
El domingo 13 septiembre de 2009, el cuerpo sin vida de unos de los hombres más buscados, por la entonces Procuraduría General de la República (PGR), fue encontrado en un desagüe del municipio de Huitzilac, Estado de Morelos, se trataba de Mario Pineda Villa, alias “MP”, unos de los lugartenientes clave para los cárteles de Sinaloa y Beltrán Leyva.
De acuerdo con los reportes, lo hallaron a sólo unos metros de la carretera federal México-Cuernavaca, con 17 disparos de arma de fuego en al abdomen, debajo de su cadáver, los peritos encontraron una mantra con una mensaje que decía, “Así terminan los traidores y los secuestradores, aquí está EL MP. Así terminan todos igual que este marrano. Siguen Jonathan Mendoza Vega, Chuy Pineda Medina, Carlos Campos “Comando”. El Jefe de Jefes, Arriba Sinaloa”.
Mario, pertenecía al clan Pineda Villa, liderado por él y sus hermanos Alberto y Salomón, quienes expandieron el crimen organizado en Guerrero, estuvieron involucrados en la creación del grupo delictivo Guerreros Unidos y eran cuñados del recluido ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca.

Del clan Pineda Villa a Los pelones de Guerrero
A inicios de la década de 2000, Alberto, Mario y Salomón comercializaban estupefacientes en su natal Guerrero, sin vínculo directo con cárteles. Un conflicto con traficantes sudamericanos los introdujo en el crimen organizado de alto nivel, según consta en registros judiciales.
Su historia se entrelaza con la disputa territorial guerrerense, punto clave para el trasiego de droga, tras colaborar con Joaquín “El Chapo” Guzmán, se alinearon con Arturo Beltrán Leyva. Alberto y Mario fueron asesinados en 2009; Salomón fue capturado ese mismo año, pero quedó en libertad por fallas en la integración de la averiguación previa.
Su alianza con el Cártel de Sinaloa ocurrió en junio de 2002, cuando Mario Pineda Villa, alias El MP, se comunicó con Richard Arroyo Guízar, hijastro de Jesús Reynaldo Zambada, El Rey Zambada, hermano de Ismael “El Mayo” Zambada.
Desde 1992, Arroyo era jefe de plaza del Cártel de Sinaloa en el entonces Distrito Federal, cargo que ejerció hasta su captura en octubre de 2008. Posteriormente, ingresó al programa de testigos protegidos de la PGR bajo el seudónimo María Fernanda, gracias a su testimonio se pudo hacer una interpretación de lo sucedido en aquel entonces.
Según la revista Proceso, en aquel año, El MP retuvo a un grupo de colombianos, en represalia por el secuestro de su hermano Alberto, alias El Borrado, en Colombia, por una deuda de cinco millones de dólares.
“Los colombianos eran socios de la organización (Cártel de Sinaloa), se comunicaron conmigo y les di un número de celular para que se lo pasaran a las personas que tenían secuestradas (a los colombianos) en México y fue Mario Pineda el que me habló”, declaró Arroyo ante la PGR el 28 de mayo de 2009, tras la detención del Salo en Cuernavaca.
Ambos se reunieron en la capital mexicana. Arroyo intervino como mediador. Pactaron el intercambio, liberación mutua y compromiso de pago por parte de Mario. Alberto “El Borrado” fue liberado de inmediato.
Dos días después, El Borrado agradeció personalmente a Arroyo, momento en el que descubrió que eran originarios de Guerrero. La relación se estrechó. Así, con el aval de Arroyo, los hermanos Pineda ingresaron formalmente al Cártel de Sinaloa en 2002, encargándose de las operaciones en Zihuatanejo y otras zonas del estado, bajo órdenes de Arturo Beltrán Leyva.
Demostraron eficacia en la recepción y traslado de cargamentos provenientes de Colombia y Venezuela, tanto por mar hacia las costas de Guerrero como por aire al aeropuerto de Acapulco. También extendieron su control a Morelos, donde lograron corromper a autoridades locales para facilitar sus movimientos.

La traición que los llevó a la muerte
En 2005, siguiendo instrucciones del Cártel de Sinaloa, los hermanos formaron un grupo armado conocido como Los Pelones, cuyo objetivo era dominar Guerrero. Según Arroyo, esta célula fue precursora de Guerreros Unidos, organización criminal vinculada con la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, ocurrida el 26 de septiembre en Iguala.
De acuerdo con el testigo, la organización contaba con 200 sicarios, originarios de la sierra guerrerense. Crónicas de prensa documentan que participaron en cruentos enfrentamientos contra Los Zetas y La Familia Michoacana por el dominio del estado. Mario, El MP, era el jefe de los sicarios.
El Borrado, por su parte, mantenía comunicación directa con Arturo Beltrán Leyva y le transmitía las órdenes a su hermano. Salomón tenía la tarea de distribuir cocaína en el país y coordinar el tráfico hacia Atlanta, Estados Unidos.
Con la ruptura entre el Cártel de Sinaloa y los Beltrán Leyva, se tensaron los vínculos. “El Borrado y su hermano entraron en comunicación conmigo”, relató Arroyo.
“Volví a tener comunicación dos días después con Alberto Pineda, en el mes de mayo de 2008, diciéndome que Arturo mandaba decir que tratáramos de solucionar los problemas que había para no entrar en conflicto. Yo le dije que eso lo tenía que ver con Joaquín Guzmán, que no era una decisión que yo pudiera tomar. Le pregunté a Alberto Pineda si él y su hermano serían leales al Cártel de Sinaloa; me respondió que estaban con Arturo Beltrán Leyva. Fue la única comunicación que tuve con ellos”.
En diciembre de 2009, la Secretaría de Seguridad Pública federal informó que Alberto y Mario habían sido asesinados. En una de los testimonios de Sergio Villarreal Barragán, alias “El Grande”, mano derecha de Arturo Beltrán, confesó que él había sido responsable del asesinato de Mario.
“A ese marrano ( Pineda Villa ) yo mismo lo levanté. Se creía muy sanguinario y además no era de mi agrado. Lo amarré y le di de patadas hasta que perdió el conocimiento”, declaró ante la SIEDO, actualmente la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada.
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