
El consumo indiscriminado de medicamentos de venta libre puede tener repercusiones graves para la salud, sobre todo cuando su uso se prolonga sin supervisión especializada. Algunos fármacos, considerados inocuos por su popularidad o accesibilidad, pueden dañar órganos vitales de manera silenciosa.
Entre los más usados a nivel mundial se encuentra el ácido acetilsalicílico, conocido comúnmente como aspirina, cuya utilización frecuente ha generado alertas entre profesionales de la salud por el impacto negativo que causa en diversos sistemas del cuerpo, especialmente en el corazón, el hígado y los riñones. De acuerdo con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, la automedicación y el exceso de confianza en este fármaco representan un peligro para la población general.
El ácido acetilsalicílico es un antiinflamatorio no esteroideo (AINE). Se utiliza ampliamente para el alivio de molestias leves y moderadas, así como para reducir la fiebre y la inflamación. Su uso recurrente surge a partir de la creencia generalizada de que se trata de un producto seguro y efectivo frente a dolores comunes, malestar general o incluso en la prevención de eventos cardiovasculares. Esta noción ha propiciado que millones de personas lo consuman habitualmente, muchas veces sin conocer los riesgos asociados a la dosis acumulada y la incidencia sobre órganos que cumplen funciones críticas en el organismo.

Aspirina: popularidad y riesgos ocultos
La aspirina ha sido prescrita durante décadas como un recurso eficaz contra numerosas afecciones. Su efecto analgésico y antiinflamatorio la posicionó como uno de los fármacos más indicados tanto por médicos como por automedicación. A pesar de su extendido uso, no está exenta de efectos secundarios, especialmente cuando se excede la dosis diaria recomendada o se utiliza de manera crónica.
El uso prolongado puede ocasionar sobredosis crónica, una forma de intoxicación que aparece cuando el medicamento se acumula en el cuerpo a lo largo del tiempo. Esto ocurre con mayor frecuencia en personas de edad avanzada, en situaciones de deshidratación o ante la presencia de funciones renales deficientes. Entre los síntomas más comunes relacionados con la intoxicación destacan la fatiga, confusión, frecuencia cardíaca acelerada, alteraciones respiratorias y malestares gastrointestinales como acidez, náuseas, vómitos y diarrea.
Especialistas advierten que, si bien la aspirina puede ser beneficiosa para ciertas condiciones clínicas, su uso indiscriminado puede favorecer sangrado gastrointestinal e incluso comprometer la función de los pulmones, la piel y el sistema nervioso central, provocando somnolencia, confusión y hasta convulsiones.

Daño al hígado y los riñones: una amenaza subestimada por intoxicación de ácido acetilsalicílico
Uno de los mayores riesgos del ácido acetilsalicílico radica en el daño que puede ocasionar en el hígado y los riñones. El prospecto del medicamento, recogido por la Agencia Española de Medicamentos, indica que está expresamente contraindicado en pacientes con insuficiencia hepática o renal grave, y exige máxima precaución en individuos con alguna alteración funcional en dichos órganos.
El hígado, encargado del metabolismo de numerosos fármacos, puede ver comprometida su capacidad de procesamiento frente a la exposición frecuente y elevada al ácido acetilsalicílico, incrementando el riesgo de insuficiencia o daño hepático progresivo.
Los riñones, por otra parte, encargados de filtrar las sustancias de desecho de la sangre, pueden desarrollar insuficiencia renal aguda o acelerar procesos de deterioro crónico al verse sobrecargados por la presencia continua del medicamento en el organismo.
El consumo prolongado de aspirina eleva la probabilidad de episodios de fallo orgánico, complicando el tratamiento y recuperación de quienes ya padecen enfermedades de base. Esto puede derivar en un deterioro generalizado de la salud e incrementar la necesidad de intervenciones médicas de mayor complejidad.
Alternativas naturales para evitar uso prolongado del ácido acetilsalicílico
Pese a los riesgos, existen alternativas naturales para el manejo de dolencias leves que pueden reducir la dependencia de medicamentos invasivos. Estrategias como el ejercicio físico regular, la alimentación balanceada, el uso de compresas frías o calientes y la adopción de hábitos de vida saludables contribuyen a mitigar ciertas molestias. Además, remedios a base de plantas o infusiones pueden ofrecer alivio moderado, siempre y cuando se utilicen bajo la orientación de un médico.
Cualquier modificación en el tratamiento o sustitución del ácido acetilsalicílico debe realizarse mediante vigilancia profesional. El seguimiento médico resulta fundamental para valorar los beneficios y riesgos de cada opción terapéutica, así como para detectar precozmente cualquier signo de toxicidad o daño a órganos vitales. Solo un especialista puede recomendar alternativas seguras y personalizadas, garantizando la salud a largo plazo y evitando complicaciones graves derivadas de la automedicación.
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