
El economista ruso Simon Kuznets afirmó: “Hay cuatro tipos de países, los desarrollados, los subdesarrollados, Japón y Argentina”. La Copa del Mundo nos trae un importante aprendizaje que relaciona a estas dos excepciones.
La asociación de fútbol japonesa tiene como objetivo para el 2050 que se juegue la copa mundial en el país y, simplemente, que el equipo nacional sea el campeón.
“Ya quedaron eliminados de la copa 2022, así que el plan no les estaría saliendo”, podría decir un cínico, enfocado al 100% en lo negativo. De hecho, ya mucho antes se habían planteado ser top ten para el año 2015.
Ese año llegaron a la posición 53.
Sin embargo revisaron primero sus objetivos y los ajustaron. Entendieron qué podían mejorar de sus planes y también los ajustaron. Y siguieron planificando, construyendo para el largo plazo. ¿Se pasan la vida planificando? No, la actividad de planificar es una pequeña inversión de tiempo para entender que lo que uno hace día a día construye para un futuro mejor.
Justamente un futuro mejor es lo que nadie ve para nuestro país. Una y otra vez corremos detrás de las urgencias, posponiendo lo importante. Cansados de comparar Hiroshima en 1945 con La Matanza en 2022, ya tenemos un filtro visual que pasa de largo esas fotos que nos muestran a la cara nuestra ineptitud. Soñamos con un país que podría ser, mientras seguimos enfocados en sacar agua del bote, sabiendo que nos hundimos. Compramos televisores y aires acondicionados en cuotas pero pagamos la casa propia al contado - y en efectivo, igual que hace cien años.
En el gráfico que muestra el porcentaje de hipotecas con respecto al PBI de varios países es fácil adivinar por donde está la Argentina.
Pero, realmente, ¿cómo pensar en el largo plazo con tantas urgencias por todos lados? ¿Cómo seguir resolviendo los problemas del día y día y encontrar tiempo para el futuro?
No es tan difícil: es cuestión de entender que no estamos resolviendo ningún problema. Simplemente estamos llegando a mañana, sobreviviendo como si fuéramos un homo neanderthalis hace 70.000 años, comiendo lo que recolecta o caza, jugándose la vida cada día.
Dicen que tiempo es dinero; necesitamos de los dos para construir nuestro futuro. Necesitamos ahorrar dinero cambiando nuestras prioridades (nótese que “ahorrar” no quiere decir guardar pesos inservibles, sino invertir con inteligencia) y ahorrar tiempo… También cambiando nuestras prioridades. Apenas tengamos un poco de tiempo y dinero, debemos invertirlo en el largo plazo y seguir adelante, buscando más tiempo y dinero para invertir en el largo plazo.
“Pero Leo, eso no da resultados de corto plazo”, me van a decir. Claro, si lo que queremos es ganar la próxima elección no lo lograremos sin explicar que no pensar en el largo plazo es garantía de fracaso.
Constantemente nos creemos más potentes de lo que somos en el corto plazo (“saldremos adelante”, “bajaremos la inflación”, “el litio nos salvará”), nos damos cuenta de que no es así y nos frustramos.
Y esa frustración no nos deja ver que, como los japoneses, somos más potentes de lo que creemos en el largo plazo.
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