
En medio de la controversia legal que enfrentan por cantar corridos en conciertos recientes en Jalisco, los integrantes de Los Alegres del Barranco afirmaron que su música no responde a intereses particulares ni a encargos privados.
En una entrevista con Adela Micha, los músicos rechazaron de forma categórica haber compuesto alguna canción a pedido de personajes vinculados al narcotráfico o de cualquier otro actor fuera del circuito musical.
“No, nunca. La neta, nunca hemos hecho un corrido por encargo”, respondieron cuando se les preguntó si habían recibido solicitudes de ese tipo. Y aclararon que las historias que narran en sus letras provienen de lo que observan en la realidad: “Todo se ve en las noticias y de ahí sacamos los datos”, dijo Pavel Moreno, líder de la agrupación.
Con ello, buscan desmarcarse de uno de los señalamientos más frecuentes contra los intérpretes de narcocorridos: la presunta cercanía con las estructuras criminales o la creación de canciones a la medida de figuras del crimen organizado.
Relatar lo que ocurre, no glorificar

Durante la entrevista, los músicos defendieron el corrido como un género histórico ligado a la narrativa popular desde tiempos de la Revolución Mexicana. Aseguraron que su trabajo no busca promover la violencia ni enaltecer a personajes específicos, sino reflejar lo que está ocurriendo en la sociedad.
“Estamos diciendo lo que está pasando en nuestra sociedad. No podemos tapar el sol con un dedo”, dijeron. También compararon su labor con la de un cronista: “Son historias cantadas, como se hacía antes, cuando los corridos iban contando pueblo por pueblo lo que ocurría”.
Reiteraron que componer o interpretar un corrido no equivale a hacer apología del delito, pues no hay una incitación directa ni un llamado a delinquir.
Añadieron que la reacción del público ha sido clave para la continuidad del género: “La gente los canta, los pide, los vuelve a escuchar. Si vamos a un concierto y no tocamos corridos, nos los exigen”.
Uno de los músicos recordó que los corridos violentos no son una novedad en México. “A poco me vas a decir que el corrido de Laurita Garza no hace apología. Ahí matan a tres personas. Y nadie lo cuestiona. Lo que pasa es que ahora todo lo relacionan con el narco, aunque el género venga de mucho antes”, señalaron.

También hablaron sobre su entorno familiar y sus orígenes: “Mi padre tiene dos carreras, es maestro universitario. Mi madre también es maestra. Crecimos escuchando corridos y ninguno de nosotros se volvió delincuente”. Asimismo, Pavel Moreno afirmó que los valores se aprenden en casa y no de canciones.
Ante la pregunta sobre si alguna vez han cantado para integrantes del crimen organizado, Los Alegres del Barranco señalaron que no preguntan quién los contrata para eventos privados, pero afirmaron que no tienen contacto directo con los personajes a los que se refieren algunos de sus corridos.
“Nosotros nunca hemos cantado para ellos. Hemos hecho corridos por lo que pasa, pero no sabemos quién nos contrata”, dijeron. Explicaron que, como ocurre con muchos grupos, son los promotores los que gestionan las contrataciones. “No vamos preguntando si es maestro, doctor o qué hace. A nosotros nos pagan por tocar”, aseguraron.
Sobre el conocimiento que tienen de los personajes retratados en algunos temas, fueron enfáticos: “Los conocemos por lo que sale en la televisión, en las noticias. Nunca los hemos visto en persona”, subrayaron.
Entre la censura y la doble moral<b> </b>
Los músicos también cuestionaron lo que consideran un tratamiento desigual frente a otras expresiones culturales que abordan temas similares. “Los actores hacen narcoseries. Tienen temporada uno, temporada dos, hasta la cinco. Nadie los investiga, nadie los censura”, señalaron.

Plantearon que, mientras las representaciones ficticias del narcotráfico son producidas, distribuidas y consumidas sin restricciones, los grupos musicales que interpretan canciones inspiradas en hechos reales son sometidos a vigilancia, restricciones legales o cancelaciones.
Sobre los recientes intentos por regular los contenidos musicales, advirtieron que eso no resolverá los problemas de violencia: “Nosotros también tenemos hijos. Si supiéramos que los corridos provocan violencia, seríamos los primeros en dejar de cantarlos. Pero no es así. La raíz del problema está en otra parte”, se quejaron.
Aunque defendieron su derecho a interpretar corridos, Los Alegres del Barranco dijeron estar abiertos a explorar otros contenidos y participar en iniciativas gubernamentales como México Canta, la campaña impulsada por la Presidencia para promover canciones con mensajes positivos.
También dejaron en claro que respetarán las restricciones impuestas en ciertos estados donde los corridos están prohibidos por decreto local. “Donde estén prohibidos los corridos, no los vamos a tocar. Pero donde sí estén permitidos, ahí sí los vamos a cantar. No se trata de desafiar a nadie”, dijeron.
Al cierre, reiteraron que su música es solo un reflejo del contexto. “Si algún día se acaba la violencia, cantaremos de flores, del amor, o de lo que venga. Mientras tanto, cantamos lo que el pueblo vive y escucha en las noticias”, concluyeron.
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