
En pleno siglo XX, fumar estaba tan arraigado en la sociedad británica que la mayoría de médicos, políticos y ciudadanos veía el cigarrillo como un gesto cotidiano, casi inofensivo.
En ese escenario, un investigador inglés se atrevió a desafiar la costumbre popular y la poderosa industria tabacalera con una pregunta incómoda: ¿podría el tabaco estar matando a millones de personas, mientras todos miran hacia otro lado?
La respuesta —rigurosamente documentada por Richard Doll y su equipo— provocó un auténtico terremoto en la salud pública. Su tenacidad, capacidad para leer los datos más allá de los prejuicios sociales y compromiso científico abrieron el camino para políticas de prevención y salvaron innumerables vidas, transformando la relación de la sociedad con el tabaco y sentando los cimientos de la medicina basada en la evidencia.

Richard Doll y la transformación de la salud pública
Richard Doll, médico británico nacido en 1912, demostró por primera vez la relación causal entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón, una revelación que cambió la historia de la salud pública. Su investigación, desarrollada en Reino Unido a mediados del siglo XX, sentó las bases de la medicina basada en la evidencia, modificó la percepción social sobre el tabaco y permanece vigente en la actualidad.
El impacto de sus hallazgos, ampliamente documentado por la BBC y la revista British Columbia Medical Journal (BCMJ), continúa siendo objeto de análisis, incluso ante controversias que rodearon su figura.
Doll nació en Londres, hijo de un médico clínico. En sus inicios, se inclinó por las matemáticas, pero tras un revés académico eligió la medicina, graduándose en 1937 en el Hospital St. Thomas de Londres, según BCMJ.

Durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió en el Cuerpo Médico del Ejército Real. Aquella experiencia marcó su alejamiento de la práctica clínica y lo llevo a la epidemiología, impulsado por su afinidad a los datos y la investigación científica. Sus primeros años como profesional estuvieron signados por el activismo social y el compromiso con la atención médica universal.
Un contexto de tabaco y desconocimiento
En la Inglaterra de la posguerra, fumar era un hábito habitual y aceptado públicamente. De acuerdo con BCMJ, a principios de los años 50, el 80% de los hombres de mediana edad en el Reino Unido fumaba, y apenas el 0,5% nunca había probado el cigarrillo.
La incidencia de cáncer de pulmón crecía de manera alarmante, superando a la tuberculosis como causa principal de muerte. Sin embargo, la conexión entre el tabaco y la enfermedad era negada o desconocida, y los experimentos en animales no habían probado un vínculo definitivo.

Doll, junto a Austin Bradford Hill y bajo el auspicio del Consejo Médico de Investigación del Reino Unido, emprendió la tarea de buscar las causas detrás del incremento en la mortalidad.
Evidencia pionera y hallazgos definitivos
El trabajo pionero de Doll comenzó en 1950 con entrevistas a pacientes con cáncer de pulmón, estómago, colon o recto en 20 hospitales londinenses. En un principio, sospechó que el alquitrán de la construcción de carreteras era el responsable, pero pronto los datos indicaron otro camino.
BBC y BCMJ coinciden en que el estudio incluyó a más de 700 pacientes con cáncer de pulmón y un grupo igual de controles, permitiendo identificar al tabaco como factor común. Doll abandonó el cigarrillo tras casi 20 años como fumador al comprender el riesgo asociado.

En 1951 se dieron a conocer los primeros resultados, pero fue el informe definitivo de 1954 el que consolidó la evidencia y captó la atención global. “Nadie nos creyó”, recordó Doll en la BBC. “Pensaron que debía haber otras explicaciones”. Este trabajo se convirtió en el referente para la investigación acerca del tabaco y la salud.
Posteriormente, Doll y Hill iniciaron un seguimiento durante décadas de más de 40.000 médicos británicos; los resultados, publicados en 1956 y en sucesivas décadas, demostraron que la mortalidad por cáncer de pulmón y enfermedades cardiovasculares mantenía una relación directa con la cantidad de cigarrillos consumidos.
El análisis final, tras 50 años, reveló que los fumadores de larga data vivían en promedio diez años menos que los no fumadores, y que abandonar el tabaco antes de los treinta años prácticamente eliminaba el riesgo de muerte prematura, según BCMJ.
Impacto global y transformación social

El trabajo de Doll motivó un cambio drástico en las políticas de salud pública y en la percepción social del tabaco. BCMJ destaca que, gracias a sus investigaciones, el Reino Unido experimentó la mayor reducción mundial de mortalidad prematura por tabaquismo: la proporción de hombres que fallecían antes de los setenta años descendió del 20% en 1970 al 5% en 2005.
Actualmente, alrededor del 13% de los hombres británicos fuma, una proporción mucho menor que en décadas pasadas, según cifras recientes del Office for National Statistics (ONS).
Los peligros del tabaquismo están ampliamente documentados, y las estrategias modernas para dejar de fumar —que combinan apoyo médico, intervenciones psicosociales y tratamientos farmacológicos— se sostienen sobre la evidencia científica acumulada desde mediados del siglo XX, a la que los estudios de Richard Doll aportaron hallazgos fundamentales
Polémicas y rigor científico
A pesar del prestigio, Doll estuvo envuelto en controversias. La BBC señala que declaraciones como su sugerencia de que las personas mayores de 65 años debían aceptar la muerte sin esperar grandes inversiones para prolongar la vida generaron rechazo.

En 2001, minimizó los riesgos del humo de segunda mano, lo que provocó el enojo de grupos antitabaco: “Los efectos de otras personas fumando en mi presencia son tan pequeños que no me preocupan”, sostuvo en una entrevista con la BBC.
Tras su muerte en 2005, trascendió que había recibido pagos como asesor de empresas cuestionadas y compañías químicas, lo que abrió el debate sobre su independencia. Sin embargo, allegados afirmaron que donó esos fondos a entidades benéficas y señalaron que en ese período no existían regulaciones claras sobre consultorías externas.
Un legado de evidencia y salud
El legado de Richard Doll, según BCMJ, se manifiesta en la consolidación de la medicina basada en la evidencia y en una reducción sustancial de muertes atribuibles al tabaquismo. Sus más de 400 publicaciones y su activismo científico influyeron en generaciones de médicos y en la formulación de políticas públicas.
Las estrategias contemporáneas para combatir el tabaquismo, que integran intervenciones médicas y apoyo psicosocial, responden al modelo que él ayudó a instaurar. Su trabajo estableció un nuevo estándar en la investigación médica y contribuyó a que la mortalidad por enfermedades relacionadas con el tabaco disminuya de manera significativa a nivel mundial. Gracias a ello, la sociedad y la medicina ahora abordan los riesgos de los hábitos cotidianos con una perspectiva mucho más crítica y fundamentada.
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