La experiencia de trabajar en el sector de supply chain de una automotriz

Una mirada personal sobre los desafíos, aprendizajes y transformaciones que atraviesan quienes forman parte del ecosistema automotor desde la cadena de suministro

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Bianca D'Angelo es analista de
Bianca D'Angelo es analista de comercio exterior para la industria automotriz (Foto: Movant Connection)

Trabajar en el área de supply chain dentro de una automotriz es una experiencia tan emocionante como desafiante. Es un entorno dinámico, donde las emociones pueden oscilar entre tranquilidad, seguridad, presión e incluso frustración… todo eso, a veces, en un mismo día. Puede parecer exagerado, pero es real: cuando una creía que todo estaba fluyendo correctamente… ¡pum! De repente, aparece o desaparece una pieza crítica, y ahí comienza la carrera contrarreloj para resolverlo.

Este no es un sector para quien busca rutina o estabilidad en sus tareas. La dinámica cambia día a día, influenciada no solo por el ritmo de la producción, sino también por las necesidades constantes de la postventa. Lo que hoy era prioridad, mañana puede pasar a un segundo plano… o al revés. Esto exige una gran capacidad de adaptación y reacción rápida, habilidades que se desarrollan y perfeccionan con el tiempo y la experiencia.

Una de las cosas más enriquecedoras de trabajar en este sector es la comunicación constante con otras áreas: programación, producción, ingeniería, finanzas, depósito, todos debemos funcionar coordinadamente. Por eso, es fundamental que cada persona entienda el valor de su rol y cómo su trabajo impacta en el resultado final. La sinergia entre equipos es lo que realmente marca la diferencia entre una operación exitosa y una llena de obstáculos.

Justamente por eso, el aburrimiento no tiene lugar acá. Cada día trae un nuevo reto, una nueva oportunidad de aprender y una ocasión para mejorar procesos. Si bien a veces puede ser agotador, también es profundamente gratificante ver cómo, gracias al esfuerzo conjunto, se superan situaciones críticas y se cumplen los objetivos.

El rol de la mujer en la industria automotriz

Como mujer, es hermoso y esperanzador ver cómo cada vez somos más las que ocupamos roles que históricamente fueron considerados masculinos. Hoy es común vernos como operarias, ingenieras, supervisoras y líderes dentro de la industria, algo que años atrás era casi impensado. Esta transformación no solo es motivadora, sino que también genera un fuerte sentido de acompañamiento: saber que no estás sola, que hay otras mujeres caminando a tu lado, impulsa y alienta a seguir creciendo profesionalmente dentro de la empresa.

Sin embargo, no todo es sencillo. Muchas veces, como mujeres, sentimos que debemos hacer el doble de esfuerzo para demostrar nuestros conocimientos y capacidades. Es una realidad que, en ciertas ocasiones, aún cuesta que se tome en serio la opinión femenina, especialmente en entornos donde persisten actitudes heredadas de una “vieja escuela”.

Quiero ser clara, este comentario no nace desde el enojo ni busca generar división. Muy por el contrario, creo firmemente en el trabajo en equipo entre hombres y mujeres, con una distribución equitativa de tareas, responsabilidades y decisiones. El aporte de todos es lo que enriquece y fortalece los proyectos. No se trata de competir, sino de colaborar desde la diversidad de experiencias y miradas.

Los desafíos de la sustentabilidad en la industria automotriz

Hoy, la industria automotriz enfrenta uno de los mayores desafíos de su historia: avanzar hacia un modelo verdaderamente sustentable. En un contexto global marcado por el cambio climático, la escasez de recursos y nuevas regulaciones ambientales, el compromiso con la sustentabilidad ya no es una opción, sino una necesidad urgente. La población es cada vez más consciente de la importancia de cuidar el medioambiente, y exige un cambio real y profundo.

Cada vez más marcas apuestan por el desarrollo de vehículos eléctricos, los cuales son cada vez más eficientes y accesibles. La transición hacia la movilidad eléctrica está en marcha, pero aún enfrenta barreras significativas. Entre ellas se encuentran la necesidad de baterías con menor impacto ambiental, la falta de infraestructura de carga en muchos países, y la gestión adecuada del reciclaje de componentes. Las baterías, por ejemplo, tienen una vida útil limitada, y es fundamental establecer procesos seguros y responsables para su disposición o reutilización.

Otro aspecto clave es el origen de la energía eléctrica utilizada para recargar los vehículos. Para que el impacto ambiental sea realmente bajo, esta debe provenir de fuentes renovables, como la solar, eólica o hidráulica, y no de combustibles fósiles. Las automotrices deben adaptarse a una sociedad cada vez más informada y comprometida con el ambiente.

La población es cada vez
La población es cada vez más consciente de la importancia de cuidar el medioambiente, y exige un cambio real y profundo (Foto: Shutterstock)

Hoy, en muchos hogares, reciclar y reducir residuos es parte de la rutina diaria, y esa expectativa se traslada también a las industrias. Ya no se mira solo el producto final, sino toda la cadena de producción y su huella ambiental. Este camino hacia la sustentabilidad es una transformación profunda que requiere innovación, inversión y, sobre todo, una colaboración activa entre empresas, gobiernos y la sociedad en su conjunto.

Trabajar en este sector es una experiencia marcada por el dinamismo, la resolución constante de problemas y la necesidad de trabajar de manera colaborativa con múltiples áreas. En este contexto, no solo se desarrollan habilidades técnicas, sino también blandas, como la resiliencia, la comunicación efectiva y la adaptación al cambio, elementos clave para enfrentar los desafíos diarios que surgen en una cadena de suministro compleja y en permanente evolución.

La creciente participación de mujeres en la industria no solo rompe con estereotipos históricos, sino que fortalece a los equipos al aportar diversidad de ideas y enfoques. No se trata solo de producir vehículos, sino de hacerlo de manera responsable, considerando todo el ciclo de vida del producto y su impacto ambiental. Esto demanda innovación constante, inversiones estratégicas y una visión a largo plazo, donde empresas, gobiernos y la sociedad trabajen de forma conjunta para impulsar un cambio real.