Prepara albóndigas suecas con menos de un cuarto de carne de res y en tres sencillos pasos

Las albóndigas suecas, tradicionalmente conocidas como köttbullar (albóndigas en sueco), son un plato emblemático de Suecia, que forma parte de la gastronomía escandinava. Sin embargo, su origen no es estrictamente de la región, sino que la receta fue traída desde Turquía a principios del siglo XVIII por el rey Carlos XII.

Según el sitio web Mesa y Cava, el rey llevó el platillo a territorio sueco tras su exilio en la región otomana, donde conoció una versión del kubbe turco. Al adaptarla con sus cocineros, se popularizó primero en la corte y, más tarde, en los hogares suecos, pero su popularidad creció hasta la llegada de la máquina de moler carne en el siglo XIX.

“En el sur de Suecia el Köttbuller se suele preparar con una mezcla de carnes 50 % vacuno y 50 % cerdo, sin embargo conforme avanzamos hacia el norte del país la proporción de puerco va disminuyendo hasta desaparecer por completo en Laponia”, explica el sitio.

Preparar estas albóndigas nórdicas es sorprendentemente sencillo y no requiere de manos expertas, en simples pasos tendrás un plato reconfortante y lleno de sabor para disfrutar cualquier día de la semana en la comodidad de tu hogar.

De acuerdo con la receta publicada por Larousse Cocina, las tradicionales albóndigas suecas con carne de res se preparan en poco tiempo, ideales para disfrutar de una experiencia culinaria en familia. Esta versión mantiene el espíritu original del platillo, combinando ingredientes básicos como cebolla, huevo y especias, con una técnica accesible que no requiere experiencia previa en la cocina.

Un detalle que marca la diferencia es el uso de pan rallado remojado en leche, lo que les da una textura suave y jugosa. Junto con el huevo que ayuda a unir la mezcla, esta técnica aporta un sabor delicado y característico que distingue a estas albóndigas nórdicas de otras recetas europeas. La receta es perfecta para quienes buscan un platillo reconfortante con un toque internacional y tradicional a la vez.

Albóndigas

• ½ cebolla blanca rallada
• ½ taza de pan molido
• 1 huevo
• ½ taza de leche
• ¼ de cucharada de pimienta tabasco
• ½ de cucharada de pimienta blanca
• 225 g de carne molida de res
• sal

Puré de papa

• 700 gr de papas russet
• ¾ de leche
• 60 gr de mantequilla sin sal
• 1 pizca de pimienta blanca molida
• Nuez moscada rallada

Salsa

• 2 cucharadas de harina de trigo
• 1 taza de fondo de res
• 2 cucharadas de crema para batir
• 1 cucharada de salsa inglesa

Puré de papa

• Corta las papas en cubos de aproximadamente 1 cm y hiérvelas hasta que estén tiernas.
• Escurre el agua y tritura hasta obtener una textura cremosa.
• Calienta la leche junto con la mantequilla hasta que se derrita por completo.
• Incorpora esta mezcla al puré, sazona con pimienta blanca y nuez moscada, y revuelve hasta integrar.

Albóndigas

• En una sartén, derrite una cucharada de mantequilla sin sal y sofríe la cebolla rallada hasta que se suavice; transfiere a una charola y deja enfriar.
• En un recipiente amplio, combina pan molido, huevo, leche, pimientas y sal; mezcla bien.
• Añade la carne molida y la cebolla cocida; amasa hasta obtener una mezcla homogénea.
• Forma bolitas pequeñas con las manos y refrigera durante 30 minutos para que tomen consistencia.
• Calienta tres cucharadas de mantequilla en una sartén y fríe las albóndigas hasta que estén doradas por fuera.

Salsa cremosa

• Utiliza el mismo sartén donde cocinaste las albóndigas y agrega la harina, removiendo con un batidor de globo para evitar grumos.
• Vierte el fondo de res poco a poco, sin dejar de mezclar, hasta que espese ligeramente.
• Incorpora la crema para batir y la salsa inglesa, cocina unos minutos más y ajusta de sal y especias.
• Sirve las albóndigas

El montaje de este platillo no solo resalta los sabores, sino que también celebra la estética simple pero acogedora de la cocina escandinava. Para comenzar, coloca una base generosa de puré de papa caliente en el centro del plato y extiéndelo ligeramente con el dorso de una cuchara, formando un lecho suave y uniforme donde reposarán los demás ingredientes.

Encima del puré, acomoda cuidadosamente las albóndigas recién cocinadas, procurando que queden bien distribuidas. Baña con la salsa cremosa aún caliente, permitiendo que se deslice por las orillas del puré. Para resaltar visualmente, espolvorea un poco de perejil fresco finamente picado, que aportará un contraste verde vibrante y un leve toque herbal.

Finalmente, acompaña el plato con guarniciones clásicas como unas cucharadas de pepinillos encurtidos y una porción de mermelada de arándano rojo o lingonberry. Estos complementos brindan un contraste entre lo ácido y lo dulce, elevando cada bocado y equilibrando el perfil de sabor con el que se identifican estas albóndigas suecas.