
Dormir bien, con la cantidad de horas adecuadas y con buena calidad, es fundamental para mantener una buena salud. El Ministerio de Salud (Minsa) recomienda dormir entre 7 y 8 horas diarias como parte de un estilo de vida saludable, para controlar el estrés y prevenir enfermedades como la hipertensión o la diabetes. Por su parte, el Seguro Social de Salud (EsSalud) señala que muchos asegurados presentan problemas de sueño, lo que alerta sobre la importancia de promover buenos hábitos desde la infancia.
Para los niños y adolescentes, el sueño no es un lujo sino una necesidad crítica: su organismo y su cerebro aún crecen y se desarrollan, y durante el descanso ocurren procesos clave de reparación física, crecimiento celular, regulación hormonal, consolidación de aprendizajes y restauración mental. Cuando no duermen lo suficiente o su sueño es de mala calidad, pueden resentir seriamente su desarrollo físico, rendimiento escolar, estado emocional y salud general.
Lo que pasa con el desarrollo físico de tu hijo cuando no duerme bien
La falta de sueño adecuado puede afectar la salud física de los menores de múltiples formas. Dormir menos de lo recomendado interfiere con el crecimiento y desarrollo corporal, pues durante el sueño el organismo libera hormonas esenciales para el crecimiento, la regeneración celular y el mantenimiento del sistema inmune. Además, la falta de descanso persistente puede provocar alteraciones en el metabolismo, aumento del riesgo de obesidad, desregulación del apetito y problemas hormonales, lo que en el largo plazo puede predisponer a enfermedades crónicas.

El sistema inmunológico también se ve debilitado: dormir mal reduce la capacidad del organismo para defenderse, lo que puede significar más enfermedades, infecciones, y en general un sistema de defensa menos eficaz. Asimismo, la energía y vitalidad del niño se reducen: pueden sentirse cansados, débiles, con menos resistencia para realizar actividades físicas, juegos o deportes, lo que limita su desarrollo muscular y motriz, y reduce su bienestar general.
Lo que pasa con el desarrollo mental de tu hijo cuando no duerme bien
El sueño también es clave para el desarrollo cerebral. Según un estudio citado por los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NHI), niños de 9 a 10 años que dormían menos de nueve horas diarias mostraron mayores problemas de salud mental y de comportamiento que aquellos que dormían lo suficiente. En esos niños se observó menor volumen en ciertas áreas cerebrales responsables de la atención, la memoria y el control emocional.
La falta de sueño puede traducirse en dificultades para concentrarse, memorizar y aprender: esto afecta el rendimiento escolar, la capacidad de retener información, resolver problemas, planificar y tomar decisiones. También puede manifestarse en dificultades para regular emociones, mayor irritabilidad, impulsividad, ansiedad, estrés, e incluso síntomas depresivos.

Además, un sueño de mala calidad puede fragmentarse, con despertares frecuentes, ronquidos, interrupciones o dificultades para conciliar el descanso, lo cual impide que el cerebro cumpla su función de “limpiar” toxinas y consolidar lo aprendido durante el día. Esto puede afectar negativamente la memoria, la creatividad y la estabilidad emocional.
Recomendaciones para que tus hijos puedan dormir bien
- Establecer un horario fijo para acostarse y despertarse, todos los días, incluso fines de semana. La consistencia ayuda a regular el “reloj biológico”.
- Crear un ambiente adecuado para dormir: dormitorio oscuro, silencioso, fresco y cómodo; reducir estímulos externos como iluminación intensa, ruidos o pantallas.
- Evitar que niños y adolescentes usen pantallas (TV, tabletas, celulares) al menos una hora antes de dormir porque la luz azul inhibe la secreción de melatonina, hormona esencial para conciliar el sueño.
- Promover actividad física regular durante el día: juegos, deportes, paseos, pero evitar ejercicios intensos cerca de la hora de dormir.
- Fomentar una alimentación equilibrada: evitar comidas pesadas, con exceso de cafeína o azúcar en la noche; una dieta saludable contribuye a un sueño reparador.
- Priorizar las horas de sueño recomendadas para la edad: los niños en etapa escolar requieren entre 9 y 11 horas; adolescentes entre 8 y 10 horas; esto contribuye al crecimiento, consolidación de memoria, regulación emocional y buen desarrollo general.
- Establecer rituales tranquilos antes de dormir: leer un cuento, tomar un baño relajante, hablar en familia o actividades calmadas en lugar de estímulos fuertes. Esto ayuda a que el cuerpo y la mente se preparen para el descanso.
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