
Desde Lola la Chata y hasta Enedina Arellano Félix, son pocas las mujeres que han logrado abrirse camino en la historia del narcotráfico en México. No obstante, en un negocio históricamente dominado por hombres, el nombre de Sandra Ávila Beltrán comenzó a ganar relevancia entre las filas que comenzaban a estructurar el Cártel de Sinaloa, organización criminal que durante décadas se consolidó como una de las más poderosas y peligrosas que opera en el país azteca.
Y es que, las conexiones que la también llamada Reina del Pacífico tiene con cárteles mexicanos son profundas, comenzando porque es sobrina de Miguel Ángel Félix Gallardo, cofundador del Cártel de Guadalajara y uno de los precursores de la delincuencia organizada en México.
Pese a ello, sus propios méritos, inteligencia y encantos llevaron a Sandra Ávila Beltrán a manejar las ganancias del crimen organizado hasta su aprehensión en 2007 cuando con una frialdad perceptible, la Reina del Pacífico se mostró tranquila en una grabación donde las autoridades afirmaban que había sido parte de una operación para traficar nueve toneladas de cocaína, no obstante, ella se limitó a insistir en que era solo una ama de casa con negocios relacionados a la venta de ropa.
Aunque su detención fue manejada como un gran logro para las autoridades mexicanas, lo cierto es que dicho suceso fue únicamente la punta del iceberg de una serie de eventos desafortunados por los que La Reina del Pacífico atravesó, mismos de los cuales brindó nuevos detalles en una reciente entrevista que concedió al periodista José Luis Montenegro.
El secuestro de José Luis Fuentes Ávila

A inicios de los años 2000, tanto el Cártel de Sinaloa como la propia Sandra Ávila Beltrán se encontraban en un punto álgido. Diariamente por la frontera entre México y Estados Unidos se traficaban toneladas de droga y el dinero continuaba circulando, no obstante, el 18 de abril de 2002 la vida de la Reina del Pacífico dio un giro inesperado.
Fuertemente armados y con una vestimenta totalmente negra, un comando armado irrumpió en un gimnasio de la colonia Puerta de Hierro en la ciudad de Guadalajara y secuestró al único hijo de Sandra Ávila Beltrán.
“Fue el dolor más grande que he tenido en mi vida”, declaró la Reina del Pacífico para su reciente entrevista publicada en The Daily Beast.
En aquel entonces, José Luis Fuentes Ávila tenía solo 15 años de edad y fue sustraído por una persona que se había hecho pasar por amigo de su propia familia.
Cegada por la desesperación y la incertidumbre, la Reina del Pacífico solicitó ayuda a la Procuraduría General de Justicia del estado de Jalisco, en lugar de recurrir a los contactos que poseía dentro del crimen organizado.

Con la intención de salvaguardar la vida de su único hijo, Sandra Ávila Beltrán dijo a las autoridades estatales que los secuestradores de José Luis le exigían USD 5 millones por liberarlo.
De este modo dio inicio una investigación que expuso que la Reina del Pacífico no contaba con un historia comercial exitoso y que, aún así, manejaba grandes sumas de dinero en efectivo que le permitían tener una vida de glamour y lujos, lo que encendió alertas en las autoridades.
Las sospechas fueron confirmadas luego de que la unidad estatal antisecuestros comenzó a monitorear las llamadas de la Reina del Pacífico, descubriendo que, además de la comunicación con los delincuentes que mantenían cautivo a su hijo, Sandra Ávila Beltrán también sostuvo llamadas con Juan Diego Espinosa, alias El Tigre -quien en ese entonces era su pareja sentimental- pero también con Ignacio Nacho Coronel e Ismael El Mayo Zambada.
Luego de 17 días el hijo de la Reina del Pacífico fue puesto en libertad. De acuerdo con el Gobierno de México, Sandra Ávila Beltrán pagó a los secuestradores USD 1.4 millones aunque fuentes extraoficiales sugirieron que pudieron haber sido hasta USD 3 millones financiados por Ismael El Mayo Zambada e Ignacio Nacho Coronel.
De acuerdo con el medio The Daily Beast, aunque el hijo de Sandra Ávila Beltrán había sido liberado, la recién creada Agencia Federal de Investigaciones (AFI) comenzó a seguir el rastro tanto de la Reina del Pacífico como de Juan Diego Espinosa, alias El Tigre.

Aunque en múltiples ocasiones Sandra Ávila Beltrán negó saber que su pareja sentimental estaba involucrado en actividades ilegales bajo el argumento de que uno de los hermanos de El Trigre había venido a México porque se dedicaba a industria textil, el 17 de julio de 2002 policías y miembros del Ejército Mexicano incautaron un barco atunero llamado “Macel” el cual transportaba nueve toneladas de cocaína.
Dicho decomiso fue vinculado tanto a Juan Diego Espinosa Ramírez como a la Reina del Pacífico, sin embargo, las autoridades tardarían casi cinco años en localizarlos, hasta febrero de 2007.
Sandra Ávila Beltrán nunca fue condenada por su participación directa en el tráfico de drogas, pero pasó un tiempo en prisiones de Estados Unidos y México por ser cómplice de actividades delictivas y lavado de dinero.
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