Los Chapitos vs Los Mayitos, los grafitis del terror en la guerra interna del Cártel de Sinaloa

Una pizza y un sombrero marcan el territorio sinaloense; mensajes en aerosol negro revelan el poder simbólico del narco

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Aunque debilitado por las capturas y la presión internacional, el Cártel de Sinaloa mantiene su operatividad, mientras la violencia se recrudece y golpea a la población civil en zonas como Culiacán y Altata.

En Sinaloa, las calles se han convertido en un tablero de guerra simbólica entre dos facciones, Los Chapitos y Los Mayos, que desde la captura de Joaquín Guzmán López e Ismael “El Mayo” Zambada en julio de 2024, la lucha por el control del Cártel de Sinaloa desató una ola de violencia sin precedentes, en la que los grafitis decoran muros, anuncian ejecuciones, el control territorial y mensajes de terror.

De acuerdo con la Fiscalía General del Estado (FGE), a nueve meses del inicio del conflicto, se han registrado al menos mil 405 homicidios y mil 862 desapariciones, desde el 9 de septiembre de 2024 en Culiacán, con una escalada de violencia que se extendió hacia municipios como Elota, Cosalá y Mazatlán, en donde las víctimas caen por fuego cruzado y son marcadas con símbolos y signos que buscan dejar clara la autoría de cada crimen.

En el conflicto de estas dos facciones, una rebanada de pizza identifica a Los Chapitos, mientras que un sombrero alude a Los Mayos, estos emblemas se convirtieron en una forma de comunicación brutal y una advertencia para las autoridades y la sociedad civil atrapada en medio de esta disputa.

Camioneta con cuerpos y grafitis
Camioneta con cuerpos y grafitis de advertencia hallada en Culiacán coincide con visita presidencial.(@GildoGarzaMx)

La reglas entre territorios, grafitis como mapas del narco y simbología de poder

En medio del conflicto que ha fragmentado al Cártel de Sinaloa, las señales pintadas sobre paredes, puertas o banquetas se han convertido en mapas rudimentarios de una lucha sin tregua.

Según una investigación de InSight Crime, en abril de este año los reportes señalaban una división clara, Los Chapitos ejercían el dominio en la zona norte de Culiacán, mientras que la facción conocida como “La Mayiza” mantenía el control del sur.

“Ambos grupos conocen los puntos operativos clave del rival, lo que les permite atacar con mayor precisión y frecuencia”, advierten Parker Asmann y Victoria Dittmar, autores del análisis especializado.

El estudio incorpora evidencia visual, una puerta marcada con las iniciales “MF”, en alusión a El Mayito Flaco; un señalamiento vial con la frase “La Chapiza rifa”; y una columna de ladrillos donde una figura de pizza confirma la presencia de los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera. Estos grafitis no son simples mensajes callejeros, sino advertencias territoriales codificadas entre facciones que se vigilan constantemente.

La tensión se agudizó con la entrada de un nuevo actor, el martes 10 de junio, usuarios en redes sociales compartieron imágenes y videos que documentaban la llegada del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) a Sinaloa.

En una de las fotografías más difundidas se lee “Chapiza 100%” junto a las siglas del CJNG, escritas sobre una banqueta, supuestamente en una plaza pública. Medios locales confirmaron que estas inscripciones comenzaron a aparecer en viviendas, comercios y espacios públicos de El Rosario.

La violencia simbólica alcanzó otro punto crítico el 27 de septiembre, cuando fue localizada una camioneta blanca con cuerpos sin vida y el mensaje “Bienvenidos a Culiacán”, escrito en aerosol negro. El vehículo fue abandonado en el fraccionamiento Alturas del Sur, el mismo día en que el presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, realizaban una gira por el estado.

Grafiti sobre banqueta anunció la
Grafiti sobre banqueta anunció la llegada del CJNG con la facción de Los Chapitos. (X @thepuni26470896)

El grafiti como código: el lenguaje visual del narco en México

El grafiti, más allá de su forma estética o disruptiva, representa un medio de expresión profundamente arraigado en contextos de poder, territorio y conflicto, en la guerra entre facciones del Cártel de Sinaloa, estas pintas no sólo marcan dominio, sino que se convierten en mensajes cifrados de violencia, intimidación y control social. Para entender su papel dentro del crimen organizado, resulta clave abordar su dimensión sociológica.

Según el Manual Oxford Academic sobre Criminología y Justicia Penal de 2016, comprender el grafiti es particularmente útil para quienes se interesan por la delincuencia y la justicia penal, ya que “se trata de una actividad que suele estar intensamente vigilada, independientemente de los daños que genere”.

Este tipo de expresión pone en evidencia la dimensión subcultural de ciertos comportamientos delictivos, al funcionar como un lenguaje paralelo con normas propias dentro de contextos criminales.

“El grafiti acompañó los conflictos políticos y la guerra sangrienta en la Nicaragua de los años 80 y cómo en otro contexto representaba la comunicación lúdica y creadora de lugares entre mujeres jóvenes que usaban baños específicos”, explican los académicos Jonathan Ilan y Gregory J. Snyder en ese mismo manual.

En el caso mexicano, esta práctica visual cumple una función similar, codifica el conflicto, expresa resistencia o control, y transforma espacios públicos en territorios simbólicos. En manos del narco, el grafiti deja de ser una manifestación marginal para convertirse en una herramienta de guerra.