
José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay y figura emblemática de la izquierda latinoamericana, murió este martes 13 de mayo a los 89 años, confirmó el actual mandatario de su país, Yamandú Orsi.
Mujica padecía un cáncer de esófago que fue diagnosticado en mayo de 2024 y que, de acuerdo con sus propias palabras, lo colocó en una “fase terminal” desde inicios de este año.
Con su muerte, se apaga una de las voces más singulares del progresismo latinoamericano, un exguerrillero que asumió la presidencia de su país (2010-2015) y que se volvió una figura influyente a nivel continental no solo por su estilo austero, sino por sus posiciones firmes frente a temas globales como la desigualdad, el modelo económico dominante y, en particular, el narcotráfico.
Entre los temas que llegó a abordar durante la última década fue el de la violencia en México, país al que consideró víctima de un modelo global fallido en el combate a las drogas. Mujica opinó del fenómeno en múltiples espacios, desde la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en 2016 hasta entrevistas televisivas con medios como CNN en Español y encuentros con académicos y periodistas.
“México pone los muertos”

Durante su participación en la 72ª Asamblea General de la SIP, realizada en Ciudad de México en noviembre de 2016, Mujica condenó el asesinato de periodistas y advirtió que la violencia del narcotráfico no solo afecta a quienes lo denuncian, sino que es un síntoma de una enfermedad más profunda. “Es un desastre que habla de una enfermedad de una creciente intolerancia. Creo que México no merece eso. No es ya el problema del periodismo, es problema de la sociedad”, afirmó entonces.
En ese mismo foro, denunció que el negocio del narcotráfico opera con una lógica transnacional en la que México absorbe los costos humanos. “Me estoy dando cuenta que México pone los muertos y la lana queda en otro lado”, dijo, en referencia al flujo de dinero ilícito hacia Estados Unidos y otros centros financieros.
También narró una anécdota que, según él, reflejaba el desafío estructural que representaba el crimen organizado incluso para las instituciones militares: “Un militar me dijo: ‘No nos vayan a meter nunca a nosotros en una guerra contra el narcotráfico, porque lo que no resiste ningún ejército del mundo son los granadazos de 100 dólares’”.
Legalizar para quitarle el mercado al crimen

Una de las propuestas más recurrentes de Mujica frente al narcotráfico fue la necesidad de modificar el enfoque prohibicionista. En varias ocasiones insistió en que los Estados deben regular el mercado de drogas para desmantelar el poder económico del crimen organizado.
“Hay que robarle el mercado al narcotráfico. Hay que regularlo y los Estados hacerse cargo. Tener el coraje y transformar la droga en un problema médico”, dijo en una entrevista con Carmen Aristegui en octubre de 2016. Citando a Albert Einstein, reiteró que “si tú quieres cambiar, no puedes seguir haciendo lo mismo”.
En el mismo diálogo, Mujica subrayó que el consumo de drogas en Estados Unidos tiene consecuencias directas en México: “México es víctima de la droga del otro lado. Está pagando el precio. Allá amontonan la lana y acá ponen los muertos”. Incluso planteó que “el problema de la droga en México se arregla muy fácil: Estados Unidos liquida el consumo allá y va a ver que como en un mes no hay más narcotráfico”.
Mujica impulsó durante su mandato una política pionera en la legalización del cannabis, en la que el Estado uruguayo asumió el control desde la producción hasta la comercialización, con el objetivo de reducir el poder del narcotráfico.

En 2012, explicó a CNN que la intención era desincentivar el acceso a drogas más duras mediante el control de las sustancias menos adictivas. “Medimos que el problema grave es el narcotráfico, no la marihuana”, sostuvo. “Aquí existe un mercado clandestino que maneja el narcotráfico, y nosotros queremos estropearles el mercado”.
En su reflexión sobre la violencia en América Latina, Mujica consideró que el narcotráfico representa una degradación social impulsada por la impunidad y la falta de alternativas. “Con el narcotráfico se acabaron los valores. La evolución del narcotráfico significó pulverizar todo, es como una degradación dentro de la degradación, con el lema: plata o plomo”, advirtió en la SIP.
José Mujica se convirtió en una referencia continental no solo por sus políticas públicas en Uruguay, sino por su capacidad de plantear con crudeza los dilemas de América Latina. En el caso mexicano, su postura fue clara: el problema del narcotráfico no puede reducirse a una lucha interna.
“Estamos perdiendo la guerra con la droga”, dijo en 2012. Por eso propuso “ensayar con prudencia otros caminos”, sin esconder la cabeza frente a un problema que, para él, definía buena parte del presente y el futuro de América Latina.
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