
El gobierno mexicano estableció en 2013 una veda permanente para la pesca de pepino de mar con el objetivo de proteger a esta especie ante la sobreexplotación observada en las costas nacionales, principalmente en la Península de Yucatán.
La decisión respondía al marcado declive de las poblaciones naturales registrado en años previos, impulsado por el creciente comercio internacional de la especie, utilizada principalmente en la gastronomía asiática.
En mayo de 2013, la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) publicó el acuerdo que decretó la suspensión indefinida de las actividades de pesca, extracción y aprovechamiento del pepino de mar (Isostichopus badionotus y Holothuria floridana), fundamentando la medida en estudios científicos que reportaban “una drástica disminución de los bancos naturales del pepino de mar en la región”.
Fundamentos de la veda permanente

Entre los argumentos principales, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural advirtió que: “la elevada explotación de este recurso pesquero pone en riesgo la viabilidad biológica de las poblaciones, por lo que es necesario instrumentar medidas de manejo más estrictas, incluyendo la prohibición permanente de su captura”.
Las inspecciones de campo revelaron que las existencias del pepino de mar se vieron reducidas a menos del 10% en algunas áreas clave, situación que llevó al gobierno a considerar la especie en peligro de colapso local.
En voz de Mario Aguilar Sánchez, entonces titular de Conapesca, la postura oficial quedó expresada en los siguientes términos: “la veda permanente busca garantizar la recuperación de la especie y evitar su extinción regional, frente a una presión pesquera sin precedente”. El anuncio involucró a los estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo, donde se localiza el hábitat principal de estos equinodermos.
La estrategia no sólo implicó la prohibición de su captura, sino también la intensificación de operativos de vigilancia en costas y puntos de comercialización. “La pesca furtiva afecta gravemente a los ecosistemas marinos y a la economía local”, mencionó Aguilar Sánchez, reconociendo los retos para contrarrestar el tráfico ilegal del pepino de mar, considerado un producto de alto valor en el mercado extranjero.
En su momento, el pronunciamiento de organizaciones ambientalistas también subrayó la gravedad de la situación. Un portavoz de la organización Defenders of Wildlife indicó que “la veda permanente en México era una medida urgente y necesaria para detener el saqueo y el comercio ilegal del pepino de mar, uno de los recursos más vulnerables en nuestros litorales”.
A partir de la instauración de la veda, sólo se permite la investigación científica y el monitoreo ambiental del pepino de mar en la región, mientras que el gobierno mantiene abierta la posibilidad de reevaluar la medida en función de resultados que indiquen una recuperación efectiva de la especie.
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