
La creciente inseguridad en distintas zonas del país ha alterado el desarrollo de varias celebraciones tradicionales de la Semana Santa, especialmente en regiones donde se reportan altos índices de violencia, como Guanajuato, Sinaloa y partes de Morelos, según informó Monseñor Ramón Castro Castro, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y obispo de Cuernavaca.
En entrevista con Radio Fórmula, el prelado señaló que uno de los rituales más afectados ha sido la Vigilia Pascual, tradicionalmente celebrada durante la noche del Sábado de Gloria.
“Este ambiente de inseguridad ha afectado ya la Vigilia Pascual en varios estados, en varias diócesis, en varias parroquias. ¿Por qué lo ha afectado? Por el horario”, dijo Castro Castro. De acuerdo con la liturgia católica, esta vigilia debe realizarse al anochecer, pero ante el temor de los feligreses a transitar por las calles en la noche, muchas comunidades han optado por adelantarla a las 17:00 o 18:00 horas.
“Muchísimas personas no quieren llegar noche a su casa o tener el riesgo de que algo pueda suceder. Veamos cómo afecta ciertamente nuestra liturgia y estos momentos tan importantes en esta situación difícil que vive nuestro país”, añadió el también obispo de Cuernavaca.

A pesar de tratarse de uno de los momentos más significativos del calendario litúrgico —en el que se celebra la resurrección de Cristo, centro de la fe católica—, la inseguridad ha obligado a modificar su celebración tradicional. El cambio de horario, aunque permitido en circunstancias excepcionales, altera un simbolismo arraigado en la liturgia, ya que la celebración está vinculada a la victoria de la luz sobre la oscuridad.
Otras modificaciones que se han hecho
Otra celebración impactada ha sido el Viacrucis del Viernes Santo, que en muchas parroquias se representa con procesiones comunitarias por las calles. Monseñor Ramón Castro reconoció que también en estos actos se ha notado una menor participación en algunas regiones.
“El Viernes Santo, las procesiones con el Viacrucis han afectado en la participación de algunas personas, que sienten alguna inseguridad, pero hasta ahora no ha sido de una manera significativa”, explicó.
Las afectaciones no se limitan a celebraciones litúrgicas. Durante la Semana Santa, es tradicional que grupos de jóvenes católicos, seminaristas y familias enteras participen en misiones en comunidades rurales, muchas de ellas en condiciones de pobreza o abandono.

Este año, según el presidente de la CEM, algunas de estas misiones han tenido que ser reubicadas o suspendidas por precaución. “Donde vemos que la situación está incontrolable, hemos sugerido que se cambie de lugar”, indicó. A pesar de las dificultades, destacó el valor de este esfuerzo pastoral: “Es algo muy bello, muy importante, muy significativo, pero también sufre las consecuencias de esta inseguridad”.
Durante la entrevista también se abordó la tradicional representación de la Pasión de Cristo en la alcaldía de Iztapalapa, en la Ciudad de México, uno de los actos más emblemáticos del catolicismo popular en el país. Sobre esta celebración, que reúne a miles de fieles y espectadores, Castro Castro señaló que es una “tradición muy bella, muy importante, muy singular, representativa del sentimiento religioso de nuestro pueblo”.
No obstante, hizo un llamado a que la participación en este tipo de eventos no sustituya la asistencia a las celebraciones litúrgicas formales de la Semana Santa: “Nada puede sustituir la Vigilia Pascual, o la celebración del Jueves Santo, o la del mismo Domingo de Resurrección. Qué bello que esto venga a reforzar lo que es más importante y más esencial”.

En este Jueves Santo, el obispo también recordó que se celebra la institución de la Eucaristía y del sacerdocio, y en muchas diócesis, como Cuernavaca, se lleva a cabo la Misa Crismal, donde se bendicen los óleos y se renuevan las promesas sacerdotales. Esta celebración marca el inicio del Triduo Pascual, que comprende el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Sábado de Gloria.
Un llamado a la esperanza en medio de la violencia
Finalmente, Monseñor Castro Castro dirigió un mensaje de aliento a los católicos en este 2025, designado por el papa Francisco como el Año Santo de la Esperanza. “No perdamos la esperanza. El Santo Padre nos convoca para que, a pesar de tantas dificultades, en un horizonte tan complejo, tan oscuro, nadie pierda la esperanza”, dijo.
En particular, se dirigió a las madres buscadoras y a quienes padecen enfermedades o situaciones dolorosas: “Cristo venció a la muerte y esa resurrección le da fundamento a todo, sentido al dolor”.
Las celebraciones de Semana Santa, en medio de un contexto nacional marcado por la violencia, reflejan tanto los desafíos actuales de la Iglesia mexicana como su intención de mantener viva la fe en las comunidades, aún bajo condiciones adversas.
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