
El 21 de septiembre de 2004, la vida de Adriana Castro de Alverde cambió para siempre. Ese día, su hijo Alejandro, de tan solo tres años, falleció tras complicaciones derivadas de una cirugía de amígdalas y adenoides. Aquella intervención médica, programada para mejorar la oxigenación y el crecimiento del niño, terminó convirtiéndose en el inicio de una historia que marcaría a toda la familia.
Castro relató en el podcast Más Allá del Rosa, conducido por Jessica Fernández, que todo ocurrió en vísperas del primer viaje familiar a Disney. Debido al paso de un huracán, el parque cerró por medidas precautorias y decidieron posponer el viaje para operar a Alejandro.
La intervención se realizó un miércoles para aprovechar una semana completa de reposo. El doctor le había advertido: “Lo único que no puede pasar es que el niño tenga sangre en su boca”. Sin embargo, el sábado siguiente, mientras la madre tomaba un baño, Alejandro sufrió una hemorragia severa. Rápidamente lo trasladaron al hospital, donde la situación se repitió y, finalmente, Alejandro sufrió un paro y muerte cerebral.
En medio del dolor, Luis Eduardo Alverde Montemayor, el esposo de Adriana le dio una noticia inesperada: “Me están pidiendo los órganos de Alejandro”. Castro relata que, en ese momento, le resultaba insoportable siquiera escuchar la propuesta. La imagen de su hijo aún respirando con ayuda, el cuerpo cálido y conectado a las máquinas, la hacía incapaz de asociar ese estado con la muerte.
“La cama de mi hijo estaba ahí, y yo estaba viendo el cuerpecito de mi hijo y su pecho se movía. Piensa en un muerto, un muerto está tieso y helado. Yo venía de ver a mi hijo y estaba calientito y respirando. No me podían decir que querían los órganos de mi hijo”, relató en el podcast.
La donación de órganos implicaba para ella aceptar que su hijo realmente había muerto. Ante la pregunta directa al equipo médico, Adriana pidió un último momento de despedida: “Le dije al doctor: ‘Si sí van a tomar los órganos, por favor, déjenme despedirme de él. Lo quiero abrazar, ¿me dejan cargarlo?’. Y el doctor me dijo: ‘Adriana, si lo cargas, se puede mover la intubación y podemos perder los órganos’”.
La mujer recuerda que ese instante representó el sacrificio más grande: “Yo no doné nada más los seis órganos de mi hijo, doné ese último abrazo que me negaron”.
Una decisión que salvó vidas
La familia Castro de Alverde dio su consentimiento para donar el corazón, hígado, dos córneas y dos riñones de Alejandro, los cuales permitieron que seis niños de diferentes lugares, entre ellos Mérida, Celaya y Ciudad de México, pudieran vivir y mejorar su calidad de vida tras un trasplante.
“Ya no puedes hacer nada con tu dolor, más que regalarle felicidad a otros”, comenta Adriana recordando lo que uno de sus hijos mencionó sobre el fallecimiento de su hermano. “Lo único que le puedo decir a los que reciben órganos de alguien es que sean buenos, porque cuesta mucho decir que sí. Sin embargo, cuando ya te vas a la funeraria y te hablan y te dicen tienes seis nuevos hijos, ya se hicieron los trasplantes, pues sí te da gusto. Y sí te da gusto porque no estás aquí nada más para ti, estás para el otro. Las personas no podemos vivir para nosotros mismos, y así quiso Ale”, concluye Castro.
La creación de la Asociación Ale

El 4 de noviembre de 2004, según la revista Forbes, nació la Asociación Ale a través de la figura de Institución de Asistencia Privada (IAP). Desde entonces, se ha dedicado a promover la donación y el trasplante de órganos y tejidos, y a facilitar acceso a tratamientos a personas en situación de vulnerabilidad.
A lo largo de los años, la Asociación logró establecer alianzas con el gobierno y organizaciones del sector privado para crear una unidad de hemodiálisis independiente en hospitales y equipar salas de operaciones para trasplantes. También ha firmado convenios con diversas instituciones y empresas, como Cinépolis, el Instituto Carlos Slim de la Salud, Fundación Televisa, el Centro Nacional de Trasplantes (CENATRA) y la Federación Mexicana de Enfermos y Trasplantados Renales, A.C., lo que ha permitido multiplicar su alcance y fortalecer campañas de concientización.
Actualmente, Asociación Ale cuenta con oficinas en Los Mochis, Ciudad de México, Querétaro, Torreón, Mazatlán, Colima, Tamaulipas, La Paz, Tepic, Obregón, Ensenada y Chihuahua. Desde estos puntos, brinda orientación, apoyo y seguimiento a personas interesadas en la donación de órganos y tejidos.
Adriana Castro dirige hoy la organización que nació del dolor más profundo y se convirtió en un proyecto con el firme propósito de crear conciencia sobre la donación de órganos y ofrecer segundas oportunidades de vida en todo México. Con empatía, compromiso y una misión que nació del amor más desgarrador, Castro de Alverde no olvida que incluso en medio de la tragedia, es posible sembrar esperanza.
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