La Reserva: la película que exhibe una llamada de extorsión real del narco contra los defensores ambientales

Ganadora del más alto honor en el Festival Internacional de Cine de Morelia y aclamada por quienes ya la han visto, La Reserva debuta en la cartelera nacional. Su realizador y su protagonista comparten el viaje de una cinta que está dando de qué hablar

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Así se construyó La Reserva:
Así se construyó La Reserva: entre extorsiones reales, riesgos y esperanza en la selva chiapaneca. (Cortesía)

“Es muy gratificante ver cómo una historia tan pequeñita y tan específica, reverbera en muchas geografías”, expresa Pablo Pérez Lombardini, director de La Reserva, al hablar sobre la recepción de su ópera prima en festivales, comunidades rurales y, finalmente, ante el gran público mexicano. A su lado, Carolina Guzmán, bióloga, guardabosques y ahora protagonista accidental de la película, comparte con emoción: “Estoy muy orgullosa de representar esta historia con gente local, gente oriunda del lugar donde yo vivo”.

Ambos celebran los premios y reconocimientos recientes, pero los perciben sobre todo como homenajes colectivos: “Todos estos premios que hemos recibido, pues son en honor a ellos también... por contar un relato que no es alejado de la realidad que vivimos en varios contextos de este país”, puntualiza Carolina.

A pocas horas del estreno nacional en la Cineteca Nacional de la Ciudad de México, el ambiente que rodea a los creadores de La Reserva es de satisfacción y expectativa. “Estamos ávidos de ponerla en consideración del público”, admite Pablo, convencido de que la película ha abierto conversaciones urgentes sobre los riesgos que enfrentan diariamente quienes protegen la naturaleza en México.

El filme, que retrata la vida de una guardabosques y la compleja realidad de la defensa ambiental, ha generado una ola de interés e identificación.

La Reserva: el filme mexicano
La Reserva: el filme mexicano que integra una verdadera extorsión narco en la lucha por la selva. (Cortesía)

La película cuenta la historia de Julia, quien observa como todos los pobladores de Monte Virgen centran sus días en la recolección de café e ignoran la presencia de manos furtivas que devastan la reserva con tala ilegal. Sin embargo, cuando intenta conseguir ayuda de su comunidad es abandonada por miedo e indiferencia. Pronto enfrentará amenazas de muerte en soledad frente a sus adversarios y verá como poco a poco todo lo que quiere le es arrebatado.

La travesía de La Reserva, desde su primera proyección en festivales hasta su esperado estreno comercial, ha mostrado el poder de una historia local para conectar con inquietudes universales.

Pablo relata la sorpresa y gratitud de ver la recepción que ha tenido la obra fuera de su entorno inmediato. Presentada ya en Alemania, en Medio Oriente y en las mismas comunidades donde fue filmada. El reconocimiento del Festival Internacional de Cine de Morelia marcó un punto de inflexión, pero el mayor orgullo para ambos creadores llega cuando perciben el interés del público general. Pablo cuenta que la conversación se enriquece cuando la audiencia logra identificarse, emocionarse y reflexionar sobre territorios y realidades que suelen permanecer en los márgenes de la narrativa nacional. Está convencido de que la película puede abrir miradas y conversaciones sobre la defensa del medio ambiente y los riesgos que viven los defensores en México y Latinoamérica.

¿Por qué ficción y no documental?

La Reserva aterriza en los
La Reserva aterriza en los cines de México. (Cortesía)

La decisión de contar la historia de La Reserva a través de la ficción y no del documental fue meditada. Desde el inicio del proyecto, el director supo que la realidad que pretendía retratar estaba marcada por riesgos y restricciones, especialmente en términos de seguridad. El clima de amenazas y tensión que persiguen a los defensores ambientales era un factor ineludible:

Optamos por la ficción por la libertad que nos daba el poder asistir a todos los momentos críticos en el viaje interno de una mujer empecinada en defender un lugar”.

La ficción sirvió como un escudo protector tanto para los miembros de las comunidades como para el equipo fílmico, envolviendo las vivencias reales en capas de relato, sin dejar por fuera la verdad emocional. Su decisión no restó veracidad, sino que permitió un acercamiento más profundo a lo humano, lo ético y lo social, sin dejar de lado la seguridad de quienes participaron en la producción.

