Las noticias son alentadoras, sobre todo porque se necesita alta productividad para ganarle la pelea a precios modestos, que además soportan derechos de exportación. Según informó la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos, se espera un breve período de La Niña en parte de la primavera y principios del verano de 2025-2026, antes de volver a un patrón neutral de El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) más estable.
Los especialistas coinciden en que se trata de un escenario que en principio es más favorable a Sudamérica que a Estados Unidos, lo cual debería resultar en un aumento de las siembras de gruesa en la Argentina y Brasil, con condiciones propicias en buena parte de la temporada de cultivo. De hecho se espera un crecimiento del área sembrada el caso del maíz, con números algo más atractivos que los de la soja.
Yendo a los detalles, el bureau estadounidense añadió que las condiciones neutrales del ENSO prevalecen sobre otras alternativas con una probabilidad del 56 % entre septiembre y octubre próximo. Posteriormente, se prevé un breve período de La Niña en parte de la primavera y principios del verano con chances superiores al 50%, antes de volver a la neutralidad del ENSO con una probabilidad que crecerá con el correr de los meses.
Por su parte, las predicciones del Instituto Internacional de Investigaciones sobre el Clima y la Sociedad (IRI), con sede en Estados Unidos, coinciden en que es muy posible que el ENSO-neutral persista durante el verano 2025-2026. Poco antes, la Agencia Meteorológica de Japón opinó que existe un 60 % de probabilidades de que el fenómeno de La Niña no se produzca y que los patrones climáticos normales (léase ENSO neutro) se mantengan durante nuestra temporada estival.

Hay que decir que durante el último mes, el ENSO se mantuvo neutral, con temperaturas superficiales del mar cercanas a la media en la mayor parte del Océano Pacífico ecuatorial. Las anomalías de temperatura subsuperficial en esta gran masa de agua se tornaron ligeramente negativas durante el último mes, con temperaturas inferiores a la media, observadas generalmente entre los 25 y los 200 metros.
Mientras tanto en nuestro país el escenario es inmejorable. Según la Bolsa de Comercio de Rosario, llegamos a esta altura del año con un 73% de la región pampeana con 50 a 300 mm más que la media en cuanto a precipitaciones, lo cual plantea buenas reservas para el trigo y el maíz 2025/26. Las atípicas lluvias de julio sumaron muchos milímetros y llegaron al oeste y algunas zonas del norte de la Argentina. Los especialistas de la entidad destacan que hace años que no se veían lotes así, ya que predomina la condición muy buena en el 80% del área triguera.

La BCR puntualiza que por una cuestión de circulaciones atmosféricas, suele pasar que llueve bien para el trigo en Buenos Aires (con muchas más chances por el patrón típico de las precipitaciones invernales) o que llueve bien para el cultivo en el resto de nuestra principal zona productiva. Pero es poco probable que las precipitaciones acompañen a toda la región pampeana, y es justamente lo que está pasando. De hecho se parece a uno de los fenómenos registrados en la campaña record 2021/22 de trigo, cuando se obtuvieron 23 millones de toneladas.
Ciertamente julio fue otro mes muy importante para aumentar las probabilidades de esperar un escenario de alta producción, ya que confirmó los pronósticos de un invierno con lluvias por encima de lo normal y con una muy buena distribución. También es verdad que falta mucho por andar, octubre es un mes clave. Además, técnicos y productores están en alerta, previendo que va a ser un año en que se harán muchas aplicaciones por enfermedades.
Por lo pronto el cultivo de trigo entra a octubre con ventaja y muy bien posicionado, a diferencia del año pasado: esta vez, la condición muy buena abarca al grueso de los lotes, y eso tiene correlato con la proyección de rindes promisorios.

Por lo pronto el consejo de los técnicos es seguir de cerca cualquier chance de lavado de nitrógeno y afinar el ojo para el control de royas y manchas, que suelen moverse a sus anchas en años predominantemente húmedos.
La bonanza en materia de humedad ha hecho posible un área sembrada de trigo en torno de los 6.900.000 hectáreas, y permite pensar en un maíz para el cual se proyectan 7.8 millones de hectáreas, es decir un crecimiento de casi el 10%, a lo cual se suman los 2.6 millones de hectáreas esperadas en girasol, un 18% por encima de la temporada previa. Desde ya, sería la soja la que pagaría los platos rotos ante esta formidable expansión.
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