
La democracia a la que arribamos hace años fue resultado de protestas, negociaciones, reformas y votos, muchos votos; en otras palabras, cuenta con un fuerte componente electoral. Creo que es, como lo dice la ciencia política moderna, “el único inconveniente político compatible con la dignidad.” 1
Cuenta la historia que un gobernante en gira arribó a un Tribunal. Al encontrarse con el Magistrado Presidente, le preguntó ¿Oiga, y aquí qué hacen? Muy serio, el Magistrado le respondió: “Paz social, Señor.”
La elección judicial cuya jornada electoral es este domingo 1° de junio, presentó al INE uno de sus mayores desafíos en los últimos 34 años. Para empezar, una reforma constitucional y otra legal a las que rápidamente les encontramos diversas áreas de oportunidad y para las que nuestras mejores prácticas y nuestros históricos procedimientos no estaban preparados entonces; ahora lo están.
Además, tuvimos que crear normas y procesos innovadores y hacerlo en un marco de estrechez presupuestal inédita, con un recorte del 58% de lo solicitado, y un calendario demasiado breve.

Hemos sido determinantes en salir adelante. Como consecuencia, la mesa está puesta; habrá elección y certeza. Como siempre, hemos cumplido.
Después de unas campañas atípicas y brevísimas, en las que las personas aspirantes enfrentaron diversas restricciones de financiamiento y gasto nunca vistas, este domingo elegiremos a 881 personas juzgadoras de nuestro poder judicial federal y a 1,800 de los poderes judiciales locales de 19 entidades federativas.
Instalaremos 84,013 casillas, en 71,439 ubicaciones. El 81% de ellas en lugares públicos en general, como escuelas y oficinas públicas. El 19% restante, en casas de particulares.
Siempre pensando en la ciudadanización de las elecciones y respetando la ley, esas casillas estarán integradas y dirigidas por nuestras vecinas y vecinos, gracias a un cuidadoso proceso de selección y capacitación a lo largo de varios meses.
Siempre lo hacen bien; lo harán esta vez también.
INE preparó boletas infalsificables
Con diseño propio y como lo mandata la normativa, el INE imprimió 601,987,276 boletas infalsificables en solo 75 días. Para cada una de las 99,793,821 personas electoras de este país (más de la mitad son mujeres) habrá de 6 boletas, una por cada elección del orden nacional.
Por primera vez, como lo he propuesto por años, ese domingo cívico presentaremos una estimación, en rangos, de la participación ciudadana. No es un logro menor. Demandó articulación operativa, compromiso profesional y mucha audacia institucional. Es una innovación relevante que debería tornarse característica permanente de toda jornada electoral. Me encargaré de eso.
También por primera vez, como tengo lustros exigiendo, empezaremos los cómputos el mismo día de la elección. Los haremos a través de nuestros 332 órganos desconcentrados, integrados cada uno, por personal de nuestro servicio profesional y por ciudadanas y ciudadanos en funciones consejerías electorales con derecho a voz y voto. Es decir, ciudadanía en las casillas y ciudadanía en los cómputos. Claro, el éxito de la cadena de confianza que el INE le pone a las elecciones descansa en la ciudadanía.

A la hora de asignar cargos y expedir constancias de triunfo, vigilaremos que las y los aspirantes sigan cumpliendo los requisitos para su registro, que no hayan incurrido en impedimentos posteriores a dicho registro, que no hayan infringido la llamada 8 de 8 de contra la violencia que establece el artículo 38 constitucional y que hayan respetado las reglas y restricciones de la fiscalización. Y todo eso lo haremos a la luz del principio superior de paridad en todo, para que, de ser posible, tengamos tantas juezas como jueces, magistradas como magistrados y claro, Ministras como Ministros.
Como creemos seriamente en la rendición de cuentas y la transparencia, tendremos 159,247 personas ciudadanas acreditadas como observadoras electorales (de ellas 96,182 mujeres, 63,017 hombres y 32 personas no binarias).
Y atendiendo al interés internacional de personas y organizaciones, contaremos también con 375 personas de 40 países, acreditadas como visitantes extranjeras.
Debo lamentar que, por diversas razones, algunas de ellas jurisdiccionales y otras presupuestales, no implementamos, creo que indebidamente, acciones afirmativas, ni voto en el exterior o voto en prisión preventiva y sigo percibiendo una seria resistencia, al parecer institucional, contra el voto electrónico. Ofrezco seguir impulsando la maximización de derechos con estas modalidades innovadoras.

Logramos, sin embargo, implementar el voto anticipado domiciliado para personas en postración y personas cuidadoras, entre el 12 y el 21 de mayo. Celebro poder informar que, de la lista nominal especialmente creada para este propósito, ya participaron 5,035 votantes, de un total de 5,580 registros. Eso representa un 90.23% de participación. Vaya éxito.
Esta elección judicial mexicana, inédita en el mundo entero, es importante porque “En la justicia se juega mucho del futuro de la democracia” como decía Ruth Bader Ginsburg, Ministra de la Suprema Corte de los Estados Unidos por cerca de 30 años y una de las mentes jurídicas y políticas más esclarecidas de los últimos tiempos.
Votar en una democracia como la nuestra es deber y compromiso. Solo con la voluntad popular libre, solo por medio de un ejercicio reposado de la soberanía nacional, se conforman y renuevan adecuadamente las instituciones y, ahora, los poderes del Estado y garantiza paz social.
Esa es la esencia del régimen republicano de gobierno, y su característica es el método pacífico y pactado en la ley, en el que, con cívico compromiso, al tomar la boleta, ponderar nuestras opciones y decidir, revestimos a nuestro sistema político de viabilidad social y legitimidad política y nos reconocemos como ciudadanía en libertad, con dignidad, propósito y futuro, y precisamente por ello, con esperanza.

Como lo pudimos experimentar de primera mano en este proceso electoral extraordinario, la democracia electoral mexicana requiere de mucha convicción y esfuerzo para recrearse. Necesita también de muchas voluntades para permanecer, cuenta con la mía. Siempre.
La democracia en concreto, en vivo y a todo color es la de este domingo. Es un espectáculo formidable y extraordinario. Es una ocasión única e irrepetible, que nadie, nunca, debería perderse.
El INE tiene todo listo, como siempre, porque nos comprometimos como nunca.
Decide libre. Participa. Salgamos a votar.
<b>1</b> Silva Herzog-Márquez, Jesús. La Casa de la contradicción. Grupo editorial Penguin Random House. México, 2020. Pág.15.
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