
Russell Cook, un joven británico de 27 años, se propuso completar una hazaña única. En abril de 2024, se convirtió en la primera persona en recorrer África completa, de sur a norte, a pie.
Cook, conocido como “Hardest Geezer”, atravesó el continente desde el punto más meridional de Sudáfrica hasta la ciudad costera de Ras Angela, en Túnez. En ese trayecto, enfrentó desafíos físicos, logísticos y personales que pusieron a prueba sus límites y convicciones. En el desenlace de su travesía, cientos de personas lo recibieron con entusiasmo y celebraron junto a él un logro que, durante casi un año, pareció pender de un hilo más de una vez.
De acuerdo a BBC, durante su desafío de correr más de 16.400 kilómetros, cruzó 16 países y recaudó cerca de USD 700 mil para obras de caridad. Según explicó, antes de iniciar su viaje deseaba evitar los remordimientos y enfrentar su futuro con la certeza de haber intentado todo lo posible para vivir plenamente. “Quería marcar la diferencia”, admitió el deportista, quien además compartió que, tiempo atrás, luchó contra problemas de salud mental, adicción al juego y al alcohol.

El itinerario original contemplaba iniciar en Túnez y concluir en Sudáfrica, tras completar 360 maratones en 240 días. Sin embargo, la falta de una visa para ingresar a Argelia le obligó a replantear el trayecto. Cook decidió invertir su recorrido y comenzó la aventura desde el sur, partiendo desde Worthing, en el sur de Inglaterra, para luego trasladarse al punto más austral de Sudáfrica. Desde allí, avanzó hacia el norte, cruzando ciudades, selvas tropicales y desiertos.
La carrera transcurrió lejos de ser una travesía sin incidentes. A los 50 días de expedición, Cook y su equipo experimentaron un grave revés cuando un grupo de asaltantes armados los despojó de cámaras, teléfonos, dinero en efectivo y documentos en Angola. El corredor manifestó su intención de continuar a pesar de estas dificultades y prometió no detenerse frente a los contratiempos.
La exigencia física de recorrer un maratón diario pronto se manifestó en el cuerpo del atleta. Las primeras semanas dejaron secuelas menores en forma de molestias estomacales. Sin embargo, el día 45, un examen médico reveló la presencia de sangre y proteínas en la orina, motivo por el cual debió suspender la actividad por primera vez.
Durante este lapso, el dolor de espalda se convirtió en su principal preocupación y, en Nigeria, un médico le ordenó disminuir la distancia diaria y la intensidad del esfuerzo. Incluso perdió dos jornadas consecutivas: la número 205 y la 206, hecho insólito en el contexto del desafío.

En declaraciones recogidas por BBC, Cook relató: “Me tomó un par de días hacerme algunos exámenes. No hubo daños en los huesos, así que pensé que la única opción que quedaba era dejar de andar como una pequeña comadreja, conseguir los analgésicos más fuertes disponibles y volver a pisar el camino como un zombi”. En sus palabras se reflejaba el carácter y el compromiso con la meta final.
Con la salud al límite y la moral fluctuante, Russell Cook llegó al día 278, momento clave en el que una visa pendiente para ingresar en Argelia amenazó con suspender definitivamente la travesía. Desde Mauritania, grabó un video dirigido a las autoridades y la opinión pública, publicado en X (antes Twitter), donde explicó que, sin el documento correspondiente, todo el proyecto llegaría a su término.
La respuesta fue inmediata: su mensaje alcanzó once millones de visualizaciones y captó la atención de figuras como Elon Musk, los parlamentarios Tim Loughton y Alexander Stafford, y el Ministerio del Interior británico. Finalmente, la embajada argelina en Reino Unido le concedió la visa, permitiéndole avanzar en su viaje.
El tramo final exigió el máximo esfuerzo. De acuerdo a CNN, al cruzar el desierto del Sáhara, Cook se enfrentó a la ausencia de rutas asfaltadas, falta de señales y ningún indicio de civilización. Decidió aumentar la cantidad de kilómetros en jornadas casi ininterrumpidas. Optó por correr durante la noche para evitar el calor extremo y las tormentas de arena. La meta se fijó con precisión: el 7 de abril de 2024.

Con la llegada de ese día, la odisea tocó su fin. Cook completó la maratón final en Túnez, acompañado por personas de todo el mundo que, además de seguirlo a distancia, participaron con él en los últimos tramos. Las celebraciones se extendieron varias horas, con la aparición especial de la banda británica Soft Play en un hotel de Bizerta. Tras casi un año de esfuerzos, Cook finalmente pudo disfrutar de uno de sus anhelos personales: un daiquiri de frutilla, como símbolo de la recompensa obtenida después de una hazaña extraordinaria.
La proeza de Russell Cook puso a prueba su disciplina, determinación y capacidad para superar obstáculos. Desde el primer kilómetro en Sudáfrica hasta la meta en Túnez, cada jornada estuvo marcada por la incertidumbre, la adversidad y el empuje constante hacia el objetivo planteado.
La travesía del “Hardest Geezer” se consolidó no solo como un reto deportivo, sino también como un gesto solidario y de inspiración internacional. Sin señales, ni civilización, la meta siempre estuvo clara.
Además, su relato evidencia los límites de la resistencia humana y la fortaleza que surge del compromiso con una causa. El viaje transformó no solo al protagonista, sino también a quienes siguieron cada etapa, reforzando la idea de que casi ningún obstáculo puede detener la determinación humana cuando el propósito persiste.
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