la menstruación. De acuerdo a una investigación realizada por Economía Femini(s)ta (EF), una organización argentina que busca visibilizar la desigualdad de género, el costo estimado de gestionar la menstruación con toallitas higiénicas y tampones durante el año pasado fue de entre 2.900 y 3.800. Dicho costo recae en las personas menstruantes, y genera un impacto a nivel económico, y también a nivel físico y emocional, puesto que no todas las personas menstruantes pueden afrontar este gasto.
Un ejemplo de cómo afecta la falta de acceso a los elementos de contención de la menstruación es el ausentismo en el ámbito educativo y laboral. En el primer caso, no solo hay un impacto a nivel aprendizaje, sino también a nivel emocional ya que las instituciones educativas muchas veces funcionan como espacios de contención y como proveedores de recursos para personas en situación de mayor vulnerabilidad. Por otro lado, en el ámbito laboral no se contempla la gestión menstrual como motivo de ausentismo, con lo cual se generan pérdidas económicas al trabajador, además de malestar que puede incluso terminar con la pérdida del trabajo.

Frente a esta situación, y para que la menstruación no siga siendo motivo de desigualdad, organizaciones sin fines de lucro en Argentina trabajan fuertemente para que la promoción de la salud menstrual sea declarado como de Interés Nacional y para promover leyes que impulsen la creación del Programa Nacional de Promoción de la Salud Menstrual. Se busca establecer como política pública la entrega gratuita de elementos de gestión menstrual de manera accesible y efectiva para toda persona que lo solicite y que el Estado tenga un rol activo en la asistencia de las personas menstruantes. Además, se está trabajando para la quita del IVA en los productos de contención menstrual.
En este sentido, existen muchas instituciones a lo largo y ancho del país que con su trabajo han logrado importantes avances durante el año 2020. Si bien todavía no hay una ley que regule la gestión menstrual a nivel nacional, sí se han presentado varios proyectos de ley (de alcance nacional, provincial y local) que bogan por los derechos de las personas menstruantes. Se estima que son más de 16 y que habrá más presentaciones en los próximos meses. Incluso, ya hay lugares que han comenzado a implementar la entrega gratuita de elementos de contención como el Municipio de Morón, el Municipio de San Rafael (Mendoza) y la ciudad de Santa Fe.
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