Las razones por las que no comemos huevos de pavo no tienen que ver con su sabor

A pesar de tener un valor nutricional mayor, los huevos de pavo no pueden competir con los de gallina

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Los huevos de pavo pueden
Los huevos de pavo pueden llegar a duplicar en peso a los huevos de gallina. (Pixabay)

El pavo es una de las aves más consumidas en el mundo, sobre todo en épocas festivas como Navidad o Pascua. Sin embargo, a diferencia de su carne, sus huevos son los grandes ausentes en los supermercados y menús, lo cual haría suponer que no son comestibles.

El sabor está fuera de discusión. Según ModernFarm, los criadores de pavos afirman que su sabor es muy similar al de un huevo de gallina, aunque poseen una cáscara más dura y una membrana más gruesa.

Los huevos de pavo son significativamente más grandes que los de gallina, lo cual se refleja en al diferencia de peso: entre 65 y 115 gramos frente a 50 gramos. Asimismo, los primeros son notablemente más ricos en calorías, proteínas y grasa. A pesar de estas características que podrían atraer a un público específico, la verdadera barrera para su popularización radica en el coste de producción.

Pocos huevos

Luego de seleccionar un lugar seguro en el suelo para construir su nido, durante un período de dos semanas, la pava pone un huevo cada 24 a 32 horas hasta conformar una nidada de entre nueve y trece huevos. Para los productores, esto es insuficiente.

Comparación de tamaños entre gallinas
Comparación de tamaños entre gallinas y pavos. (Freepik)

Mientras que una gallina puede poner hasta 350 huevos al año, una pava produce alrededor de 100 huevos con un ciclo de fertilidad más prolongado.

El profesor Nathan Pelletier, economista ecológico, explica que la producción de huevos de pavo supone un gasto considerablemente mayor en términos de espacio y alimentación, comparado con la de los huevos de gallina, dado que son animales más grandes.

La producción de huevos de pavo, por tanto, impacta más negativamente en la sostenibilidad, debido al mayor uso de recursos y emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente metano, proveniente de la descomposición de su excremento.

Esto, en combinación con la escasa frecuencia de puesta, deriva en un precio de mercado prohibitivo de aproximadamente $2 a $3 por huevo, lo que supone hasta $36 por docena, según The Spruce Eats.

El cálculo económico favorece a la cría de pavos para carne, debido al costo marginal y al reducido mercado para los huevos caros. Si bien, como expresó Pelletier, “no hay razón alguna para no comer huevos de pavo”, la mayoría de los granjeros prefiere destinar los huevos de pavo a la producción de más aves, un uso más lucrativo bajo las condiciones actuales de mercado.

Crianza de pavos. (Pixabay)
Crianza de pavos. (Pixabay)

El huevo de gallina, sin competencia

La comparación con la industria del huevo de gallina, en gran expansión y optimización desde la posguerra, es significativa. Los avances genéticos y en gestión han convertido a las gallinas en eficientes productoras, capaces de producir abundantemente esta proteína animal con un bajo impacto medioambiental.

En Canadá, por ejemplo, aunque ha habido un incremento del 50% en la producción de huevos de gallina desde la década de 1960, el impacto ambiental de la industria ha disminuido significativamente, indicó Pelletier. Todo esto alimenta la diferencia en popularidad y viabilidad económica entre los huevos de pavo y los de gallina, y sitúa a los primeros en un mercado prácticamente inexistente.