Batalla política de ida y vuelta: Milei brutal, Francos ofendido

Se impone la confrontación extrema como armado político. El Presidente marcó la campaña en Buenos Aires, con descarga de insultos sobre Kicillof. Y CFK se mueve en esa lógica, antes en el poder y ahora condenada. El episodio del jefe de Gabinete en el Senado expuso contradicciones

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El Presidente Javier Milei y
El Presidente Javier Milei y el jefe de Gabinete, Guillermo Francos (AFP)

Todo ocurrió casi en simultáneo. En el Senado, Guillermo Francos interrumpió su informe de gestión y dejó el recinto en respuesta a la legisladora kirchnerista Cristina López, que lo trató de “mentiroso” desde su banca y lo chicaneó en redes con el término “rata”. En La Plata, Javier Milei encabezó el virtual lanzamiento de la campaña bonaerense con un discurso que incluyó una sucesión de insultos a Axel Kicillof, entre ellos “burro” y “pichón de Stalin”. Dos entregas de la batalla que seguramente crecerá al ritmo del calendario electoral, con un arrastre de fondo: la concepción política de la grieta, dominada por la descalificación sin límites.

Los dos episodios no podrían ser igualados en su magnitud. Se trata de una senadora que no integra la primera línea K en el Senado. Y se trata del Presidente, al frente de la disputa en el principal distrito del país. Sin embargo, la cuestión gravitante es el contexto. Una escalada que, en el caso del kirchnerismo duro, ya tuvo algunas expresiones directas, como el ataque a TN o el escrache escatológico en la casa de José Luis Espert. Y en cuanto al mileismo, se consolida con expresiones alarmantes y brigadas de perseguidores en las redes sociales, con connotaciones de servicios de inteligencia.

En la superficie del oficialismo asomó, además, una especie de doble discurso o contradicción con solo unir el episodio del Senado y el acto platense de LLA. El jefe de Gabinete se mostró ofendido por el insulto y el tono de una senadora, mientras el Presidente llevaba al máximo la carga de descalificaciones contra el gobernador, dejando en un plano muy secundario de Cristina Fernández de Kirchner, a quien casi de pasada mencionó como la “presidiaria”, una vez.

El tipo de discurso presidencial no es una novedad. Eso no lo hace menos inquietante. La serie, además, tiene algunos capítulos propios y de su entorno particularmente significativos. Hace veinte días, en Madrid, Milei participó de un foro económico de sello ultraliberal. Y desde ese escenario, entre otras consignas, se destacó una porque utilizó un término inhabitual desde hace décadas y con eco trágico, que no pasó inadvertido en algunos medios políticos: “Muerte al socialismo”.

El jefe de Gabinete se
El jefe de Gabinete se retiró en medio de la sesión

En esos días, Agustín Laje, considerado en el circuito mileista como un intelectual libertario, difundió un mensaje más que inquietante, por el grado de intolerancia y por el modo en que podría traducirlo algún fanático. “¿Por qué seguimos fingiendo que es posible convivir con los zurdos? No es posible”, escribió, y remató: “No son conciudadanos: son enemigos. Es hora de asumirlo”. Unos días después, ante las críticas, dijo que lo rectificaría en parte.

Esa línea discursiva, que acompaña y a la vez supera por mucho a otras expresiones, está orientada a armar un polo para anatematizarlo. Es decir, excluirlo de la sociedad, entendida entonces como espacio propio y homogéneo. Y tiene la misma lógica de los insultos en continuado, confundidos intencionalmente por algunos voceros como una señal de sinceridad y un derecho frente a las críticas.

Francos contrapuso sin querer, con su paso por el Senado, el discurso sobre la necesaria convivencia política y el ataque como arma ofensiva. Las imágenes de lo ocurrido en el recinto son elocuentes. La senadora Cristina López leyó el texto contra el jefe de Gabinete. Fue muy armado, no fruto del calor de una polémica, y estuvo centrado en la situación económica de su distrito, Tierra del Fuego. Calificó al funcionario como “mentiroso” y después lo cruzó en X, diciendo que había dejado el recinto como una “rata”, término que -destacó en su mensaje- suele ser utilizado por el Presidente.

Está claro que Francos aprovechó la circunstancia para suspender una presentación que ya venía tensa. Se habían sumado cuestionamientos sobre el veto de la ley de emergencia para Bahía Blanca y otros temas sensibles, además de la ratificación propia acerca de la decisión de nuevos vetos, si son convertidos en ley los proyectos opositores para recomponer jubilaciones y atender el sistema de discapacidad. De todos modos, no es un dato menor el concepto utilizado para rechazar la jugada de la legisladora fueguina: dijo que atenta contra “un legítimo espacio de diálogo entre poderes”.

En espejo, se destacaba el grado de confrontación elegido por Milei para el acto en La Plata. Las descargas sobre Kicillof combinaron descalificaciones e insultos. Además de los mencionados en el inicio de la nota, “zar de la miseria”, “pelotudo” y “eunuco”, entre otros.

Milei calentó la previa a
Milei calentó la previa a las elecciones en Provincia de Buenos Aires (EFE)

Fue un acto de campaña junto a integrantes del gabinete nacional. Y por supuesto, fuera de discusión quedan las pinceladas de su estrategia frente a una elección, la de septiembre, que renueva legisladores por las ocho secciones electorales de la provincia: nacionalizar los comicios, con su nombre y la marca LLA -mensaje para el PRO- por encima de los candidatos locales.

El acto se produjo en un tablero donde están abiertas aún las tratativas con posibles socios y, del otro lado, son visibles las tensiones internas del peronismo/kirchnerismo, sacudido por la confirmada condena a CFK. Según el caso, la consigna “Cristina libre” es motorizada o solo aceptada por el PJ, que no puede despreciar el caudal de votos de la ex presidente, insuficientes y a la vez necesarios para su apuesta electoral.

También por cuestiones de poder interno, CFK intenta mantenerse como el polo opuesto a Milei, si es posible de manera excluyente. Eso explica el repetido recurso de los mensajes grabados para mantener protagonismo. Está por verse si es correspondida por Olivos, mientras el peronismo cruje. Los tiempos se vienen acelerando para todos: en pocos días, vencen los plazos para presentar alianzas (9 de julio) y anotar las listas de candidatos por sección (19 de julio).

Los plazos y las tensiones del kirchnerismo juegan en paralelo. Necesita cerrar filas y sostener la figura de CFK como real convocante, más allá de las limitaciones para el balcón en San José al 1100. La campaña, la frustración y el enojo van de la mano y confluyen en la reavivación del discurso sectario y las embestidas contra jueces y periodistas.

En los años de poder K, se afirmaron conceptos básicos de la construcción política como ejercicio de antagonismo. Sobre todo de manera crítica y más bien coloquial, se lo definía como “populismo de izquierda”. La matriz, en todo caso, es la misma más allá del concepto de derecha o de izquierda.