Martín Bossi: “Se dice que no se opina de los cuerpos ajenos y que se debe aceptar al otro, pero si pensás distinto te destrozan”

Tras el estreno teatral de “La cena de los tontos”, junto a Mike Amigorena y Laura Fernández, el comediante confesó que necesitaba dejar de ser un “showman” a tiempo completo y se animó a contar una historia con otros colegas. En diálogo con Infobae habló sobre el día en que se declaró adicto al celular, sobre los ataques de ansiedad que sufrió y la llegada de un amor desconocido

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Martín Bossi: “Se dice que no se opina de los cuerpos ajenos y que se debe aceptar al otro, pero si pensás distinto te destrozan”

El humor siempre ocupó un rol fundamental en la vida de Martín Bossi, y por primera vez, se está dedicando de lleno al género que más le gusta: la comedia pura. El artista habló con Infobae, en medio de un cambio personal, una reflexión profunda después de cumplir 50, y la revolución de amor que lo envolvió cuando se convirtió en el padrino de Amanda, la hija de Federico Hoppe y Macarena Rinaldi.

El teatro es un lenguaje que Martín conoce a la perfección, y supo protagonizar un sinfín de éxitos, pero sentía que era hora de cambiar su metodología de trabajo. Necesitaba dejar de ser showman a tiempo tiempo completo, y animarse a contar una historia junto a otros colegas.

Hace 15 años que vengo saltando y perdiendo un kilo y medio por show, así que tenía un poquito de desgaste físico y mental; ya canté, bailé, toqué el piano, pasé por la comedia musical con Kinky Boots, y era el momento de cambiar de género”, reconoce en diálogo con este medio.

Cuando llegó la propuesta no lo dudó, y se subió a las tablas en la obra La cena de los tontos, junto a Mike Amigorena y Laura Fernández. Está sorprendido con los resultados, y agradece el acompañamiento masivo del público.

“Me faltaba entrar en lo que considero que es el género por excelencia, y me dio mucho vértigo porque estaba acostumbrado a que siempre dependiera todo de mí, y ahora tengo que depositar mi responsabilidad en la mirada del otro, porque eso es la comedia”, confiesa.

Con una sonrisa, pide que lo presenten como “el hombre más estético y más inteligente de los últimos 20 años”, y demuestra que el humor siempre es su mejor comodín.

Martín Bossi protagoniza La Cena
Martín Bossi protagoniza La Cena de los Tontos junto a Laura Fernandez y Mike Amigorena (RS Fotos)

—¿Le das mucha bola a las redes sociales?

—Hoy no. Por las situaciones que tuve, sobre todo en el escenario, de tanta exposición, tanto rock, tanta desmesura por mi amor a esto, empecé a tener ataques de ansiedad, que se manifestaban como tics nerviosos en el escenario, situaciones corporales que quizá no se veían, pero yo las sentía, y entonces fui a un especialista.

—Te dabas cuenta vos y no el público.

—Sí, y era muy incómodo. Se exacerbaba cuando tenía exposición, incluso con la gente en la calle. Lo analicé, lo trabajé y empecé a bajar el azúcar, la harina y después el consumo del celular. Me declaré un adicto al celular y estoy curándome. Yo pasaba un mínimo de ocho horas por día con el celular, y a la noche me había agarrado la costumbre de mirar dos horas una serie, entonces eso más las horas de sueño, me daba 18. Me quedaban seis horas para vivir. Y además las redes me generaban insatisfacción y soledad. A muchos les pasa cuando ven el mundo feliz que es en Instagram, gente desnuda con abdominales, todos exitosos, todos llenan teatros.

—Toda la comida es rica, todos viajan.

—Todas las parejas son lindas, son felices, los veranos duran 12 meses. Empecé a luchar y a bajar mi tiempo con el celular. Hoy estoy en tres horas y media por día de WhatsApp, y con las series bajé de 14 horas semanales a seis horas semanales. Es como el cigarrillo. Y estoy volviendo a leer. Suena medio antiguo, pero estoy volviendo a hacer silencio y a conectar con lo que me rodea.

—Y encima vos trabajás con las redes.