México es de los países donde más defensores ambientales son asesinados año con año”, narra Pablo Pérez Lombardini. Inicialmente, la intención del director no era centrar la historia en una guardabosques ni en una figura femenina. Sin embargo, la realidad, el trabajo de campo y el encuentro con las comunidades rurales le abrieron otra perspectiva y un camino narrativo nuevo.

En La Reserva, la amenaza
En La Reserva, la amenaza es real: la película que exhibe una extorsión narco por los territorios naturales. (Cortesía)

A lo largo de la investigación, surgió la fascinación por los guardabosques: “Nos pareció una figura muy importante y muy poco conocida en la sociedad mexicana”. Fue ahí donde la historia dio un giro esencial. Pablo cruzó su camino con Carolina Guzmán, quien, en principio, sólo iba a fungir como su acompañante local en el estado de Chiapas.

“Después de que me contó la historia de su vida, reconocí rápidamente que ella podía ser la protagonista de la historia”, revela Pablo.

Tomar el papel protagónico en La Reserva significó para Carolina Guzmán un salto al vacío. Bióloga de formación y guardabosques por vocación, Carolina nunca imaginó verse al frente de una cámara ni representar, desde la ficción, una realidad tan cercana a su propia vida.

“Fue un reto poder estar frente a una cámara y poder normalizar no verla, sacarme de mi zona de confort”, recuerda Carolina, con la sinceridad de quien reconoce el miedo y el asombro de lo nuevo. La película la obligó a confrontar límites personales y a cargar con una responsabilidad inusitada: “Creo que fue una experiencia innovadora para mí”.

El acceso a las comunidades y la relación con los habitantes

La Reserva debuta en la
La Reserva debuta en la cartelera nacional. (Cortesía)

Entrar en las comunidades rurales de Chiapas para filmar La Reserva fue un proceso lleno de matices, negociaciones y aprendizajes tanto para el equipo como para los protagonistas. La clave fue la empatía, el respeto y la presencia de figuras locales como Carolina Guzmán, quien funcionó como puente indispensable. Pablo admite que, sin ese lazo inicial, la labor hubiera sido casi imposible:

“Ayudó muchísimo que fuera de la mano de Carolina, porque ella ya había trabajado en esas comunidades durante mucho tiempo”.

Obtener la licencia colectiva para filmar no fue automático. “En algunas casas ejidales las cosas se dieron de forma muy fácil, pero en otras había ciertos ejidatarios que se oponían al proyecto”.

La sorpresa, para ambos, fue el papel determinante de las mujeres de la comunidad: “Justamente en las asambleas donde parecía que no nos iban a autorizar, fueron las mujeres las que salieron al quite, las que vieron una oportunidad en la película”, relata el director.

Además, la producción aprendió a empezar siempre hablando de temas cercanos y compartidos, como el café, para ir poco a poco adentrándose en asuntos más incómodos: “Sabíamos que si les preguntaban acerca del café, pues iban a hablar de algo de lo que se sienten muy cómodos… y a partir de ahí eso dio pie a platicar de temas más espinosos”, dice Pablo.

Riesgos y realidades de filmar en Chiapas

Los secretos de La Reserva,
Los secretos de La Reserva, el filme que mezcla drama, denuncia y verdad. (Cortesía)

Filmar en el corazón de Chiapas trajo consigo retos formidables y aprendizajes profundos, tanto a nivel logístico como humano. El entorno, aunque espectacular en su belleza natural, estaba marcado por la presencia de tensiones territoriales, inseguridad y una atmósfera de constante alerta ante fuerzas externas como el crimen organizado.

“Lo más peligroso era cuando hacíamos traslados. Un robo tomó lugar en la carretera”. La inseguridad de la región obligó al equipo a tomar precauciones extremas, especialmente en los desplazamientos; cada movimiento era calculado para minimizar el riesgo. Dentro de las comunidades, sin embargo, la experiencia resultó distinta.

“Estando en comunidad, la verdad es que nos sentíamos bastante protegidos”, afirma Pablo. “Nos dio mucha seguridad la compañía tan cercana que tuvimos de los guardabosques, que conocen el territorio”.

La voz de Carolina Guzmán enfatiza el papel crucial del conocimiento local en materia de seguridad. Ella ayudó a traducir los códigos y restricciones invisibles que sólo comprenden quienes han crecido en esos territorios, convirtiéndose en una guía y protectora tanto para Pablo como para el resto del equipo.

