
El acuerdo firmado entre YPF y la empresa italiana ENI para avanzar con el proyecto Argentina LNG, no es un contrato más. Tiene una gran importancia estratégica. Estamos hablando de un paso histórico hacia la transformación de nuestro país como jugador clave del mercado energético global. Y va a hacer grande a Río Negro esta vez. Hoy somos protagonistas.
Este proyecto —que incluye la instalación de plantas flotantes de licuefacción y que proyecta exportaciones de gas licuado por más de 15.000 millones de dólares anuales a partir de 2031— tiene nombre y apellido para nosotros: Punta Colorada, en la localidad de Sierra Grande, a la altura del kilómetro 1.250 de la ruta Nacional N° 3. Las bondades logísticas, estratégicas del Golfo San Matías y el acceso preferencial a las rutas marítimas de los mercados internacionales para el transporte de GNL, fueron determinantes para la implantación del proyecto en las costas rionegrinas. Es allí donde se va a construir el puerto de aguas profundas, y es allí donde nuestra provincia puede marcar un antes y un después en su historia.
Pero para que esto no quede sólo en los titulares, necesitamos algo más que entusiasmo. Necesitamos planificación, decisión política y federalismo real. Es momento de que Río Negro deje de mirar pasar los trenes del desarrollo y se suba al vagón principal. Tenemos recursos, tenemos ubicación estratégica, tenemos técnicos capacitados y, sobre todo, tenemos la convicción de que esta vez no nos van a dejar afuera gracias a nuestro presidente Javier Milei.
Las obras de infraestructura, los empleos, las inversiones, los beneficios fiscales: todo eso tiene que tener un anclaje territorial concreto.
El gas que se va a exportar es argentino, sí, pero en gran parte es rionegrino. Y eso tiene que traducirse en desarrollo para nuestras ciudades, en oportunidades para nuestros jóvenes, en crecimiento para nuestras pymes. El GNL es la gran puerta de entrada al futuro. Y mi compromiso es que Río Negro no se quede esperando en la vereda.
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