Lecciones de liderazgo que nos deja Pepe Mujica

El expresidente de Uruguay se caracterizó por la coherencia, la tolerancia, la humildad y la búsqueda de una vida con propósito. Por eso, en el actual entorno organizacional, político y social, la figura de Mujica nos interpela: ¿podemos vivir con más profundidad, menos consumo y mayor sentido?

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José “Pepe” Mujica (TERCERO DÍAZ/CUARTOSCURO.COM)
José “Pepe” Mujica (TERCERO DÍAZ/CUARTOSCURO.COM)

La muerte de Pepe Mujica, expresidente de la República Oriental del Uruguay, nos encuentra en una época de polaridades y distracciones, de estrés y ansiedad, de cansancio e incertidumbres. ¿Qué legado nos deja Mujica en estos tiempos? ¿Qué podemos aprender de él?

Frente a una persona pública de tanto impacto, podría elegir muchísimos aspectos para resaltar, tanto valiosos como criticables. No quiero caer en idealizar al héroe que se ha ido ni de denostar al que ya no está. Un buen proceso de duelo requiere que aprendamos de las luces y sombras de quien nos deja. Frente a los desafíos que vivimos en estos tiempos, voy a elegir subrayar algunos aspectos que hoy brillan por su ausencia: la coherencia de vida, la tolerancia hacia quienes piensan diferente, la humildad y la búsqueda por darle un sentido a la vida.

Mi cercanía con las personas involucradas en el mundo de las organizaciones me hace un testigo privilegiado de los desafíos y problemas con los que tienen que lidiar a diario: el cansancio de mirar a corto y largo plazo, las expectativas de diversos stakeholders con objetivos en conflicto, la velocidad del cambio y lo impredecible de las variables que nos afectan, la tecnología que pareciera traer más dudas que respuestas y los vínculos de poca profundidad con una confianza cada vez más frágil – tanto en uno mismo como en los que están cerca.

El expresidente uruguayo murió viviendo en su casa de siempre, en su barrio, procurando que su forma de pensar, de sentir y de actuar estén en sintonía

Frente a la complejidad de estos desafíos, la figura de Pepe Mujica aparece con algunos atributos que nos pueden servir de aprendizaje. El expresidente uruguayo murió viviendo en su casa de siempre, en su barrio, procurando que su forma de pensar, de sentir y de actuar estén en sintonía. Siempre valoró mucho la educación, no sólo con palabras sino donando para escuelas de su propio bolsillo, como también en planes desde el Estado. Nos recuerda, en sus múltiples entrevistas, la importancia que le daba a que nuestro vivir no esté definido por el tener, que nos lleva a acumular cada vez más, perdiendo libertad. ¿Cómo nos enfrentamos a este espejo? ¿Cuán coherentes podemos ser? ¿Conocemos nuestras tentaciones?

Mujica, en sus últimos años, resalta la importancia de convivir con quienes piensan diferente, de respetarlos, aunque no estemos de acuerdo, de no odiar, pues viviremos prisioneros del rencor, envenenados. En tiempos de polarizaciones odiosas y de jugadas revanchistas, valorar la convivencia y el respeto trae un aire de tolerancia para nuestras sociedades. ¿En qué lado nos ubicamos, en el del enfrentamiento o en el de tender puentes entre opuestos?

José, el “Pepe”, nos dejó muchos ejemplos de humildad, no sólo en su forma de vivir austera, tratando de no despilfarrar ni acumular, sino en la humildad de reconocer los propios errores. Son muchas las figuras que en el atardecer de sus vidas resaltan no arrepentirse de nada, como si no hubiesen cometido errores. Frente a estas demostraciones soberbias, aparece la humildad de haberse equivocado, de querer seguir aprendiendo, de mirar todo lo que podría haber hecho mejor o distinto. ¿Y nosotros? ¿Nos empeñamos en seguir repitiendo lo que no da resultado o buscamos aprender y mejorar?

Siempre valoró mucho la educación, no sólo con palabras sino donando para escuelas de su propio bolsillo, como también en planes desde el Estado

Por último, en estos tiempos donde no abunda la salud mental y sí la incertidumbre y las tensiones parecen reproducirse, el líder uruguayo nos trae una propuesta a modo de brújula: vivir con causa, vivir por algo que nos mueva la pasión, vivir con sentido para poder vivir en libertad y ser felices. Cuestiona el consumismo, el correr detrás de las cosas como una carrera que nos quita libertad, que nos hace movernos casi como esclavos y no por un sentido de vida elegido.

Como en una ceremonia, aprovechemos el momento delicado ante la partida de una persona relevante de nuestro ámbito para reflexionar sobre aquellas virtudes menos frecuentes en nuestros tiempos y cada vez más importantes para los desafíos que vivimos.

El autor es profesor de Liderazgo y director del área de Comportamiento Humano en la Organización en IAE Business School