
Con la llegada del invierno, muchas personas que comparten su vida animales de compañía se preguntan si es necesario modificar la dieta de sus mascotas para ayudarles a sobrellevar las bajas temperaturas. Si bien es cierto que el frío puede influir en las necesidades energéticas de los canes, los cambios deben realizarse únicamente bajo orientación profesional.
De acuerdo con PetMD, la grasa corporal actúa como un aislante natural, por lo que los perros delgados suelen enfriarse con rapidez. Aun así, la plataforma especializada subraya que “los riesgos para la salud del sobrepeso superan con creces cualquier beneficio”, advirtiendo que nunca debe permitirse que un perro aumente kilos solo para “prepararse para el invierno”.
Pese a ello, la organización Humane World For Animals agrega que las mascotas que pasan la mayor parte del tiempo al aire libre sí pueden necesitar más alimento durante los meses fríos, ya que mantener el calor consume una gran cantidad de energía. En interiores, en cambio, la calefacción o la temperatura controlada reducen considerablemente este gasto, por lo que la mayoría de los animales requerirá la misma dieta que el resto del año.
En tanto, la revista Dogster explica que es normal que los ‘lomitos’ sientan más hambre en invierno, pero esto no significa necesariamente que deban comer más, pues el factor determinante es cuánto tiempo pasan a la intemperie. La publicación citada señala que si el animal está expuesto a temperaturas muy bajas y tiembla con frecuencia, podría requerir un incremento moderado en su ración diaria, ya que “temblar puede quemar muchas calorías”, acelerando su gasto energético.
Además, el nivel de actividad física también debe tomarse en cuenta, ya qie si el tutor mantiene paseos, juegos y rutinas al aire libre con normalidad, incrementar la ingesta puede ser apropiado. Pero cuando el frío reduce la actividad y limita las salidas, subir la cantidad de comida podría llevar rápidamente al sobrepeso.
¿Qué factores individuales deben tomarse en cuenta?

Para comprender mejor estas variaciones, la académica de Medicina Veterinaria de la Universidad Santo Tomás, Melissa Palacios, compartió algunas recomendaciones en Bio Bio Chile. Según explica, no existe un requerimiento uniforme para todas las mascotas, ya que las necesidades calóricas dependen de factores específicos.
“En la época invernal las mascotas tienen diferentes necesidades, las cuales varían según raza, características físicas como su pelaje y condición corporal”, afirma Palacios. Este principio permite entender por qué razas grandes con pelaje abundante muchas veces no necesitan aumentar su ingesta, sobre todo si ya presentan sobrepeso. En cambio, razas pequeñas de pelo corto sí pueden requerir un ajuste para mantener una adecuada temperatura corporal.
La especialista también advierte la importancia de prestar especial atención a cachorros y animales geriátricos, quienes poseen un “control térmico más limitado”. Esto los hace más susceptibles a las bajas temperaturas y potencialmente más dependientes de un soporte nutricional adecuado.
Respecto a la calidad de la dieta, Palacios insiste en que debe mantenerse equilibrada durante todo el año. Sin embargo, en la época invernal podría ser útil complementar con nutrientes adicionales.
“Se recomienda, según el caso, incrementar la alimentación o suplementar con ácidos grasos omega-3 y suplementos vitamínicos con el objetivo de mantener un buen sistema inmune”, señala. Pese a ello, recalca que cualquier suplementación debe ser supervisada por un médico veterinario, quien podrá indicar dosis y duración apropiadas.
¿Cuánto influye el lugar donde vive el animal?

El entorno donde vive la mascota es otro factor determinante, debido a que no es lo mismo un perro que duerme en el patio o pasa largas horas en el exterior, que uno que vive dentro de un departamento con calefacción. Según Palacios, estas diferencias influyen directamente en el gasto energético: “Los animales pueden requerir entre un 10% y un 90% extra de energía en climas fríos”.
Este rango tan amplio depende de múltiples condiciones, entre ellas la temperatura real, el tipo de pelaje y la capacidad de termorregulación del animal.
En cuanto a los rangos térmicos ideales, la especialista detalla que los animales de pelo largo no necesitan gastar energía adicional para regular su temperatura cuando el ambiente se sitúa entre 15 y 20 grados centígrados. Por su parte, los animales de pelo corto requieren un ambiente ligeramente más cálido, entre 20 y 25 grados centígrados, para no incrementar su gasto energético.
Cuando estas temperaturas se encuentran fuera del rango óptimo, el cuerpo debe trabajar más para conservar el calor, lo que eleva la necesidad calórica. Por ello, la clave está en observar, evaluar y actuar con asesoría veterinaria, solo así es posible garantizar que cada ejemplar reciba la energía que realmente necesita para mantenerse sano, activo y protegido del frío.
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