
La tarde del 23 de noviembre de 2019 quedará grabada en la memoria deportiva de la Ciudad de México. Roger Federer, leyenda viva del tenis, aterrizó en la capital para ofrecer una exhibición histórica que superó cualquier expectativa. Dueño de una trayectoria inigualable, el helvético sumó un momento más a su legado en un recinto poco habitual para su disciplina.
Acompañado por el alemán Alexander Zverev, el ex número uno del mundo protagonizó un encuentro inolvidable ante una multitud entusiasta. La Plaza de Toros México, tradicionalmente reservada para faenas taurinas, se transformó en pista efímera, iluminada por raquetas y ovaciones. El evento, parte de su recorrido latinoamericano, ofreció una postal única del deporte blanco en territorio mexicano.
Durante la conferencia previa al enfrentamiento, el suizo mostró cercanía y sentido del humor ante más de un centenar de periodistas. Confesó que no pensaba en el retiro, evocó su anterior visita al país, 23 años atrás, y sorprendió al declarar que, de no haber sido tenista, habría querido ser Nelson Mandela. Así comenzaba una jornada donde el deporte, la emoción y el carisma se unieron en una celebración sin precedentes.
El partido que marcó récord
Roger Federer y Alexander Zverev protagonizaron un evento histórico en la Plaza de Toros México, donde más de 42 mil 517 aficionados se congregaron para presenciar el partido de exhibición denominado “The Greatest Match”. Según informó ESPN, el encuentro no solo se destacó por el nivel de tenis mostrado, sino también por el ambiente festivo y la conexión especial entre los jugadores y el público mexicano.
El día comenzó temprano para los tenistas. A las 4:00 de la mañana, Federer y Zverev aterrizaron en México y fueron trasladados en helicóptero a su hotel en Paseo de la Reforma, donde descansaron brevemente antes de continuar con sus actividades. La logística del evento inclusión traslados aéreos para evitar complicaciones en el tráfico de la ciudad. Más tarde, ambos jugadores se dirigieron al Estadio Azul y, posteriormente, llegaron a la Plaza de Toros México, donde se llevó a cabo el evento.
El partido en sí fue una celebración tanto del deporte como de la cultura mexicana. Federer, conocido como “Su Majestad”, y Zverev, apodado “Sascha”, no solo demostraron su talento en la cancha, sino que también se unieron al ambiente con el que México los recibía.
Federer, quien ganó el encuentro en tres sets con parciales de 3-6, 6-4 y 6-2, se mostró cercano al público, regalando una raqueta y pelotas, además de interactuar con los aficionados. Por su parte, Zverev también se sumó al espectáculo, bailando y animando a los asistentes.
El ambiente en La Plaza México era único. Aunque algunas reglas tradicionales del tenis, como el silencio durante los puntos, no se respetaron, tanto Federer como Zverev tomaron estos momentos con humor. Los gritos del público, que incluyeron frases como “Vamos Rafa” y “Cásate conmigo”, fueron respondidos con risas y comentarios ingeniosos por parte de los jugadores. Federer incluso detuvo su saque en una ocasión para reír ante las ocurrencias de los asistentes.
La despedida fue memorable, Su Majestad terminó portando un sombrero de mariachi y dio una vuelta olímpica mientras las luces de los celulares iluminaban las gradaciones. Entre aplausos y vítores, el suizo expresó su agradecimiento con un “¡Viva México!” y dejó abierta la posibilidad de un regreso, mientras el público coreaba “Acapulco, Acapulco, Acapulco”. La última imagen de Federer en la Plaza México fue a bordo de un carrito de golf.
Antes de partir hacia su siguiente destino en la gira por Latinoamérica, Quito, el dúo aprovechó para tomarse una fotografía en el Estadio Azul, inmortalizando su paso por México.
Este evento no solo marcó un récord de asistencia de un juego de tenis internacional, sino que también dejó una huella imborrable en los aficionados que tuvieron la oportunidad de presenciar a dos de los grandes nombres del deporte blanco mundial en un ambiente único.

El suizo que volvió 23 años después
Antes de convertirse en leyenda, Roger Federer conoció México como adolescente, en 1996 cuando el joven helvético, con apenas 15 años, disputó la Copa Casablanca, el certamen juvenil más prestigioso del país, celebrado en el Club Casablanca Satélite. Ahí, dentro de la edición XIX del torneo, enfrentó a cuatro locales durante la fase clasificatoria, superándolos uno a uno.
Pese a su temple competitivo, el nivel mostrado por el entonces novato no anticipaba la grandeza que alcanzaría. Según ESPN, así lo recuerda Arturo González, quien fuera asistente del equipo tricolor en Copa Davis, y presenció ese primer acercamiento con el público mexicano: “Era bueno, pero no una maravilla”, comentó años más tarde.
Federer jamás olvidó sus visitas en México. El 23 de noviembre de 2020, con 20 Grand Slams y cientos de trofeos a cuestas, recordó su experiencia en tierras mexicanas publicando en Instagram una reflexión emotiva sobre aquel reencuentro en la Plaza México: “Momentos como estos continúan inspirándome para ir más allá de mis límites”, escribió. A los 41 años, anunció su despedida definitiva, cerrando un ciclo que comenzó, sin saberlo, en una cancha del Estado de México.
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