Con una apariencia que parece salida de un relato de fantasía, el tití pigmeo (Cebuella pygmaea) es una auténtica sensación en redes sociales que conquista los corazones de los internautas. Su diminuto tamaño, rostro expresivo y pelaje esponjoso hace que miles de usuarios de todo el mundo, compartan imágenes y videos de este pequeño primate amazónico con ternura y fascinación.
Este mono diminuto, cuya longitud sin incluir la cola no supera los 15 centímetros, representa una de las especies más singulares de los bosques tropicales sudamericanos. Su cuerpo está cubierto por un pelaje denso en tonos marrones y anaranjados, con un patrón rayado que le proporciona camuflaje en la selva. Su cola, más larga que el cuerpo, le brinda equilibrio al moverse entre los árboles, y su fisonomía general hizo que se ganara el apodo de “leoncillo” por su semejanza con una miniatura del rey de la selva.
No obstante, detrás de su apariencia cautivadora y su popularidad digital, se esconde una realidad alarmante: el tití pigmeo se encuentra amenazado. A pesar de su gran adaptabilidad y compleja vida social, las presiones sobre su entorno natural han provocado una disminución drástica en sus poblaciones. Las causas son múltiples y derivan principalmente de la actividad humana, poniendo en riesgo a este extraordinario habitante de la Amazonía.
Amenazas que enfrenta el mono más pequeño del mundo

El hábitat natural del tití pigmeo se concentra en los denominados bosques en galería, áreas ribereñas de la cuenca amazónica que se inundan estacionalmente y que son fundamentales para su supervivencia. Estos ecosistemas se distribuyen en regiones de Brasil, Ecuador, Perú, Colombia y Bolivia, y ofrecen las condiciones ideales para el desarrollo de la vida de esta especie. Sin embargo, en las últimas décadas, dichas zonas se han visto fuertemente afectadas por diversas actividades humanas.
De acuerdo con el portal de Animalia, la deforestación es una de las principales amenazas que enfrenta el tití pigmeo. La expansión de asentamientos humanos, la agricultura intensiva y la extracción de recursos naturales han reducido considerablemente la superficie de los bosques donde habita esta especie. Cada árbol talado implica la pérdida de alimento, refugio y espacio para estos primates, quienes se ven obligados a desplazarse a territorios menos adecuados, con menor protección frente a depredadores y enfermedades.
Según National Geographic, a esta problemática se suma la actividad petrolera, particularmente en zonas protegidas como el Parque Nacional Yasuní, en Ecuador, donde a pesar de las restricciones legales, se han autorizado proyectos de explotación que han fragmentado el ecosistema. Además, el tráfico ilegal de fauna silvestre y la caza persisten como amenazas latentes, motivadas por la demanda de especies exóticas para el comercio de mascotas o colecciones privadas.
La situación es tan crítica que, según un estudio realizado en la región del río Tiputini por la ecóloga Stella de la Torre, en solo una década se pasó de observar siete grupos de titíes pigmeos a tan solo uno. Esta desaparición repentina podría estar también relacionada con enfermedades zoonóticas transmitidas por humanos, como la fiebre amarilla, la malaria, el dengue o incluso el Covid-19, aunque aún se requieren investigaciones concluyentes al respecto.
¿Dónde vive y qué come el titi pigmeo?

Este mono vive en grupos familiares de entre cinco y nueve individuos, con una estructura social cooperativa en la que el cuidado de las crías es compartido por todos los miembros. Tras un periodo de gestación de aproximadamente 4.5 meses, nacen generalmente dos crías que son amamantadas por la madre, transportadas por el padre y vigiladas por los hermanos mayores. Su dinámica comunitaria resulta crucial para la supervivencia de las crías en un entorno tan exigente como la selva tropical.
El tití pigmeo posee una dieta peculiar entre los primates: se alimenta principalmente de la goma de ciertos árboles, sustancia rica en carbohidratos que obtiene mordiendo la corteza con sus incisivos afilados. Esta técnica, que puede llevar varias horas al día, permite que la savia se acumule y luego sea lamida con la lengua. Además, complementa su alimentación con insectos y frutas, aunque en menor medida.
Según Rare Species Conservatory Foundation, la comunicación entre los titíes pigmeos es igualmente compleja. Emplean sonidos agudos, chasquidos y trinos para alertar sobre peligros, mantenerse en contacto o expresar emociones. Cada grupo desarrolla su propio “dialecto”, y los recién nacidos balbucean durante sus primeros meses para aprender las vocalizaciones características de su familia. A esto se suman señales visuales, como movimientos de labios, orejas y párpados, lo que resalta su sofisticado comportamiento social.
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