—Es que son muy necesarias. La palabra TikTok es genial, porque si la dividís en dos es un poco de ‘tik’ y un poco de ‘tok’, que es lo que me pasaba. Hoy me levanto y no miro las redes hasta 20 minutos después de levantado. Y cuando voy a hacer pis a la noche tampoco. El resultado es que soy mejor en todo sentido: mejor amigo, mejor amante, mejor profesional, mejor conmigo mismo. Me está volviendo a la inspiración y no me siento manipulado, angustiado y solo. Creo que esa es la gran batalla.

—¿Cuándo empezó esta batalla?

—El día que me abrieron un WhatsApp. Y después cuando me pusieron Instagram y después TikTok. Twitter no porque no sé ni entrar. Y por ejemplo con el streaming, si me decís que entre a un streaming no sé cuál es el sistema, cómo conectarme.

—¿Y cuando entendiste que los tics y algunas cosas que te estaban pasando tenían que ver con la adicción en los dispositivos?

—Cuando fui al especialista. Hoy las películas y las series son todas de violencia, de narcos, mutantes, del fin del mundo. Todo es así. Desapareció la historia de amor porque la idea y el negocio es que no sea feliz, porque si sos feliz, no consumís. Elijo no dejarme manipular por la violencia que trae eso, y por la sensación de que no alcanza nunca. Yo creé mi propio algoritmo.

—¿Se fueron los tics?

—Todos. Realmente lo recomiendo, manejar el consumo de todo este tipo de cosas para dejar de estar angustiados. A veces salgo a la calle y tengo la sensación de que estoy en una película de ciencia ficción, donde todo el mundo enajenado. Desaparecieron mis ansias de ser conocido, de tener razón, de ser la estrella del momento y de ser tendencia. Creo también que las redes nos sacaron la posibilidad de la cultura y el saber.

—En esa ansiedad de la que hablaste, ¿tuviste que tomar medicación?

—Pude regularlo solo, con todos los cambios que fui haciendo.

El negocio es que no
El negocio es que no sea feliz, porque si sos feliz, no consumís (Cristian Gastón Taylor)

—Estamos en un momento de irritación social en todo sentido, y de tener que tomar posición por todo también, ¿no?

—Particularmente, el tema del humor no es que cambió, sino que cambió la inteligencia de la gente. Cuando vos tenés gente que no es inteligente es muy difícil hacer humor.

—¿Decís que no es el humor lo que cambió con el tiempo, sino la cabeza de la gente que lo recibe?

—Lógicamente cambiaron los parámetros con el tiempo, pero también la inteligencia de la gente. Ahora se dice que no se opina de los cuerpos de los demás, que se acepta al otro, pero si vos pensás distinto te destrozan. Entonces vos fijate la psicosis que hay. La falta de cultura y de lógica, yo digo que soy trisexual y me tenés que aceptar como corresponde. Si yo me pongo una camisa de este tipo nadie puede opinar, nadie puede decir che, boludo, te fuiste a la mierda con esta camisa. Ahora yo digo pienso a favor de Lali o a favor de Milei, cualquier cosa de esas y me destrozan. Entonces, ¿cuál es la aceptación del cuerpo y la sexualidad nada más? La aceptación de un ser humano es el todo, es su pensamiento, su sexualidad y la forma del cuerpo que tiene. Vos tenés que aceptar todo y a lo sumo: “Mirá, no estoy de acuerdo. Vamos a debatir”, pero no podés desechar a alguien por pensar distinto.

—¿Y qué hacés vos ante esa situación?

—Volar bajito y ser lo menos tendencia posible. Me hice el boludo durante 20 años con los medios, me fui adaptando para que no se den cuenta ni de quien soy ni qué pienso. Quiero que me quieran, y trabajo para que todas las personas, de todo tipo de cuerpo, todo tipo de pensamiento, sexualidad, ideas futbolísticas, vengan a verme. Trato de unirlos, hacerlos reír y hacer sentir bien a todos. Yo soy inclusivo en mi trabajo. Yo no discrimino, y si vos no pensás como yo no es que yo no te hago reír.

—Es verdad que hiciste de tu vida privada un culto, y que hay temas en los que elegís no entrar.

—Sí, lo elegí, porque hoy hay tantos enfrentamientos que yo ya perdí la cuenta. La novela del odio me la perdí. Ya no sé, ya me perdí y no sé favor de quién estoy, ya me mareé.

—¿No lo sabes o elegís no comunicarlo?

