
A unas horas de que Ovidio Guzmán López formalice su declaratoria de culpabilidad en una corte federal de Chicago, la situación judicial de otro operador clave del Cártel de Sinaloa avanza por un camino radicalmente distinto: el de la opacidad absoluta. Se trata de Néstor Isidro Pérez Salas, alias El Nini, quien fuera jefe de sicarios de Los Chapitos y uno de los personajes más violentos y temidos en la estructura criminal sinaloense.
Desde su extradición a Estados Unidos el pasado 25 de mayo de 2024, el proceso en su contra se ha mantenido bajo completo sigilo judicial.
“Está completamente sellado”, confirmó el periodista Ángel Hernández, especialista en temas de narcotráfico y seguridad, durante una entrevista para el programa Pie de Nota con Luis Chaparro. “No hay un solo documento que podamos consultar en el caso del Nini, más allá del indictment original”, explicó.
Un caso blindado por delitos de sangre

Según Hernández, el expediente está testado por razones de seguridad y por el perfil hiperviolento de Pérez Salas. “Tiene un perfil muy similar al de Edgar Valdez Villarreal, La Barbie”, señaló el periodista.
El sigilo también respondería a que El Nini no cuenta con el respaldo actual de la cúpula del Cártel de Sinaloa, lo que complica su defensa y su protección. El experto señala que no solo está sellado el expediente, sino que tampoco se ha hecho pública la fecha de su próxima comparecencia.
Otro indicio del aislamiento procesal del exjefe de sicarios es el silencio de su defensa. “A los dos [abogados] ya los he contactado, no han querido hablar justo por esa situación”, agregó el reportero, aludiendo a los litigantes que representan a El Nini desde Miami y Nueva York.
“Uno de ellos sigue siendo el que dio el gobierno”, apuntó, lo que indicaría que Pérez Salas aún no cuenta con un abogado de su propia elección, como sí ocurre con los hermanos Guzmán López, que tienen a Jeffrey Lichtman.
De igual forma, aseguró que el juez que lleva el caso le ha expresado: “No podemos hablar de casos, pero de El Nini especialmente no podemos hablar”.

Hernández señaló que si bien El Nini sí ha intentado negociar un acuerdo de culpabilidad, ese proceso “se está tardando sobre todo por los delitos de sangre que tiene”. Según fuentes citadas por el periodista, su historial incluye homicidios múltiples y liderazgo armado dentro del cártel.
Además, su posición en la estructura no era la de un operador financiero o logístico con información estratégica sobre el flujo de drogas o redes de lavado, sino la de un ejecutor. Esto podría reducir su valor como testigo colaborador y limitar los beneficios legales disponibles para él.
“No es un traficante principal”, explicó Ángel Hernández. “Tiene un aparato de seguridad diferente porque no tiene el respaldo como tal del Cártel de Sinaloa”.
¿Posible traslado a una prisión de máxima seguridad?
Otra razón que dificultaría un juicio ordinario o una negociación abierta es el riesgo extremo de seguridad que representa Pérez Salas, tanto por su historial como por los enemigos que dejó en libertad. De no alcanzar un acuerdo con la fiscalía, El Nini podría ser condenado a cadena perpetua y enviado al penal de máxima seguridad de ADX Florence, Colorado, donde también están recluidos Joaquín El Chapo Guzmán y Genaro García Luna.
“Esa es la pesadilla para cualquier mexicano”, sentenció Hernández en el pódcast.

Por ahora, El Nini permanece bajo custodia en el Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn, donde se encuentra aislado, sin acceso público a su expediente y sin señales de que su situación vaya a aclararse pronto.
Néstor Isidro Pérez Salas nació el 9 de marzo de 1992 en Tijuana, Baja California. Se unió al Cártel de Sinaloa en 2012 y, tras pasar por la facción de Los Dámaso, terminó integrándose a la célula de Los Chapitos, donde ascendió rápidamente hasta convertirse en jefe de seguridad personal de Iván Archivaldo Guzmán Salazar. A partir de 2016 lideró el grupo armado conocido como Los Ninis, que operaba como brazo ejecutor de los hijos de El Chapo.
Se le atribuye la orquestación del primer Culiacanazo (2019), cuando las fuerzas federales fallaron en la captura de Ovidio Guzmán, y tuvo participación activa en el segundo Culiacanazo (2023). Estos eventos consolidaron su reputación de operatividad, ferocidad y lealtad ciega a Los Chapitos.
Pero con su captura en noviembre de 2023 en Culiacán y posterior extradición, El Nini dejó de ser un simple jefe de sicarios: se convirtió en una figura incómoda y peligrosa, tanto para sus antiguos aliados como para las agencias de justicia estadounidenses.
Mientras Ovidio Guzmán negocia con el gobierno de Estados Unidos y se perfila como uno de los testigos cooperantes más importantes en décadas, la historia judicial de El Nini se escribe en la sombra.
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