Cómo los traumas infantiles afectan la salud mental de las personas en su adultez

Los traumas infantiles no tratados adecuadamente pueden ser la raíz de múltiples trastornos mentales en la adultez

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Los traumas infantiles son experiencias
Los traumas infantiles son experiencias dolorosas o estresantes que superan la capacidad emocional de un niño para afrontarlas (Imagen Ilustrativa Infobae)

La salud mental es un aspecto esencial del bienestar humano y debe cuidarse desde los primeros años de vida. En el Perú, según datos del Ministerio de Salud (Minsa) y del Seguro Social de Salud (EsSalud), cerca del 30 % de los problemas de salud que enfrentan los peruanos están relacionados con trastornos mentales o emocionales, y una gran parte de estos se origina en experiencias adversas durante la infancia. Sucesos como la violencia familiar, el abuso, la negligencia o la pérdida de figuras significativas pueden dejar huellas profundas en la mente de un niño, las cuales se manifiestan en la adultez como traumas psicológicos.

Estos traumas no desaparecen con el tiempo; por el contrario, se transforman en patrones de pensamiento y conducta que afectan la forma en que la persona se relaciona consigo misma, con los demás y con su entorno. Por ello, reconocer el impacto de los traumas infantiles resulta clave para entender y prevenir diversas dificultades de salud mental en la adultez.

Cómo los traumas infantiles afectan la salud mental

Los traumas infantiles son experiencias dolorosas o estresantes que superan la capacidad emocional de un niño para afrontarlas. Como el cerebro infantil aún está en desarrollo, estas experiencias alteran su forma de interpretar el mundo y generan heridas emocionales que persisten en la vida adulta.

Presenciar discusiones constantes, agresiones físicas
Presenciar discusiones constantes, agresiones físicas o psicológicas entre los padres genera un entorno inseguro (Imagen Ilustrativa Infobae)

En la adultez, las personas con traumas infantiles suelen experimentar:

  • Dificultades en las relaciones interpersonales: problemas para confiar en los demás, miedo al abandono o vínculos marcados por la dependencia o el aislamiento.
  • Baja autoestima: sensación constante de no ser suficiente o de no merecer cosas buenas.
  • Problemas emocionales: ansiedad, tristeza profunda o incapacidad para manejar el estrés de forma saludable.
  • Repetición de patrones: algunas personas reviven en sus relaciones adultas los mismos escenarios de violencia o abuso que experimentaron en la infancia.

De este modo, los traumas no resueltos se convierten en un obstáculo para una vida plena y equilibrada.

Qué sucesos suelen provocar traumas infantiles

No todos los niños responden de la misma manera ante las adversidades, pero existen situaciones que, por su intensidad y frecuencia, suelen dejar marcas emocionales profundas:

  • Violencia intrafamiliar: presenciar discusiones constantes, agresiones físicas o psicológicas entre los padres genera un entorno inseguro.
  • Abuso físico, sexual o emocional: experiencias de este tipo afectan gravemente la confianza y la percepción de seguridad del niño.
  • Negligencia o abandono: crecer sin cuidados básicos, sin atención emocional o en un ambiente de indiferencia puede producir sentimientos de soledad y desamparo.
  • Pérdida de seres queridos: la muerte de un padre, madre u otro referente significativo puede generar duelos no resueltos.
  • Bullying o acoso escolar: las burlas, humillaciones o agresiones en la escuela dejan secuelas de inseguridad y miedo social.
  • Pobreza extrema o inestabilidad social: la falta de recursos y las condiciones de vida precarias aumentan la vulnerabilidad emocional.
El trastorno de estrés postraumático
El trastorno de estrés postraumático se manifiesta con recuerdos intrusivos, pesadillas y reacciones de sobresalto vinculadas al trauma vivido en la infancia (Imagen Ilustrativa Infobae)

Estos sucesos, cuando no se abordan con acompañamiento psicológico, se convierten en cicatrices emocionales que la persona arrastra hasta la adultez.

Traumas infantiles y trastornos mentales

Los traumas infantiles no tratados adecuadamente pueden ser la raíz de múltiples trastornos mentales en la adultez:

  • Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): preocupación excesiva, tensión constante y dificultad para relajarse.
  • Depresión mayor: sentimientos persistentes de tristeza, desesperanza y pérdida de interés en actividades cotidianas.
  • Trastorno de estrés postraumático (TEPT): recuerdos intrusivos, pesadillas y reacciones de sobresalto vinculadas al trauma vivido en la infancia.
  • Trastornos de la personalidad: como el trastorno límite, caracterizado por relaciones inestables, emociones intensas y miedo al abandono.
  • Adicciones: consumo problemático de alcohol, drogas o comportamientos compulsivos para evadir el dolor emocional.
  • Trastornos alimenticios: como la anorexia o la bulimia, que en muchos casos se asocian a intentos de controlar el cuerpo frente a un entorno caótico.

El impacto no solo es emocional, sino también físico, ya que los traumas infantiles se relacionan con enfermedades cardiovasculares, problemas inmunológicos y mayor vulnerabilidad a dolencias crónicas.