—Por momentos no lo sé, precisamente porque estoy lejos del odio. No mirás el celular una semana, y ya estás más lejos. A veces te juro que no sé qué es verdad y qué es mentira. El gran desafío del ser humano es discernir cuál es la verdad real.

—El clima social de hoy te jode.

—Sí. Mucho. Cuando en mi casa había discusiones me iba al club, acá no tengo un club para escapar porque hasta en los club hay odio. Eso me agota mucho. Terminé muy estresado, con las cuerdas vocales muy saturadas, el cuerpo muy saturado y con otros temas. Tenía que empezar a manejarme distinto con mis descansos, con mi pasión desmedida, con mi alimentación, con la conexión con los libros. Volver a mí. Había mucho enajenamiento interno.

—Dijiste que la pasaste muy mal a fin de año pasado.

—Sí, terminé muy agotado en una gira el año pasado. Muy cansado. A mí me cuesta básicamente existir en esta sociedad nueva, como se plantea el mundo hoy. No soy una persona que pertenezco a toda esta historia de odio, de enfrentamientos, no es la familia que yo quería construir, y me estresa mucho salir a la calle y ver a mis hermanos pelearse, ver un montón de cosas con las que no estoy de acuerdo. Tampoco me voy a victimizar, porque tuve un momento de conciencia donde dije: ‘Loco, voy a cumplir 50, ¿qué hago el resto de mi vida?’.

—Tuvo que ver con una crisis personal, no con algo de alrededor.

—Creo que es un exceso de sensibilidad y tener los ojos abiertos. Me mató abrir los ojos.

—¿Qué te abrió los ojos?

—Vivir, existir, investigar mucho el arte. El tema de lo artístico, que empecé a entender qué es el mundo, en qué se transformó, en gente persiguiendo seguidores, la sexualización de la vida, la sexualización del arte, que por momentos todo es lo mismo.

—¿Te ayudó a atravesar esa crisis tu reciente padrinazgo?

—Sin dudas. Conocí un nuevo amor, y me tatué el nombre deAmanda’, mi ahijada, la hija de Hoppe y Maca Rinaldi. Me encanta porque si lo dividís es ’Amar’ y Dar’ y su nacimiento implicó un cambio muy grande en mi vida. Le había hecho la promesa a Fede cuando estaba buscando un hijo con Maca, que si quedaba embarazada me iba a tatuar su nombre.

—¿Sentís que Amanda acompañó tu cambio personal?

—Totalmente. Me hace muy bien conectar con ella. Yo estaba muy dolido a nivel anímico. Cumplí 50 años y quiero durar más en este mundo, pero de una mejor manera. Me replanteé cómo subsisto entre tanta locura y tanto desacuerdo, porque no tengo un desacuerdo político, yo tengo desacuerdo con el ser humano, que es más profundo, y a veces no tengo salida porque no hay marchas contra el ser humano.

Martín Bossi con Tatiana Schapiro
Martín Bossi con Tatiana Schapiro en Infobae (Candela Teicheira)

—Si te digo la frase ‘Nunca trabajaría nunca con…‘, ¿cómo la completas?

—No, es una lista muy larga. Muy larga, muy larga. Creo que el 80% de las personas que conozco no trabajaría.

—El más soberbio de la industria es…

—El 85% de las personas que conozco son los más soberbios de la industria.

—¿El mejor humorista argentino de todos los tiempos?

—El Negro Olmedo.

—Una vez me mandé una gran cagada con…

—Con mis padres. Repetí tercer año y no se los conté. Al año siguiente los hacía llevarme al colegio como si hubiera pasado de año. Falsifiqué el boletín con una Commodore 64, digamos que fui uno de los primeros hackers. No existía internet. A veces sueño con ese momento donde me descubrieron y decepcioné a mis padres. Pero a su vez ese hecho también me hizo entender que yo podía crear realidades que no existían. Transformar y crear. Y eso se transformó en arte, y acá estoy.

—Si un día me despierto y soy otro famoso, me gustaría ser…

—Luciano Castro. Quiero tener los ojos y el cuerpo de Luciano Castro. Es muy superficial la respuesta. Pero sí, Luciano, quiero reencarnar en Luciano Castro.

—El más talentoso de la nueva generación es…

—Agustín Radagast me gusta mucho, porque tiene formación. No tiene deformación. Es músico, es un gran artista. Y hay cosas de Migue Granados que me gustan mucho. Me parece que es un tipo muy inteligente. Grego Rosello tiene mucho potencial también.

