Parentalización: cuando los padres tratan a sus hijos como adultos desde que son pequeños

En lugar de ser cuidados, algunos niños se convierten en quienes cuidan emocionalmente o incluso físicamente a sus padres

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La parentalización emocional ocurre cuando
La parentalización emocional ocurre cuando el niño se convierte en el apoyo emocional de uno de sus padres (Belén Picado)

Los padres y madres son los principales responsables del cuidado físico, emocional y psicológico de sus hijos. Durante la infancia, los niños necesitan una figura adulta que los guíe, los proteja y les ofrezca un entorno seguro para desarrollarse de forma saludable. Según el Ministerio de Salud (Minsa), el entorno familiar y el estilo de crianza es clave en el desarrollo emocional infantil, ya que influye directamente en el manejo de la autoestima, la empatía y la regulación emocional. Por su parte, el Seguro Social de Salud (EsSalud) resalta que un hogar funcional y equilibrado es fundamental para prevenir trastornos psicológicos en la niñez y la adolescencia.

Sin embargo, existen dinámicas familiares en las que este rol protector se invierte. En lugar de ser cuidados, algunos niños se convierten en quienes cuidan emocionalmente o incluso físicamente a sus padres. Este fenómeno, conocido como parentalización, es más común de lo que se cree y tiene consecuencias importantes en la salud mental de quienes lo experimentan.

¿Qué es la parentalización?

La parentalización ocurre cuando un niño, desde temprana edad, es tratado como si fuera un adulto, asumiendo responsabilidades o roles que no le corresponden. Esto puede ir desde encargarse del cuidado de sus hermanos menores, consolar emocionalmente a sus padres, hasta ser el mediador en conflictos familiares o incluso tomar decisiones propias de los adultos del hogar.

Aunque puede parecer que estos niños son maduros para su edad, lo cierto es que están cumpliendo un rol que les genera una carga emocional excesiva. En muchos casos, no se trata de una elección, sino de una necesidad que surge en familias donde los adultos no están cumpliendo adecuadamente con su función parental.

Un ejemplo de parentalización es
Un ejemplo de parentalización es cuando uno de los hijos se encargar del cuidado de sus hermanos menores (Imagen Ilustrativa Infobae)

Existen dos formas principales de parentalización:

  • Parentalización instrumental: cuando el niño asume tareas prácticas, como cocinar, limpiar, cuidar hermanos o encargarse de asuntos del hogar.
  • Parentalización emocional: cuando el niño se convierte en el apoyo emocional de uno de sus padres, escucha sus problemas, los consuela o asume el rol de “confidente”.

Ambas formas son perjudiciales si ocurren de manera constante, ya que impiden que el niño viva su infancia de manera natural y saludable.

Parentalización y padres inmaduros emocionalmente

La parentalización suele darse en contextos donde los adultos a cargo tienen una madurez emocional limitada o atraviesan situaciones que los sobrepasan, como problemas económicos, enfermedades mentales, separaciones conflictivas o falta de apoyo familiar. En estos casos, el niño se convierte en una especie de refugio emocional para el adulto.

Los padres inmaduros emocionalmente suelen tener dificultades para regular sus emociones, tomar decisiones responsables o establecer límites sanos. Al no poder ejercer adecuadamente su rol de cuidadores, proyectan en sus hijos necesidades que deberían ser atendidas por otros adultos o por ellos mismos.

Al no haber sido validados
Al no haber sido validados como niños, quienes han sido víctimas de la parentalización les cuesta reconocer sus propias necesidades y emociones (Freepik)

Este tipo de dinámica puede ser sutil y muchas veces pasa desapercibida. Frases como “mi hijo es el hombrecito de la casa” o “ella es mi mejor amiga, me entiende más que nadie” pueden parecer inofensivas, pero son indicios de que el niño está siendo colocado en un lugar que no le corresponde.

¿Cómo la parentalización afecta la salud de los hijos?

La parentalización tiene un impacto significativo en la salud mental y emocional de los niños, especialmente cuando se prolonga en el tiempo. Estos son algunos efectos comunes:

  • Ansiedad y estrés crónico: asumir responsabilidades adultas genera una sobrecarga emocional que puede derivar en síntomas físicos como dolores de cabeza, insomnio o problemas digestivos.
  • Dificultades para poner límites: al crecer sintiendo que deben cuidar a los demás, muchos niños parentalizados se convierten en adultos que priorizan siempre a los otros, incluso a costa de sí mismos.
  • Culpa y miedo al abandono: sienten que si no cumplen con su rol, algo malo puede pasar. Esto genera una constante sensación de responsabilidad por el bienestar de los demás.
  • Problemas de autoestima: al no haber sido validados como niños, les cuesta reconocer sus propias necesidades y emociones.
  • Relaciones afectivas disfuncionales en la adultez: muchas veces repiten el patrón y se vinculan con personas que los hacen sentir responsables de su bienestar, lo que puede derivar en relaciones desequilibradas.

Además, la parentalización puede generar un desarrollo emocional interrumpido. Aunque el niño parezca maduro, en realidad ha tenido que saltarse etapas clave de su crecimiento personal, como el juego libre, la exploración y el aprendizaje desde el error, fundamentales para su formación emocional.