
“En comercio exterior, cuando pasa algo, es mucho dinero”, comenta Lucas. Su experiencia en el rubro de insumos médicos muestra la complejidad de un sector donde cada error se traduce en costos y cada acierto en eficiencia. En esta entrevista, reflexiona sobre la logística, las regulaciones y el trabajo coordinado que exige la importación en Argentina.
¿Cuál es la actualidad del comercio exterior de insumos médicos?
La actualidad es bastante favorable, tanto a nivel aduanero como cambiario. Este arco político ha derogado muchas barreras paraarancelarias y eso benefició a los importadores de insumos médicos, tanto del rubro descartable como de maquinaria médica —tomógrafos, ecógrafos, entre otros—.
En lo cambiario también hubo mejoras: hoy se puede girar al exterior con mayor comodidad, algo clave porque los proveedores internacionales no habilitan la mercadería sin recibir pago anticipado o al menos pago vista (cuando ya embarcó). Todo esto hizo que el sector se reactive.
¿Cómo impacta esto en la vida cotidiana de la gente?
Impacta directamente, porque gran parte de los insumos y maquinarias médicas son importados. En Argentina hay poca fabricación local: existen algunos productos como electrodos o guantes, pero suelen tener costos más altos y una calidad diferente a la del producto importado. Por eso la importación es vital para el funcionamiento del sistema de salud.
¿Existen facilidades normativas por tratarse de un rubro vinculado a la salud?
Sí. Desde hace algunos meses existen beneficios aduaneros y cambiarios para determinados productos según su clase de riesgo para el cuerpo humano, definida por la ANMAT.
Los productos de riesgo bajo —como guantes o jeringas— ahora solo requieren un aviso de importación gratuito, eliminando un trámite que antes costaba cerca de 800 mil pesos. Además, muchos insumos cuentan con exenciones en derechos de importación, como los guantes descartables.También hay ventajas cambiarias, algunas pymes pueden girar divisas más rápido que las grandes multinacionales, lo que las hace más competitivas.
¿Qué particularidades tiene la logística de este tipo de insumos?
Algunos productos deben transportarse en contenedores refrigerados, pero la mayoría son commodities que viajan a granel. Lo importante es optimizar al máximo el espacio del contenedor.
La principal dificultad con los contenedores refrigerados (reefer) son los días libres en destino. Las navieras otorgan pocos días para retirar y devolver el contenedor vacío, y cuando los trámites aduaneros se demoran, se generan cargos por demora (demurrage) de unos 200 dólares diarios.Para evitar eso, muchos importadores compramos días adicionales por adelantado desde el exterior, que resultan mucho más baratos que pagarlos una vez vencido el plazo.
¿Cómo manejan los imprevistos o la estacionalidad del sector?
La planificación es clave. Hay que gestionar los “lead times” de producción, coordinar con el proveedor y anticiparse a los problemas de transporte o a los fenómenos climáticos que suelen afectar Asia: tifones, maremotos, cierres de puertos.
A veces un contenedor que debía llegar el 15 termina llegando un mes después por trasbordos o cancelaciones de escalas. En esos casos, solo queda esperar o tener algún contacto en la naviera que pueda acelerar el reembarque. Son situaciones que te obligan a estar encima de todo.
¿Cuánto influye la organización en el trabajo diario del analista de comercio exterior?
Muchísimo. Como suelo decir, hay que estar en la misa y en la procesión. El analista de comercio exterior tiene que saber de todo un poco: aduana, logística, normativa cambiaria, planificación de la demanda y finanzas.
Es una función que involucra a muchos interlocutores —despachantes, forwarders, reguladores—, y cualquier error puede tener un costo enorme. Por eso hay que ser detallista y acompañar a los demás actores para evitar errores que luego se traducen en dinero perdido.

¿Cómo se preparan para períodos críticos como el Año Nuevo chino?
Se planifica con mucha anticipación. Ya desde los meses previos se colocan pedidos y se presiona a los proveedores para que fabriquen antes de los cierres. También se hace un análisis de stock para definir qué productos son prioritarios y merecen sobrestock.
Durante esas semanas, las fábricas asiáticas frenan producción y atención al cliente, así que hay que anticiparse sí o sí para no quebrar stock.
¿Cómo ves las perspectivas del sector?
Buenas. El comercio exterior se está normalizando y eso genera un entorno más previsible. Argentina necesita equilibrar su balanza comercial: las importaciones son necesarias para sostener el consumo y la producción, pero las exportaciones son las que van a permitir que la economía crezca.
También sería importante revisar las retenciones al agro y la presión tributaria, porque un comercio exterior dinámico y equilibrado beneficia a todo el país.
¿Qué reflexión final harías sobre la logística y el comercio exterior hoy?
Creo que estamos en un momento positivo. La logística internacional fluye mejor, y las nuevas alianzas con Asia o los acuerdos cambiarios como los “swaps” ayudaron mucho.
Vamos camino a ser un país más normal, donde se pueda importar un producto con seguridad, pagar en tiempo y forma, y recibirlo sin trabas. Eso también mejora la vida cotidiana: que un ciudadano pueda comprar algo del exterior y recibirlo en su casa con transparencia es parte de esa normalidad que necesitamos recuperar.
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