CJNG da apoyo limitado a Los Chapitos, mientras apuesta por su debilitamiento: David Saucedo

La alianza entre Los Chapitos, facción del Cártel de Sinaloa liderada por los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha tomado forma en el momento más inesperado y crítico para el crimen organizado en México.

Antiguos enemigos en la violenta disputa por el control del narcotráfico, hoy comparten armamento, integrantes, símbolos y propaganda en plena reconfiguración del poder criminal. Lo que comenzó como un rumor de redes se ha materializado en grabaciones, movimientos tácticos e informes oficiales que revelan una nueva etapa en la guerra que fractura internamente al Cártel de Sinaloa.

Según el analista en seguridad pública David Saucedo, este acercamiento entre facciones históricamente enemistadas es producto de una estrategia entre México y Estados Unidos que ha debilitado a Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, forzándolos a buscar respaldo en el grupo que lidera Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho.

“El focalizar los ataques en contra de Los Chapitos los iba a obligar a establecer una alianza con el Cártel Jalisco Nueva Generación, y en automático esa debilidad que se había inducido, que se había producido, se iba a convertir en una fortaleza”, explicó Saucedo en entrevista con La Saga.

Pero esta alianza no es sólida ni duradera. Según el experto, esto responde a una lógica pragmática por parte del CJNG, que busca aprovecharse del desgaste de sus nuevos aliados.

“Lo que vamos a ver seguramente es un apoyo fogonero del Cártel Jalisco Nueva Generación hacia Los Chapitos. En el fondo, lo que busca el Cártel Jalisco es que Los Chapitos sí sufran una merma importante para que todos estos vacíos de poder territorial que puedan tener sean ocupados por ellos”, subrayó.

Muestra de ello sería, según Saucedo, que aunque se ha unido de forma táctica a Los Chapitos, el CJNG ha evitado enfrentamientos abiertos con la facción que encabeza Ismael Zambada Sicairos, alias El Mayito Flaco, a quien Saucedo define como la facción con mayor poder militar dentro del Cártel de Sinaloa.

La facción de la familia Zambada ha consolidado un brazo armado compuesto por exmilitares mexicanos, colombianos, guatemaltecos e incluso —según testimonios recogidos por Saucedo— veteranos de élite del ejército estadounidense. Esta fuerza ha disuadido a sus adversarios de entrar en un conflicto directo.

“El CJNG no se va a lanzar contra El Mayo. Sabe que puede sufrir mermas importantes”, sostuvo.

Por otro lado, Saucedo explicó que una eventual captura de los hermanos Guzmán no representaría un colapso del Cártel de Sinaloa. A su juicio, estas organizaciones funcionan como estructuras empresariales descentralizadas, con capacidad operativa más allá de sus líderes visibles.

“Si mañana capturan a Carlos Slim, Telmex no deja de operar”, ejemplificó. “Aunque se detenga a todos Los Chapitos, hay una segunda línea de mando lista para operar, y si se desmantela esa línea, surgirán nuevos liderazgos regionales”.

Esa capacidad de regeneración tiene su base en lo que el analista describe como los cuatro pilares de los grandes cárteles: el brazo armado, la red financiera legal, la protección político-militar y la base social.

La génesis del pacto

Una serie de factores estratégicos, pérdidas internas y cálculos pragmáticos llevaron a dos de las facciones más violentas del narcotráfico mexicano a cerrar filas. Fue entonces cuando surgió la alianza que parecía impensable.

Aunque los primeros rumores circularon desde finales de 2024, fue en 2025 cuando comenzaron a consolidarse los primeros síntomas de la unión entre los dos cárteles, con las siglas: CJNG-IAG.

Según informes de inteligencia y periodistas especializados como Óscar Balderas y José Luis Montenegro, el operador que facilitó el acercamiento fue Audias Flores Silva, alias El Jardinero, un viejo jefe de seguridad de El Mencho y figura clave dentro del CJNG.

La muerte de su hermano —atribuida a sicarios cercanos a El Mayo Zambada— lo motivó a pactar con Iván Archivaldo. El encuentro decisivo habría ocurrido en Guadalajara, con la presencia de Abdiel Guzmán Araujo, primo de Los Chapitos. De ese diálogo emergió un acuerdo: colaboración mutua para enfrentar al ala zambadista y reparto de plazas en México y Estados Unidos.

Pero el giro más significativo llegó cuando el propio gobierno estadounidense avaló la existencia del pacto. En su más reciente informe National Drug Threat Assessment 2025, la DEA advirtió que la alianza “tiene el potencial de expandir los territorios, recursos, poder de fuego y acceso a funcionarios corruptos de ambos grupos”, y alertó que esta convergencia puede provocar una interrupción significativa del equilibrio de poder criminal en México.

Aunque la alianza no implica una fusión definitiva, sí representa un reordenamiento profundo dentro del crimen organizado, alimentado por una estrategia de desgaste en la que el CJNG apoya a Los Chapitos con la intención de heredar sus territorios cuando colapsen. La alianza no es entre iguales, sino entre conveniencias cruzadas.

Ni la Fiscalía General de la República ni la Secretaría de la Defensa Nacional han emitido hasta ahora un posicionamiento público sobre esta cooperación criminal. Pero las consecuencias ya se dejan ver: reacomodos en zonas clave como Nayarit, Zacatecas y el norte de Sinaloa.