La historia de Gil Pérez, el soldado español que de manera inexplicable se trasladó de Filipinas a México

Una de las historias más desconcertantes del periodo virreinal cuenta cómo este personaje apareció en la Plaza Mayor, asegurando haber estado en su país natal tan solo unas horas antes

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En 1593, Gil Pérez aseguró
En 1593, Gil Pérez aseguró haber viajado desde Manila a Ciudad de México de forma instantánea. (Wikicommons/dominio público)

El 25 de octubre de 1593, un soldado español identificado como Gil Pérez, apareció de manera inexplicable en la Plaza Mayor de la Ciudad de México, vistiendo el uniforme de la guardia del Palacio del Gobernador en Manila, Filipinas, pero lo sorprendente del caso es que cuando Pérez fue interrogado por las autoridades virreinales, él afirmó haber estado montando guardia en Manila la noche anterior, a más de 14 mil kilómetros de distancia.

Este enigmático suceso, aún sin explicación, ha generado interés a lo largo de los siglos y ha sido objeto de múltiples especulaciones. Según un documento del repositorio de la Universidad de Filipinas en Diliman, en la obra “Sucesos de las Islas Filipinas” de Antonio de Morga, se menciona como un hecho curioso que la muerte del gobernador de Filipinas fue conocida en la Plaza Mayor de México ese mismo día, pues De Morga admite desconocer cómo llegó la noticia de este acontecimiento.

Por otro lado, de manera similar, fray Gaspar de San Agustín narra esta historia en su obra “La Conquista de las Islas Filipinas”, publicada en España en 1698, alimentando aún más el misterio que rodea a este suceso y siendo considerado el primero en difundirlo oficialmente.

Cuál es la presunta historia del hecho

La aparición de un guardia
La aparición de un guardia del Palacio del Gobernador en Manila en tierras mexicanas se convirtió en uno de los enigmas históricos más estudiados, sin embargo, aún no tiene explicación. (F.E Schoonover)

De acuerdo con la revista México Desconocido, la noche del 24 de octubre de 1593, Gil Pérez se encontraba cumpliendo su deber como centinela en la plaza de armas de Manila, donde la tensión era palpable tras el reciente asesinato del gobernador de Filipinas, Gómez Pérez das Mariñas, a manos de piratas chinos. Exhausto por la presión y el trabajo, Pérez se recostó contra una pared y cerró los ojos por un momento, pero al despertar se encontró en un lugar completamente desconocido.

Desorientado, comenzó a caminar por las calles hasta que fue interceptado por soldados mexicanos, quienes lo detuvieron al notar su uniforme inusual. “Su porte robusto y audaz evidenciaba que era un veterano soldado con mucha experiencia en campaña; pero también se veía que, aunque no parecía tímido, sí parecía aturdido y asombrado, pues miraba a su alrededor como un hombre perdido”, detalla el documento de la Universidad de Filipinas.

Cuando las autoridades interrogaron a Pérez, este explicó que era un soldado español destacado en Manila y que, hasta el día anterior, había estado cumpliendo su guardia en el Palacio del Gobernador. Según la publicación cultural mexicana, Pérez relató que el gobernador de Filipinas había sido asesinado por remeros chinos locales, a los que se les llamaba “sangleys”, un hecho que, en ese momento, era desconocido en México.

A pesar del detallado discurso, la distancia entre ambos territorios y el tiempo que tomaba un barco en cruzar el océano, aproximadamente dos meses, hacían que su historia pareciera imposible así que los soldados nacionales, desconcertados por el relato, decidieron arrestarlo.

Pérez fue llevado ante el Santo Oficio de la Inquisición, donde repitió su historia una y otra vez, sin embargo, su testimonio fue recibido con escepticismo. Las autoridades lo acusaron de ser un desertor o incluso de estar vinculado con fuerzas demoníacas, por lo que fue encarcelado mientras se investigaba su caso, y durante más de dos meses permaneció en prisión, donde su historia comenzó a difundirse entre guardias, presos y funcionarios.

“Los Familiares del Santo Oficio lo interrogaron con la mayor astucia y diligencia, pero no pudieron refutar su testimonio. Así, aunque comprendieron, por supuesto, que el asunto era obra del Diablo, no pudieron encontrar a Gil Pérez culpable. En consecuencia, lo trataron con solicitud más que con severidad, y Gil Pérez juró que prefería la cárcel al servicio militar”, expone el texto de la Universidad de Filipinas.

La llegada de un galeón que confirmó su relato

Imagen ilustrativa del Galeón de
Imagen ilustrativa del Galeón de San José, un barco de guerra español que se hundió en 1708 tras una batalla con buques británicos. (Armada Nacional)

El desenlace de la historia llegó cuando un barco procedente de Manila atracó en las costas mexicanas con la noticia del asesinato del gobernador Gómez Pérez das Mariñas, un hecho que coincidía exactamente con lo que Gil Pérez había afirmado desde el principio. Además, según México Desconocido, un soldado que viajaba en el barco reconoció a Pérez como uno de sus compañeros en Manila, confirmando que lo había visto montando guardia en el Palacio del Gobernador el día anterior a su aparición en México.

Un dato poco conocido, según la Universidad de Filipinas es que según la tripulación del galeón, señales sobrenaturales habían anunciado la matanza en Manila, donde Gómez das Marinas falleció después de que le rompieran el cráneo. Según el testimonio “en un muro del Convento de San Agustín había pintado un retrato de ‘Su Excelencia’, y justo a la hora de su muerte, se abrió una grieta en el muro que atravesó el cuadro”.

El testimonio desconcertó a las autoridades mexicanas, quienes no tuvieron más remedio que liberar a Pérez. No obstante, según el relato, el soldado decidió regresar a Filipinas, aunque no sin antes expresar su preferencia por permanecer en la prisión de Santo Domingo, donde se sentía más seguro tras su extraña experiencia.