
La religión ha sido una parte esencial de la humanidad a lo largo de la historia, ya que influye en las creencias, costumbres y estructuras de las sociedades. Según el historiador y sociólogo Christopher Dawson, para entender cómo funciona una sociedad es crucial conocer su religión, ya que las creencias religiosas están en la base de las expresiones culturales de una comunidad. Así, la religión proporciona un marco para interpretar el mundo, la moral y la identidad colectiva, desempeñando un papel central en la creación de la cultura.
La misa, como acto principal del catolicismo, es una ceremonia en la que el sacerdote renueva el sacrificio de Jesucristo, transformando el pan y el vino en su cuerpo y sangre a través de la transubstanciación. Este ritual tiene no sólo una dimensión religiosa, sino que también ofrece una estructura para la vida diaria, dando sentido, esperanza y consuelo ante las dificultades y la muerte.
A través de este acto, los fieles buscan acercarse a lo divino y vivir una conexión espiritual que les proporcione paz interior y fortaleza ante las adversidades. Sin embargo, no todos se sienten atraídos por estas prácticas, ya sea por la ausencia de creencias religiosas o por razones personales. En algunos casos, detrás de esta indiferencia pueden influir factores psicológicos que afectan la forma en que se relacionan con la religión.

¿No te gusta ir a misa?
Desde una perspectiva psicológica, el hecho de que una persona no disfrute de ir a misa puede estar relacionado con varios factores emocionales y cognitivos. Sigmund Freud, en su obra El porvenir de una ilusión (1927), postuló que la creencia en Dios puede ser una proyección de deseos infantiles y necesidades emocionales no satisfechas, donde la figura de Dios cumple un rol similar al de un padre protector. Para aquellos que no se sienten atraídos por la misa, podría haber una desconexión emocional o intelectual con el ritual religioso.
Además, factores como la falta de identificación con los dogmas, la percepción de la religión como una fuente de control o el rechazo de la autoridad religiosa pueden influir en la decisión de no participar en la misa. De acuerdo con los datos de la Agencia Fides, desde 2022 el número de católicos sigue aumentando a nivel global, pero la disminución en la asistencia a misa, especialmente en Europa, refleja una tendencia más amplia de secularización, donde las personas se alejan de las prácticas religiosas tradicionales en favor de enfoques más individualistas y menos institucionalizados de la espiritualidad.
Desde la perspectiva del conductismo, la teoría del reforzamiento de B.F. Skinner explica cómo las conductas se mantienen o desaparecen según las experiencias pasadas. Si una persona ha tenido experiencias negativas asociadas con ir a misa, como sentirse excluida, juzgada o rechazada, es posible que estas experiencias refuercen el comportamiento de evitar la misa en el futuro. Las emociones negativas, como la ansiedad o la frustración, pueden estar asociadas con la experiencia religiosa, lo que lleva a la persona a evitarla en el futuro.

¿Por qué las personas ya no van a misa?
La disminución de la asistencia a misa en la sociedad contemporánea se puede entender desde diversas perspectivas, según sacerdotes y teólogos. El sacerdote Santiago González, de la Archidiócesis de Sevilla, destaca dos razones fundamentales para este fenómeno: el desconocimiento del amor de Dios y la omisión del temor de Dios. Para él, la falta de una verdadera comprensión de lo que la misa representa, como un “santo sacrificio de amor”, lleva a las personas a distanciarse de la iglesia. Si no se experimenta este amor divino o el temor reverente hacia Dios, la misa pierde su significado y las personas dejan de asistir.
González señala que cuando realmente se entiende la misa como un acto de amor, la ausencia de fe o un corazón frío y endurecido se convierte en el principal obstáculo para participar. “Cuando de verdad creemos que la Misa es eso: Santo Sacrificio de Amor, entonces si dejamos de ir es porque o no tenemos FE o, sencillamente, nuestro corazón es frío como el hielo y duro como el metal más denso”, afirma el sacerdote en InfoCatólica.
Por su parte, Fray Francisco M. González Ferrera explica que la rápida transformación de la sociedad contemporánea ha afectado profundamente la vida espiritual de las personas. Según él, el mundo ha cambiado drásticamente en las últimas décadas, especialmente en las ciudades y pueblos, y esto ha afectado las prácticas religiosas. En una sociedad occidental “líquida”, como la denomina, la incertidumbre y la velocidad de los cambios han debilitado los vínculos humanos, lo que hace que lo que antes era sólido y permanente ahora sea más superficial y efímero.
González Ferrera agrega que esta “sociedad líquida” ha dado paso a una cultura del nihilismo, donde la religión, y especialmente el catolicismo, se ve cada vez más desde una perspectiva despectiva. “La sociedad sumergida en el nihilismo desde todo lo relacionado con la religión… pasa por la burla, el escarnio, lo grotesco”, señala el fray en el sitio web de Provincia Inmaculada Concepción.
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