Para ambos, el rodaje fue un ejercicio constante de conciencia y autodefensa, una convivencia diaria con la vulnerabilidad que padecen quienes resisten y cuidan esos espacios naturales, especialmente en contextos donde “hay de por medio mucha corrupción y claramente la injerencia del crimen organizado”, subraya Pablo.

La llamada telefónica real: cuando la extorsión cruza la ficción

Pablo Pérez Lombardini y Carolina
Pablo Pérez Lombardini y Carolina Guzmán cuentan todo sobre La Reserva. (Cortesía)

En el corazón narrativo de La Reserva se encuentra una escena que condensa la crudeza y la valentía de la película: la incorporación, en pleno rodaje, de una llamada telefónica de extorsión real. Esta escena no es sólo un punto de quiebre para la trama, sino también un espejo incómodo de la realidad que habitan quienes defienden la naturaleza en regiones asediadas por el crimen organizado.

Pablo Pérez Lombardini narra el origen de esa poderosa secuencia y su impacto en todo el equipo: “Ese audio procede de una nota, en la cual un periodista chiapaneco denunció las extorsiones que lo obligaron a desplazarse. Ese audio me impactó mucho”. La crudeza de aquella denuncia lo persuadió de que debía formar parte del filme, pese a la dificultad ética y emocional que implicaba. Antes de incluirlo, Pablo consultó asesoría legal y realizó pequeñas ediciones: “Nos dijeron que podíamos hacer uso de ese material dado que ya había sido expuesto públicamente. Editamos un poquito, quitamos los pedazos de información sensible y Carolina reaccionó a ese audio en tiempo real frente a la cámara”.

La actriz recuerda vívidamente el proceso: “En el momento que la escuchas es impactante y yo reaccionaba como si fuera real para mí”. La autenticidad de la experiencia impresionó al equipo y al público por igual, intensificando la atmósfera de tensión y vulnerabilidad que permea toda la película.

A través de la reacción genuina de Carolina en la escena —una mezcla de nervio, miedo y dignidad contenida—, la película trasciende los límites de la ficción y entra de lleno en el terreno de la denuncia. Pablo destaca la habilidad actoral de Carolina en ese momento, pese a su inexperiencia previa: “Ese audio se reproducía en vivo conforme filmamos la escena y Carolina demostró que es una gran actriz, entre otras cosas porque su capacidad de escucha es lo que sostiene esa escena”.

La escena trasciende lo anecdótico. Se convierte en una prueba tangible de que la ficción y la realidad, cuando se funden con honestidad y respeto, pueden sacudir conciencias. La Reserva no sólo se inspira en hechos reales; los expone, los vive, y los comparte con la audiencia.

El arte de filmar la naturaleza

La Reserva, cinta mexicana filmada
La Reserva, cinta mexicana filmada en Chiapas. (Cortesía)

La belleza de Chiapas y la majestuosidad de la reserva natural que da nombre a la película son mucho más que un simple telón de fondo en La Reserva. Para Pérez Lombardini, la naturaleza es personaje, testigo y motor de la narrativa. “Filmamos al interior de la reserva natural, y claramente no pueden entrar vehículos, entonces el equipo lo tenía que transportar mulas… a veces había que caminar muy largas distancias para hacer una escena y luego regresar”, cuenta el director.

La decisión estética surgió como una respuesta natural a esa realidad. “Lo del blanco y negro fue una forma de uniformar la imagen, de darle armonía visual a la película sin intervenir en los espacios, no queríamos transformar los espacios sino tomarlos tal como son o eran”, explica Pablo.

La película resulta así en un homenaje visual: la naturaleza no es sólo escenario, sino presencia viva que moldea cada encuadre, acoge a los personajes y, a veces, los arropa o los desborda.

Detrás de La Reserva no sólo late una preocupación artística, sino un claro afán de diálogo social. “Espero que (la película) lleve a reflexionar un poco acerca de la gente que está defendiendo los espacios naturales que nos brindan agua, aire limpio… Hay que reflexionar sobre las personas que están defendiendo lo que nos permite a todos vivir”, dice Pablo.

Además, Pablo agrega un mensaje específico: “Y a generar conciencia acerca del trabajo de los guardabosques, muy concretamente… Es una labor super loable la que hacen y bastante ignorada por la gran mayoría de nosotros”.

Así, con cada función, la película no sólo cuenta una historia, sino que abre una grieta en la indiferencia, invitando a la audiencia a asumir una mirada más atenta, humana y comprometida con la realidad rural y la defensa ambiental. La Reserva ya se encuentra los cines de México.