
La guerra comercial desatada por Donald Trump contra China parece tomarse un respiro. Mutuamente se han castigado con tarifas que casi han terminado con el negocio entre ambas potencias. Las últimas noticias hablan del beneplácito del presidente estadounidense por los resultados de las negociaciones realizadas en Suiza entre dignatarios de la Casa Blanca y funcionarios del gigante asiático.
Trump menciona “un progreso sustancial tras dos días de conversaciones comerciales con China”. Por su parte, el secretario del Tesoro, Scott Bessent pondera la rapidez con la que pudieron llegar a un acuerdo, “lo que refleja que quizás las diferencias no eran tan grandes como se pensaba”.
A su turno, el viceprimer ministro chino He Linfeng afirmó que han acordado crear un mecanismo consultivo para continuar las negociaciones comerciales y económicas, según Reuters. A no engañarse, lo importante es ir viendo pequeños progresos; llegar a un acuerdo definitivo llevará muchos meses.

Temprano este lunes informadores especializados indicaron que a raíz del diálogo en Ginebra, Estados Unidos y China rebajarían temporalmente algunos aranceles durante 90 días. Beijing reduciría las tarifas sobre productos estadounidenses del 125% al 10%. Washington recortaría los aranceles sobre productos chinos del 145% al 30%. Inmediatamente el dólar alcanzó máximos de un mes frente al euro y el yen.
Lo cierto es que los asiáticos venían preparándose hace tiempo para contener los embates del republicano, y al menos en el área agrícola han tomado medidas concretas. Por caso, el Ministerio de Agricultura de China ha anunciado un plan de ahorro de forraje que busca reducir el uso de granos en la alimentación del ganado a aproximadamente un 60% y el contenido de harina de soja a alrededor de un 10% de la ración. Paralelamente ha potenciado sus producciones de maíz y trigo.
No termina ahí. Los chinos han explorado otros caminos para reducir su dependencia comercial de Estados Unidos en materia de commodities vinculados con el agro. Por un lado, el gigante asiático sigue estrechando sus relaciones con su gran socio comercial en Sudamérica: Brasil, donde los chinos han hecho numerosas inversiones.

Por otro lado, Bloomberg indicó que China busca asimismo los granos argentinos para combatir los aranceles de Trump. Según la agencia, Beijing firmó una carta de intención con exportadores de nuestro país para adquirir soja, maíz y aceite vegetal por un valor aproximado de USD 900 millones.
China refuerza así su plan destinado a evitar compras importantes de granos y derivados en Estados Unidos. Funcionarios de este país estuvieron recientemente en Buenos Aires para firmar un acuerdo no vinculante, del cual no trascendieron los detalles.
La información indica que una delegación del Consejo Chino para la Promoción del Comercio Internacional visitó Argentina y se reunió con actores vinculados con el comercio exterior y los mercados agrícolas de nuestro país, según un comunicado publicado en el sitio web del organismo comercial gubernamental.

Bloomberg dice que los delegados chinos también conversaron con representantes empresariales en Argentina sobre temas como la promoción del desarrollo económico bilateral y la protección del libre comercio. Ambas partes firmaron un memorando de entendimiento.
La oficina de prensa de Buenos Aires de la comercializadora china Cofco International Ltd. anunció el jueves en un comunicado que llegó a un acuerdo con Sinograin, la empresa estatal encargada de la gestión de las reservas estratégicas de alimentos de China, “para ampliar el suministro de productos agrícolas de Argentina hacia la nación asiática y explorar una mayor cooperación a largo plazo“.
Por otra parte, Fufeng Group Ltd. de China está interesada en construir una planta procesadora de maíz, con una inversión en torno de los USD 400 millones y una capacidad de procesamiento superior a las 500 mil toneladas anuales. La movida promete la generación de muchos puestos de trabajo.

Un punto no menor es que la Argentina tiene la soja más barata del mundo, cuestión que seguramente no ha pasado desapercibida para los chinos. Incluso la harina de soja argentina tiene menor precio que la brasileña. Avanzada la semana pasada, el gigante asiático había anotado nada menos que 30 buques desde Sudamérica, 9 de ellos corresponden a soja producida en nuestro país.
China ya es el mayor comprador de soja sin procesar de la Argentina -que se especializa en elaborarla más que venderla tal cual-, y el año pasado también autorizó el ingreso de nuestro maíz. Como contracara, hay que decir que la Argentina es un proveedor menor de granos para China y no había exportado soja al mayor mercado mundial desde enero de este año. Los envíos de maíz siguen siendo nulos, según datos de las aduanas chinas.
Si bien no es el primero de este tipo, un compromiso inicial tan grande por parte de China para los granos producidos en nuestro país es inusual. Beijing volverá a arreglar con Trump, y tendrá que comprar soja en Estados Unidos obligada por la coyuntura, pero sigue armando su estructura comercial de modo de reducir severamente su dependencia del poroto generado en la Unión. Un trabajo a mediano plazo, claro, pero sin vuelta atrás.
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