Día Mundial sin Tabaco en México: más de 80 mil menores de entre 10 y 11 años fuman diariamente

Zonas urbanas concentran mayor prevalencia de adolescentes fumadores, así como nivel educativo o acceso a servicios de salud

Guardar
Más del 50% de los
Más del 50% de los adolescentes en México que consumen tabaco prefieren cigarrillos con cápsulas de sabores frutales, según ENSANUT 2022. (EFE/ Jeffrey Arguedas)

Los patrones de consumo de tabaco entre adolescentes en México revelan datos preocupantes, especialmente en relación con el uso de cigarrillos saborizados.

Según un estudio reciente, la mitad de los fumadores de entre 10 y 19 años optan por cigarrillos con cápsulas de sabores frutales, lo que representa un riesgo para la salud pública juvenil.

Esta tendencia, junto con otros hallazgos sobre el consumo de tabaco en menores, fue documentada en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua (ENSANUT) 2022, que ofrece un panorama detallado sobre este problema.

86 mil menores de edad fuman a diario

La encuesta ENSANUT 2022 destaca
La encuesta ENSANUT 2022 destaca que el consumo de tabaco es más frecuente en adolescentes no escolarizados, con una tasa del 14.5%. (EFE/ Jeffrey Arguedas)

De acuerdo con los datos de la ENSANUT 2022, el 4.6% de los adolescentes mexicanos reportó ser fumador activo, mientras que un 3.7% indicó haber fumado en el pasado. Además, el 2.6% de los jóvenes afirmó utilizar cigarrillos electrónicos, una modalidad de consumo que ha ganado terreno en los últimos años.

Estos porcentajes reflejan una problemática que afecta a diversos sectores de la población adolescente, con variaciones significativas según factores socio-demográficos.

El nivel educativo y la afiliación a servicios de salud son elementos clave en la prevalencia del consumo de tabaco entre adolescentes. Según la encuesta, los jóvenes no escolarizados presentan una tasa de consumo mucho mayor, alcanzando el 14.5%, en comparación con el 1.3% registrado entre aquellos que cuentan con algún nivel educativo.

Asimismo, los adolescentes de entre 15 y 19 años que están afiliados a servicios de salud tienen un 20% menos de probabilidades de consumir tabaco en comparación con quienes no cuentan con esta afiliación.

La ubicación geográfica también influye en los patrones de consumo. La prevalencia de adolescentes fumadores es más alta en áreas urbanas, donde alcanza el 6.5%, mientras que en zonas rurales se reduce al 2.3%. Estas diferencias reflejan las desigualdades en el acceso a información, recursos y programas de prevención, que suelen estar más concentrados en las ciudades.

Otro aspecto alarmante es la edad de inicio en el consumo de tabaco. Según los datos de la ENSANUT 2022, los adolescentes comienzan a fumar, en promedio, a los 15 años. Sin embargo, el consumo en edades más tempranas es significativo: se estima que 86 mil menores de quinto y sexto grado de primaria, es decir, niños de entre 10 y 11 años, fuman diariamente. Este dato subraya la necesidad de implementar medidas preventivas desde edades muy tempranas.

El uso de cigarrillos saborizados, especialmente aquellos con cápsulas de sabores frutales, ha incrementado su popularidad entre los adolescentes. Este tipo de productos, diseñados para hacer más atractivo el consumo de tabaco, representa un desafío adicional para las políticas de salud pública.

Medidas preventivas ante el consumo de sustancias en México

Los adolescentes entre 15 y
Los adolescentes entre 15 y 19 años que cuentan con servicios de salud tienen un 20% menos de probabilidad de fumar frente a quienes no tienen acceso. (Archivo EFE/ J.J.Guillen)

De acuerdo con el Informe Sobre la situación de la salud mental y el consumo de sustancias en México de 2024, algunas de las medidas preventivas sugeridas son las siguientes:

  1. Promoción de la salud mental y prevención:
    1. Identificación temprana de trastornos mentales y adicciones en la comunidad.
    2. Implementación de modelos de atención integral desde el ámbito comunitario.
    3. Realización de campañas nacionales para la concientización y prevención del suicidio, autolesiones y consumo de sustancias psicoactivas.
    4. Fortalecimiento de las acciones de educación y sensibilización para reducir el estigma asociado con los trastornos mentales y el consumo de sustancias.
  2. Acciones específicas para la prevención del consumo de sustancias:
    1. Aplicación de programas escolares enfocados en la prevención del uso de drogas.
    2. Diseñar e implementar intervenciones educativas en contextos comunitarios.
    3. Estrategias para el abordaje de drogas emergentes y adulteradas, incluidas acciones preventivas dirigidas a grupos vulnerables.
    4. Promoción de entornos libres de sustancias y campañas para reducir el consumo nocivo de alcohol y tabaco.
  3. Fortalecimiento de la atención en salud mental y adicciones:
    1. Priorización de la atención comunitaria y basada en el primer nivel de atención.
    2. Desarrollo de servicios de salud mental equitativos, no discriminatorios y sensibles a las diferencias culturales y de género.
    3. Capacitación continua del personal de salud para intervenir en prevención, detección y tratamiento de trastornos mentales y adicciones.
  4. Iniciativas legales y regulatorias:
    1. Consolidación de políticas públicas de regulación del consumo de ciertas sustancias, como el cannabis, basadas en evidencia científica.
    2. Incorporación del enfoque de derechos humanos y perspectiva de salud pública para tratar las adicciones y reducir la criminalización de las personas usuarias.
  5. Reducción de riesgos y daños:
    1. Implementación de puntos de control de alcoholimetría y estrategias para la disminución de lesiones asociadas al consumo.
    2. Desarrollo de estrategias para reducción de daño dirigidas a usuarios de sustancias psicoactivas, con especial atención en drogas emergentes como el fentanilo.
  6. Fomento de la investigación y generación de evidencia:
    1. Impulso a investigaciones enfocadas en el uso de drogas, sus impactos en diversas comunidades, y la evaluación de modelos de tratamiento y prevención.

Estas medidas buscan un enfoque de salud pública centrado en prevenir problemas de salud mental y adicciones, priorizando la detección, atención temprana y reducción de las brechas en los servicios.