Hígado graso: a qué otros órganos puede afectar esta enfermedad silenciosa

El diagnóstico oportuno de esta condición puede detener su progreso y sus efectos negativos sobre otros sistemas del cuerpo

Guardar
Esta enfermedad puede progresar si
Esta enfermedad puede progresar si no se trata a tiempo. Foto: (iStock)

Aunque suele considerarse una afección limitada al hígado, la esteatosis hepática —conocida popularmente como hígado graso— representa una amenaza que se extiende mucho más allá de este órgano.

Especialistas en salud advierten que esta enfermedad, cada vez más frecuente a nivel mundial, puede desencadenar complicaciones en múltiples sistemas del cuerpo, afectando desde el corazón hasta el cerebro.

La esteatosis hepática, que puede originarse tanto por causas metabólicas como por el consumo de alcohol, compromete la capacidad del hígado para procesar nutrientes, eliminar toxinas y regular el metabolismo.

Cuando el daño progresa, sus efectos se propagan a otros órganos, ya sea de manera directa o a través de alteraciones sistémicas, lo que la convierte en una patología de impacto multisistémico.

Una enfermedad silenciosa con grades
Una enfermedad silenciosa con grades efectos sobre la salud. Foto: (iStock)

El corazón figura entre los órganos más vulnerables ante la presencia de hígado graso. Diversos estudios clínicos han evidenciado que quienes padecen esta condición presentan un riesgo elevado de desarrollar enfermedades cardiovasculares, incluso en ausencia de síntomas hepáticos manifiestos.

La inflamación crónica asociada a la esteatosis altera los niveles de colesterol y triglicéridos, además de favorecer la resistencia a la insulina. Esta combinación incrementa la probabilidad de infartos, hipertensión arterial y aterosclerosis. De hecho, la principal causa de muerte en pacientes con hígado graso no es la insuficiencia hepática, sino los eventos cardiovasculares.

El páncreas también puede verse afectado. La resistencia a la insulina, frecuente en personas con hígado graso, exige un esfuerzo adicional de este órgano para producir la hormona, lo que eleva el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Además, algunos pacientes presentan esteatosis pancreática, una acumulación de grasa en el páncreas que deteriora su funcionamiento y puede favorecer la aparición de pancreatitis.

Los riñones forman parte de la red de órganos comprometidos por la esteatosis hepática. La inflamación sistémica y los desajustes metabólicos derivados de esta enfermedad contribuyen al desarrollo de enfermedad renal crónica. Se ha identificado una relación estrecha entre la esteatosis hepática y la disminución progresiva de la función renal, especialmente en personas con obesidad o diabetes.

Atención médica para el hígado.
Atención médica para el hígado. Foto: (iStock)

El intestino desempeña un papel central en la evolución del hígado graso. Alteraciones en la microbiota, aumento de la permeabilidad intestinal y procesos inflamatorios favorecen lo que los especialistas denominan el “eje intestino-hígado”. Estas modificaciones no solo agravan la acumulación de grasa, sino que intensifican la inflamación hepática, afectando la digestión, la absorción de nutrientes y el sistema inmune.

El sistema endocrino también puede experimentar desequilibrios a causa del hígado graso. Se ha observado que esta condición puede interferir en la producción de hormonas sexuales, especialmente en hombres con obesidad, quienes presentan niveles reducidos de testosterona. En mujeres, la esteatosis hepática puede asociarse a desajustes hormonales característicos del síndrome de ovario poliquístico (SOP).

Por último, el cerebro no queda exento de las consecuencias de la inflamación crónica y los trastornos metabólicos vinculados al hígado graso. Pacientes con formas avanzadas de la enfermedad pueden experimentar deterioro cognitivo leve, dificultades de concentración y, en situaciones graves, riesgo de encefalopatía hepática, cuando el organismo pierde la capacidad de filtrar adecuadamente las toxinas.