—¿Sexo a la mañana o a la noche?

—No, a la mañana no, porque a mí el sexo me saca piernas y yo estoy justito de cabeza en la vida. Me saca velocidad mental, y si tengo obra a la noche o reuniones, me pongo más boludo de lo que soy.

—Es a la noche con lo que quedó de vos, digamos.

—Pero prefiero con lo que quede y no arrancar todo el día con lo que queda del sexo.

—¿A qué famoso bloquearías de WhatsApp?

—Al 90% de las personas que tengo agendadas. Pero por una cuestión de respeto no lo hago.

—¿Qué es lo más ridículo que hiciste por amor?

—A una chica que trabajaba en una panadería le compuse un tema, una canción con un músico de medio pelo. La canción era re pedorra, pero lo agarré al pibe y fuimos. Vivía en Lanús, y me subí al balcón. Le cante serenata, me le trepé y le canté con el guitarrista.

—Es un montón.

—Y en un momento el guitarrista no sonaba bien. Entonces lo que se veía era un tipo trepado a un balcón con las manos abiertas, y me denunciaron. Vino la policía y tuve que explicar. Fuimos con el guitarrista. Era un nene, tenía 19.

—¿Mandaste mensajes erróneos por WhatsApp?

—Sí, sí. Me mandé unas cagadas tremendas.

—¿Qué hiciste? ¿Pediste disculpas, borraste, saliste corriendo?

—La mejor amiga de mi mamá se llama Araceli. Y yo me encontré con una chica que tenía el mismo nombre, y estábamos picantéandola por WhatsApp, y le entré con un audio sensual a la amiga de mi mamá.

—Le pediste disculpas a Araceli.

—Por supuesto. Y después me pasó con el corrector también. Un día me llamó alguien muy importante de una plataforma, alguien muy formal y le quise poner ‘te llamo en cinco’ y me corrigió ‘te mamo en cinco’. Fue terrible. Fue terrible. El corrector es traicionero.

—Bueno, pero eso es culpa del corrector

— Un día le dije, también todo el trabajo. Una persona muy importante de un canal. Me llamaron a mí, a un grupo de humoristas. Todo muy formal y vamos a comer. Yo: “Sí. Dale. Nos vemos. Si querés vamos. Hablamos de trabajo y nos comemos una pija entre cinco”. Yo estaba a la grande de muzzarella, y me corrigió así el tipo.

—Yo no sé cuánto me agregás vos en las historias. Es hermoso.

—La gente piensa que yo estoy exagerando y que digo cualquier cosa. Pero no.

"Descubrí un amor que no
"Descubrí un amor que no conocía", cuenta Martín Bossi sobre el padrinazgo de Amanda.

—¿Fede te puede dejar Amanda un fin de semana si quiere salir con Maca?

—Por ahora no, pero la paternidad es una deuda pendiente en mi vida. Si me enamoro mañana y quiero tener un hijo, lo voy a tener. No hay nada más hermoso. Pero tardé como un mes y medio en alzar a Amanda. La alzaron todo, y yo no me animaba. Para mí era todo un momento tenerla por primera vez en mis brazos, y tenía la fantasía de que se me podía caer. Pero cuando la agarré, se quedó conmigo, me empezó a mirar, y ahí descubrí un amor que no conocía.

—No sabía que tenías ganas, que había un deseo de paternidad. ¿Lo harías solo ese camino?

—Sí, hay deseo. Me parece que la paternidad es un acto de amor en todas sus formas, pero si a mí me das a elegir, elegiría en pareja, con una chica, formar una familia.

—Queda la puerta abierta entonces. Hoy estás enfocado en el teatro y en la comedia, en tu trabajo y en las risas del público.

—Totalmente. Lo que a mí me pasa es que yo no actúo. No soy un buen actor. Soy un enajenado que siente lo que actúa. Y creo que la felicidad es la interrupción del dolor, y siento que en La cena de los tontos interrumpimos el dolor por dos horas de una manera hermosa. La gente ha sido muy piadosa conmigo y desde que arranqué en el 2010, me han visto más de dos millones de personas en distintos teatros. Nunca me imaginé que a mis 50 iba a estar viviendo el éxito de taquilla más grande de mi vida. Soy un agradecido con el público, y pretendo devolverles ese amor en cada proyecto que encaro.

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